Llagares, los templos de la mejor sidra asturiana

Nada mejor que ir a los orígenes para descubrir cómo se elabora y de qué forma degustar esta burbujeante bebida derivada de la manzana

Escanciado en sidrería La Pumarada. Fotografía Turismo Asturias – Xurde Margaride

No hace falta aclarar que la sidra es la bebida por excelencia de Asturias, un derivado de la fermentación del mosto de la manzana, que si bien por su frescor se la relaciona con el verano, puede ser disfrutada en cualquier momento del año.

Los establecimientos donde se realiza el mayado (triturado y prensado) del mosto se llaman llagares en Asturias, que no se deben confundir con las pomaradas, que son las fincas donde crecen las manzanas.

Técnicamente el llagar es la prensa mecánica usada para exprimir la manzana, pero el nombre se amplió para denominar al local que aloja el mecanismo y por ende, donde se fabrica la sidra.

De bebida campesina a ser tendencia

Considerada hasta el siglo XIX como una bebida de aldeanos, poco a poco su consumo se industrializó y expandió por toda España, y su degustación se convirtió en una cita de honor en cada visita a Asturias; sobre todo en las últimas décadas del siglo XX.

Aparte de las fiestas y romerías populares donde esta bebida entre rubia y ámbar corre como río, hay sitios donde probarla adquiere casi el rasgo de ceremonia.

Asturias, tierra de la sidra. Foto Turismo Asturias – Mampiris

En las tabernas y llagares el proceso de escanciado, con el chorro de la sidra cayendo a un metro de altura, adquiere el rasgo de ceremonia

Así sucede en las tabernas o en los llagares, donde todo el mundo prepara los móviles para inmortalizar el momento en que se hace el famoso escanciado.

Esto es cuando con un brazo se levanta la botella y se deja caer la sidra a un metro de altura para ser recogida en un ángulo preciso del vaso; una técnica pensada para que la sidra se rompa y expanda, formando una capa de burbujas que desaparece rápidamente.

Sidrería La Manzana. Fotografía Turismo Asturias – Xurde Margaride

En Asturias hay unos 30 llagares para conocer. Pero para no dispersarnos por los valles del Principado, nos centramos en los cercanos a Gijón.

En esta ciudad se ofrece el bono Ruta de la Sidra Xixón, que por 5 euros permite visitar un llagar para conocer los secretos de la elaboración y se degusta la bebida en su formato natural.

Llagar Sidra Acebal

Sidra Acebal es un llagar familiar en la parroquia de Cabueñes, muy cerca del centro de Gijón.

En la visita se pasea por la pomarada y se realiza una degustación para apreciar los matices del sabor de la sidra.

Sidra Acebal

Llagar Sidra Menéndez

A 10 km de Gijón, en la parroquia de Fano, en Sidra Menéndez explican los diferentes tipos de sidra (natural, filtrada o de mesa y espumosa), y tras recorrer las instalaciones del llagar se degusta la primera variedad directamente desde el tonel.

En la visita se pueden ver la bodega de madera con tonelería de castaño, y al final cada uno se lleva de recuerdo el vaso donde se bebió el culín (medida de 130 cc).

Manzanas en el llagar de Sidra Menéndez. Foto Turismo Asturias

Llagar Bernueces

Este llagar lleva el nombre de su parroquia natal a pocos minutos al sudoeste de Gijón. Además de conocer sus productos (que además de la sidra natural incluye la variedad dulce y la sangría de sidra) se puede combinar con diferentes programas gastronómicos.

Entre ellos se encuentra el menú degustación, que por 30 euros ofrece fabada asturiana, escalopines al Cabrales o bacalao a la brasa, quesos asturianos con dulce de manzana, arroz con leche y tarta de queso, acompañados de los diferentes tipos de sidra de la casa.

Llagar Bernueces. Foto Turismo Asturias

Llagar Castañón

También a 10 km al este de Gijón se encuentra Llagar Castañón, que ofrecen tres tipos de visitas.

Algunas de las visitas a los llagares se combinan con degustaciones de quesos, embutidos y otros platos de la gastronomía asturiana

Escanciado en el llagar de Sidra Castañón. Foto Turismo Asturias

Está la básica donde se detalla el proceso de elaboración con una cata directa del tonel, la espicha un culín y toma un pinchín que incluye la degustación de un queso y embutido asturiano, y la Val d’Boides.

Esta última implica una cata de diferentes tipos de sidra para familiarizarse con los aromas y sabores, conociendo el comportamiento de la bebida en el vaso de escanciado y en donde se aprende a diferenciar los sabores y aromas de la servida desde el tonel frene a la variedad clásica de la botella.

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