Lagunas glaciares, desfiladeros, románico y ajo carretero: el Burgos más indómito está en la Sierra de la Demanda

Dinosaurios, dólmenes, templos visigóticos, trashumancia, suerte de pinos y hasta el cementerio de Sad Hill se cuentan entre los tesoros de la Sierra de la Demanda

Pineda de la Sierra, en la Sierra de la Demanda (Burgos)

Un viaje al centro de la Sierra de la Demanda. Foto: Mar Nuevo.

Perfecto ejemplo de lo que se dado en llamar la España vacía, en torno al alargado macizo montañoso de la Sierra de la Demanda, al sureste de Burgos, residen poco más de 11.000 personas en una superficie de más de 1.400 km2. Pese a ello -o más bien como consecuencia- esta ‘Laponia burgalesa’ es un diamante que ha logrado conservar increíbles paisajes que van de lagunas glaciares a densos pinares y robledales, un riquísimo patrimonio (Atapuerca o Santo Domingo de Silos son solo dos ejemplos), tradiciones que beben de la trashumancia, sabores potentes como el del ajo carretero o curiosidades que incluyen fósiles de dinosaurios, misteriosas iglesias, vertiginosos desfiladeros o el cementerio donde se rodó el duelo final del mítico western El bueno, el feo y el malo.

Ajenos a cualquier masificación turística, más aún pasado el verano que trae de vuelta a los pueblos algunos de sus vecinos que marcharon a otros lugares en busca de trabajo o estudios, los menos de 8 habitantes por km2 que viven en el territorio Sierra de la Demanda-Pinares comparten con el visitante sus tesoros, accesibles en todo tipo de planes y propuestas.

Jaramillo de la Fuente, Burgos
Jaramillo de la Fuente. Foto: Mar Nuevo.

Lagunas glaciares de Neila

En el lugar donde se encuentran Burgos, Soria y La Rioja, a 1.200 metros de altitud pero ensombrecida por las elevadas cumbres de la Sierra de Neila, la localidad de Neila es uno de los pueblos serranos con más encanto.

Muchos acuden hasta aquí para visitar el conjunto de lagunas glaciares, surgidas en la última glaciación cuaternaria, que han dado lugar a un paisaje protegido hoy como Parque Natural. Tras la ruta a pie hasta el más impresionante de sus circos, la recompensa llega en forma de dos impresionantes humedales de origen glaciar: las lagunas Larga y Negra con sus magnéticas y oscuras aguas.

En invierno, el agua que baja en forma de cascadas de las lagunas queda completamente helado, dando lugar a espectaculares paredes de hielo de hasta 90º en las que se aventuran los más valientes para hacer escalada.

Laguna Larga, Burgos
Laguna Larga, Parque natural de las Lagunas Glaciares de Neila. Foto: Mar Nuevo.

Una estrecha carretera que serpentea entre altísimos pinos conduce a Neila, hoy un pequeño pueblo de poco más de 100 habitantes cuyo pasado aun resuena en forma de casonas blasonadas como las de los Márquez Prado, en la Plaza Mayor, o la de los Cuesta, en el barrio de San Miguel. También la que fuera casa del Cura Merino, sacerdote y guerrillero durante la Guerra de la Independencia Española.

En el Hotel Villaneila, que además de su único establecimiento hotelero es bar y casi centro de la vida social de la localidad, es fácil escuchar historias de su pasado esplendor cuando, rodeada de prados y pastos ideales para alimentar a los rebajos de ovejas merinas trashumantes, llegó a ser cabeza de Cañada Real y tener un papel determinante en el Concejo de la Mesta.

También de la industria maderera, nacida al calor de la necesidad del ejército español de material con el que construir sus buques. Las disputas entre ganaderos y carreteros, entre pastos y pinos, podría estar detrás del nombre de este territorio y también del que, dicen, es el conflicto jurídico más antiguo del mundo.

Casa del Cura Merino en Neila
Casa del Cura Merino en Neila. Foto: Mar Nuevo.

Hoy de aquel emporio de riqueza surgido del comercio de la lana (el pueblo contaba con su propio lavadero) y la madera solo quedan recuerdos en forma de folclore y tradiciones. Aunque las puertas del Museo de la Trashumancia se encuentran cerradas, se puede rastrear la historia en la Casa del Parque de las Lagunas Glaciares de Neila ubicada en la antigua iglesia de San Miguel.

Del templo románico original, del siglo XII, apenas se conservan la cabecera y el cuerpo inferior de la torre, así como una inscripción que habla de la consagración del edificio en el año 1087, precisando que lo fundó el abad Núñez y que fue realizado por el maestro Nuño Sancho, alimentando una teoría que lo sitúa como el primer templo del románico serrano en Burgos.

La iglesia de Santa María, el rollo jurisdiccional y el nacimiento del rio Neila (Najerilla cuando entra en La Rioja) son otros de los rincones que no hay que perderse en este encantador pueblo, el lugar idóneo también para descubrir la llamada ‘suerte de pinos’, un privilegio de posesión comunal del bosque que se remonta a la Edad Media en la Comarca de Pinares burgalesa y soriana ideada para distribuir equitativamente los recursos entre los vecinos que ha permitido explotar el monte y, a su vez, preservarlo.

Iglesia de San Miguel en Neila
Iglesia de san Miguel en Neila. Foto: Mar Nuevo.

El románico serrano más bello

Pero volvamos al románico serrano. El probable que los términos románico y Burgos sirvan para traer a la mente la imagen del bellísimo claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos, sin duda una de las obras cumbre de este estilo en Europa.

Sin embargo, en toda la Sierra de la Demanda burgalesa es posible encontrar hermosos ejemplos de lo que se ha llamado románico serrano, obras de una escuela artística y arquitectónica propia que discurre entre los siglos X y XII y que reinterpreta en su particular estilo las formas románicas.

Robustas torres de iglesias con origen defensivo que rompen la horizontalidad de los templos y galerías porticadas que permitían resguardarse de las inclemencias meteorológicas en estas zonas montañosas son algunos de sus principales rasgos, como puede verse en las iglesias de Vizcaínos, Riocavado, Jaramillo de la Fuente o Pineda de la Sierra.

Iglesia románica de Vizcaínos.
Iglesia románica de Vizcaínos. Foto: Mar Nuevo.

También comparten, siempre con objetivos didácticos, rasgos escultóricos en los canecillos y capiteles, con un repertorio iconográfico que incluye desde animales fantásticos a representaciones humanas, motivos florales, tallos, hojas y escamas.

Entre los ejemplos más destacados, el de Pineda de la Sierra, una localidad también modelada por la trashumancia y el poderío de la Mesta. Su iglesia de San Esteban Protomártir, con una portada de finales del siglo XII y una galería porticada con 11 arcos sobre columnas dobles es una joya del románico serrano.

El pueblo, un precioso y cuidadísimo conjunto de casas solariegas de piedra arenisca roja que pertenecieron a ricas familias ganaderas, algunas de las cuales reconvertidas en alojamientos rurales, es también un buen lugar para pasar la noche.

Pineda de la Sierra
Iglesia románica de Pineda de la Sierra. Foto: Mar Nuevo.

Una buena opción es el alojamiento rural La Casona de Pineda. Su restaurante es uno de los imprescindibles de la zona para disfrutar, al calor de la chimenea, de productos de la sierra como las setas, los embutidos, las carnes a la piedra y los platos de caza.

Por supuesto, no hay que perderse la olla podrida, con famosas alubias rojas de Ibeas de Juarros que se sirven por un lado y, por otro, los sacramentos, aquí llamados ‘engaños’: morcilla de Burgos, chorizo, costilla, morro o panceta de cerdo.

Otra verdadera joya del románico serrano espera en Jaramillo de la Fuente. Además del ábside y la torre, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción destaca por su preciosa galería porticada orientada al mediodía, con siete arcos apoyados en columnas dobles con capiteles decorados donde se aprecia la influencia de la escuela de Silos.

Enfrente del templo puede verse hoy el llamado ‘árbol de la provincia’: una encina enraizada en la mezcla de las tierras de cada uno de los 1.233 pueblos de Burgos.

Iglesia de Jaramillo de la Fuente, Burgos.
Portada de la iglesia de Jaramillo de la Fuente. Foto: Mar Nuevo.

Y una iglesia más, la que preside la localidad de Vizcaínos. Dedicada a San Martín de Tours, su galería porticada es quizás más sencilla que otras de la comarca de la Sierra de la Demanda, pero destaca por las esculturas de canecillos y capiteles, con fauna salida del bestiario medieval pero también representaciones humanas de contenido erótico.

Dinosaurios y leyendas en Tierra de Lara

Unos kilómetros más al este nos adentramos ya en la Tierra de Lara, un territorio marcado por la épica medieval, real y legendaria, donde se ubica la semilla del condado de Castilla.

Pero, miles de años antes del nacimiento del Conde Fernán González en la fortaleza de Lara y de los cantares de gesta que inmortalizarían sus hazañas o el trágico destino de los Siete Infantes de Lara, poblaron este territorio los dinosaurios, como puede verse en los yacimientos de ignitas (huellas fosilizadas).

Dolmen del Cubillejo
Dolmen de Cubillejo. Foto: Turismo de Burgos.

De hecho, la Sierra de la Demanda alberga el mayor número de icnitas de Castilla y León, unas 800. Solo en el yacimiento de La Pedraja, en Mambrilla de Lara, hay más de 100.

El yacimiento de Las Sereas, en Quintanilla de las Viñas, con huellas de saurópodos y terápodos, y el Museo de los Dinosaurios en Salas de los Infantes son buenos lugares para descubrir esta riqueza.

Enmarcado por tierras de pastos y sabinares, merece la pena acercarse al Dolmen de Cubillejo y buscar sus petroglifos, testigo ya de la presencia milenaria del hombre en estas tierras hace ¡5.000 años!, y la misteriosa ermita prerrománica de Santa María de Quintanilla de las Viñas, un curioso templo sobre el que siguen circulando diferentes teorías.

Iglesia visigótica Santa María de Quintanilla de las Viñas.
Iglesia visigótica Santa María de Quintanilla de las Viñas. Foto: Mar Nuevo.

Del siglo VII para algunos expertos, del IX o el X para otros, para algunos visigótico y para otros altomedieval, destacan en el exterior los frisos corridos esculpidos con motivos vegetales y animales reales e imaginarios, así como monogramas aún sin descifrar, relieves e inscripciones como las cruces posiblemente templarias o las columnas romanas ‘recicladas’ en el interior.

Una ruta entre robledales

Desde Quintanar de la Sierra sale una de las rutas de senderismo más interesantes de la Sierra de la Demanda. A unos 4 km y atravesando bosques de robles y hayas, conduce a la Necrópolis de Cuyacabras, una de las mayores concentraciones de tumbas paleocristianas de Europa.

Datado entre los siglos IX y XIII, aunque se cree que el enclave incluía también un poblado, hoy solo pueden verse las tumbas: 183 sepulturas de diferentes formas y tamaños excavadas en un montículo de roca que en estos días de otoño aparecen cubiertas con las hojas de los robles centenarios que las rodean.

Necrópolis de Cuyacabras, Burgos.
Necrópolis de Cuyacabras. Foto: Mar Nuevo.

Todas orientadas a poniente (para levantarse mirando hacia oriente cuando llegase la resurrección), las tumbas se distribuyen en torno a un antiguo templo ubicado en la parte más alta de la roca y, según las excavaciones dirigidas por el profesor Alberto del Castillo en los años sesenta, podría corresponder a un grupo cristiano huido a las montañas tras las invasiones árabes.

La ruta continúa hacia Peñas Corvillas para llegar, a través de un camino ancho que discurre entre un imponente hayedo, al pozo de Peñas Corvillas, en primavera aderezado por una cascada que se precipita entre grandes piedras.

Desandando el camino se puede llegar también al Eremitorio de Cueva Andrés, del siglo X y considerado un ejemplo de arte altomedieval. Aunque ya no existe la cueva original que sirvió de hogar al eremita, entre los restos, ubicados junto a un arroyo, se puede apreciar el altar, con un arco de herradura tallado y una gran cruz griega en su interior.

Pozo de Peñas Corvillas, Burgos.
Pozo de Peñas Corvillas. Foto: Mar Nuevo.

Cocina serrana: reino de setas y ajo carretero

Para reponer fuerzas tras la caminata, la mejor recompensa la encontramos en el Mesón el Molino en Vilviestre del Pinar.

Perfecto para descubrir la cocina serrana, el restaurante familiar que las hermanas Jimena y Andrea García Martín dirigen junto a su madre Maricarmen aun deja ver una de las antiguas cocinas de campana tradicionales en forma de gran cono donde se curaban antiguamente la matanza.

Setas
La Sierra de la Demanda es territorio de setas. Foto: Araceli Viqueira.

Hoy, de unas cocinas más modernas salen excelentes asados, carnes a la brasa, lechazo al horno o pescados como besugo y merluza, así como platos de hongos, excelentes croquetas de boletus o chuletones.

Aconsejamos, sin embargo, especialmente en los meses más fríos, decantarse por la especialidad local: la sopa de Ajo Carretero. Se trata de un plato tradicional de monte que preparaban los carreteros dedicados a la madera en los bosques cercanos y consiste en un guiso de tomate, cebolla, zanahoria y carne de oveja machorra (animales de dos o más años que no han parido).

Lo más curioso, no obstante es la manera de presentarlo y de degustarlo. En primer lugar se sirve en la mesa una enorme hogaza de pan partida a la mitad y mojada en el caldo del guiso donde se coloca la carne y, después, se tapa con la otra mitad del pan.

Sopa de ajo carretero
Sopa de ajo carretero. Foto: Mar Nuevo.

Después de la carne, y al revés de los guisos tradicionales, se toma la sopa de pan, un más que reconstituyente caldo que calienta el cuerpo y anima el espíritu.

Silos y el desfiladero de la Yecla

Para el final de esta ruta por la Sierra de la Demanda hemos dejado la gran joya del románico europeo que es Silos.

El bellísimo claustro del Monasterio de Silos, de doble piso y origen visigodo, exhibe todo tipo de tesoros entre los que destacan los originales románicos (algunas partes fueron destruidas con el paso del tiempo para adaptarlas a los nuevos estilos, como la iglesia).

Monasterio de Silos
Claustro del Monasterio de Silos. Foto: Mar Nuevo.

Lo mejor, la Puerta de las Vírgenes, que comunica el templo con el claustro; el claustro bajo, adornado con pilares, bancos, parejas de columnas y 64 capiteles con plantas y animales fantásticos; los ocho relieves que adornan las esquinas con escenas de la muerte y resurrección de Cristo; y el artesonado mudéjar del siglo XIV.

Y si la vista no te ha cortado la respiración, prueba a escuchar uno de los oficios religiosos en gregoriano cantado por los monjes.

A poca distancia del monasterio, sin necesidad de ninguna preparación o calzado especial, espera una pequeña aventura que nos sirve como broche a esta aventura serrana. Se trata del desfiladero de la Yecla, una profunda y estrecha garganta que el río Mataviejas excavó durante milenios en la roca caliza de las Peñas de Cervera.

Desfiladero de La Yecla, Burgos.
Desfiladero de La Yecla. Foto: Mar Nuevo.

Declarado Espacio Natural Protegido junto con los Sabinares del Arlanza, actualmente sus alrededor de 600 metros pueden recorrerse a través de un conjunto de estrechas pasarelas y puentes colgantes que nos dejan suspendidos sobre el lecho del río, incluida alguna pequeña poza de aguas transparentes, y atravesar el desfiladero desde su parte baja.

A unos pocos metros, la Cervecería La Yecla, perfectamente ubicada para hacer un descanso, nos recuerda, con la silueta recortada de Clint Eastwood y su cerveza tostada artesana bautizada como 947 Sad Hill, que a pocos metros de aquí se puede visitar el cementerio en el que se rodó una de las escenas más famosas de la historia del cine: la del duelo final del mítico western de Sergio Leone El bueno, el feo y el malo.

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