Un viaje al pasado con la ruta industrial de Alcoy

Una interesante ruta por el legado del que fuera el motor de la revolución industrial en la Comunidad Valencia: Alcoy es más que paisajes, gastronomía y fiestas

Placeta Ferrandiz i Carbonell. Foto: Alcoy Turismo.

Pocos podían sospechar, a finales del siglo XVIII, que la ciudad alicantina de Alcoy iba a convertirse en la cuna de la industrialización de la Comunidad Valenciana, y uno de los primeros lugares de concentración fabril de la península ibérica.

En su contra jugaba, de manera obvia, la orografía del terreno. Era una ciudad que parecía agarrarse como podía a un terreno abrupto, moldeado por las sierras de Mariola, l’Ombria, Biscoi y la Font Roja y atravesado por los ríos Riquer, Molinar y Benissaidó, todos ellos afluentes del Serpis.

Sin embargo, serían esas arterias fluviales las que proporcionarían la energía hidráulica que haría florecer en Alcoy industrias dedicadas, sobre todo, al textil, la metalurgia y el papel.

Más de dos siglos después, Alcoy -esa ciudad famosa por sus fiestas de Moros y Cristianos, la Cabalgata de Reyes Magos más antigua de España y su bello entorno natural- pone en valor las instalaciones y el legado patrimonial que lograron hacer de ella una urbe próspera y avanzada.

El antiguo Banco de España es un hermoso edificio art dèco. Foto: Alcoy Turismo.

Para ello han creado una interesantísima Ruta Industrial que incluye 16 paradas en lugares que nos podrán explicar esa increíble historia.

Comenzando la ruta en el Centro de Alcoy

El sol luce espléndido y el aire es puro y fresco en el centro de Alcoy, haciendo notar que la urbe se encuentra rodeada de montañas y a algo más de 550 metros sobre el nivel del mar.

La antigua Banca Vivens, hoy Cámara de Comercio de Alcoy, fue durante muchos años la entidad financiera más importante de Alcoy, jugando un papel vital en el desarrollo de su tejido empresarial

Allí, en el número 1 de la avenida del País Valencià, se levanta el edificio del antiguo Banco de España, una gran muestra de art dèco que fue construido entre 1923 y 1927. Ya a finales del siglo XIX, Alcoy necesitó una sucursal del Banco de España para poder formalizar los pagos de las nóminas del creciente número de obreros que empleaban las fábricas de la ciudad.

Cámara de Comercio de Alcoy, antigua Banca Vivens. Foto: Alcoy Turismo.

Esta fue la sede definitiva de la entidad hasta 1982, cuando fue donado al Ayuntamiento de Alcoy. Tras una profunda –y respetuosa– restauración, el edificio pasó a albergar la biblioteca y archivo municipales, incluyendo también una sala de exposiciones culturales.

Solo tengo que caminar unos metros para encontrarme con otro edificio con solera: la actual sede de la Cámara de Comercio de Alcoy. A mediados del siglo XIX aquí se hallaba la Banca Vicens, que fue, durante muchos años, la entidad financiera más importante de Alcoy, jugando un papel vital en el desarrollo de su tejido empresarial.

Con la visita a la curiosa Casa de la Bolla, de estilo neoclásico, cierro un triángulo separado tan solo por un par de calles. Ese es el apelativo que la gente dio a la Real Fábrica de Paños de Alcoy, tomando el nombre del impuesto de “la bolla”, con el que se otorgaba una especie de etiqueta que venía a certificar la calidad de las piezas de paño que cumplían una serie de condiciones.

Casa la Bolla. Foto: Alcoy Turismo.

Las antiguas fábricas de Alcoy

Desde la Casa de la Bolla, en unos minutos llego a las antiguas fábricas de Ferrándiz y Carbonell, que a mí me parecen de todo menos el típico lugar lúgubre que me viene a la cabeza cuando pienso en una fábrica de principios del siglo XX en la que se dedicaban a la elaboración de géneros de punto.

De estilo modernista, esta obra del arquitecto local Vicente Pascual Pastor presenta una bonita fachada de piedra con enormes ventanales que conferían una estupenda iluminación natural a su interior. Hoy en día disfrutan de esa ventaja los centenares de alumnos que cursan aquí sus estudios universitarios, ya que forma parte de la Universidad Politécnica de Valencia.

Debo pasar por la antigua sede de Papeleras Reunidas –un edificio ecléctico que sirvió de central a la empresa que reunió a la mayor parte de los fabricantes de papel de Alcoy– para llegar al antiguo Tinte de Sant Jordi, donde un interesante museo nos cuenta casi todo sobre Alcoy, teniendo un espacio expositivo dedicado a la industria.

Plaza Ferrandiz y Carbonell. Foto: Alcoy Turismo.

Desde el Tinte de Sant Jordi casi se vislumbran las tres altas chimeneas octogonales, de 20 metros cada una, de Tintes Marcial, Terol Hermanos y Buidaoll. La primera destaca por los ladrillos biselados de sus vértices, mientras que la segunda posee unos bonitos azulejos en sus vanos y la tercera está coronada por una tulipa de inspiración neo-mudéjar, como era habitual en las chimeneas levantadas en los años 40 del pasado siglo.

Allí, entre las viviendas de la actual Alcoy, estas chimeneas me parecen auténticos dinosaurios de ladrillo, como antiguos faros de Alejandría en un mundo que ya no está hecho para ellas. Los alcoyanos pasan cada día por aquí sin reparar en sus esbeltas figuras, camuflándose con una modernidad que ha decidido aceptarlas, pero sin darles protagonismo.

El kilómetro cero de la revolución industrial alcoyana

Todas estas fábricas y chimeneas formaban parte del día a día de los miles de obreros que habitaban las viviendas que se extendían sobre un terreno que había servido de tendedero de la Real Fábrica de Paños.

Chimenea de la antigua fábrica Tintes Marcial. Foto: Alcoy Turismo.

Aún siguen ahí esas casas estrechísimas, de cinco o seis alturas, que carecían de pasillo. Se daba la curiosidad de que las habitaciones de una misma casa se encontraban diseminadas por distintas plantas, por lo que la escalera del edificio era un elemento común – y muy vivo – para todos los vecinos.

Con el tiempo y la llegada masiva de obreros, estas viviendas llegaron a convertirse en lugares demasiado pequeños e insalubres, en los que resultaba imposible vivir con dignidad (sobre todo después de la Guerra Civil). Hoy en día algunas aparecen restauradas y forman parte del patrimonio cultural de la ciudad.

Cerca del barrio obrero se hallan la antigua Escuela de Peritos Industriales (1923) y la zona fabril de Tossals i Molins. Esta última fue la zona donde se puso en marcha el motor industrial de Alcoy.

Antigua zona frabril de Tossals i Molins. Foto: Alcoy Turismo.

Allí, en el punto donde las aguas de los ríos Molinar y Riquer se unen para formar parte del Serpis, nombres propios como Desiderio Laporta, Antonio Peralta o Miguel Payá levantaron unas fábricas que hicieron soñar a Alcoy con un futuro próspero y dorado.

Paseando por esos parajes jalonados por edificios abandonados que aparecen comidos por las zarzas y arbustos intento evocar el alboroto y dinamismo que se daba allí al final de cada jornada laboral, cuando cientos de obreros partían hacia sus casas o los bares de la zona.

Si presto atención, aún me parece escuchar sus voces a través de los vidrios rotos que hacen que los ventanales parezcan oscuras bocas melladas. Pero no. Es tan solo el viento.

a.
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