Venecia: secretos que nadie te había contado de la ciudad de los secretos

El palacio que ofrece conciertos gratuitos, tiendas de artesanías centenarias, los dulces autóctonos, islas sin multitudes. Estos son algunos de los encantos de Venecia que (casi) nadie conoce

Venecia cuenta con muchos secretos. Pero hay que encontrarlos. Foto Editorial Jonglez

A pesar del aluvión turístico, de las polémicas con los cruceros, de la explosión de tiendas de recuerdos made in China y de la invasión de franquicias en reemplazo de tiendas emblemáticas la ciudad de los canales conserva su magia. Venecia sigue siendo Venecia.

Uno puede transitar una y mil veces por su laberinto de puentes, callejuelas y canales y habrá mil detalles que se escapan a la vista. O encantos que solo conocen sus escasos residentes.

Vistas desde San Giorgio Maggiore. Foto Slices of Light – Flickr

También es un error pensar que las bellezas se limitan a Venecia sola: en toda la laguna hay rincones únicos, más allá de las famosas Murano, Burano y Lido; sitios donde sobreviven pescadores que poco han variado de técnica en tres siglos o con restaurantes entre viñedos que parece de la Toscana.

30 lugares únicos de Venecia

Servane Giol y Thomas Jonglez invitan a conocer un puñado de sitios que (por suerte) escapan del radar turístico. “Millones de turistas, 50.000 habitantes. Hemos probado 1.000 lugares, nos quedamos con los 30 mejores”, se presentan los autores de Soul of Venecia (Editorial Jonglez).

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Esta no es una guía habitual, sino que más bien se parece a esas recomendaciones que dejaban los conocidos que habían visitado un sitio al que uno iba de viaje, de aquellos años previos a las redes sociales y plataformas como Tripadvisor.

El libro parece esas recomendaciones de amigos que han ido previamente a un lugar que no piensa visitar, de los años previos a las redes sociales y Tripadvisor

Venecia cuenta con sitios que hay que descubrir con calma. Foto Editorial Jonglez

Aquí no se verán las leyendas del Puente de los Suspiros ni los tips para pasear en góndola, sino dónde comer cangrejos pescados en la laguna, cuál es el puente que da el efecto óptico de una milagrosa caminata sobre las aguas y trata de elegir cuál es la mejor heladería de la ciudad (decisión nada fácil).

Trucos para evitar el aluvión turístico

Los autores dan trucos para evitar multitudes como es la posibilidad de visitar la basílica de San Marcos sin turistas y poder escuchar el coro (y sin pagar ningún extra) o cómo ver el festival de fuegos artificiales de la fiesta del Redentore (que se realiza desde 1577) en julio a bordo de una pequeña barca.

La librería Acqu Alta, la más curiosa de Venecia. Foto Dimitris Kamaras | Flickr

O poder escuchar a los alumnos del Conservatorio Benedetto Marcello, que cantan gratis en el palacio Pisani, el segundo más grande de Venecia tras el Palacio Ducal.

¿Hay mucha gente esperando subir al campanario de San Marcos? Pues cabe aclarar que las mejores vistas de la ciudad y la laguna no están allí sino en la torre de San Giorgio Maggiore, en la isla que está enfrente a la famosa plaza.

Y si se visita al atardecer, aseguran los autores, las puestas de sol son únicas

Las friulanes, las zapatillas tipicas de Venecia. Foto Piedaterre

Tiendas únicas de una ciudad única

La masificación turística, amén de la evolución de los tiempos, han desterrado a numerosos oficios. De los 6.000 telares que hubo solo quedan unos pocos artesanos, como la familia Bevilacqua, que trabajan la seda, los hilos de oro y el terciopelo con máquinas del siglo XVIII.

También están los trabajos de cerámica de Adele Stefanelli y las friulanes de Piedàterre, las zapatillas venecianas de terciopelo que usan los gondoleros pero elaboradas con materiales reciclados.

De los 6.000 telares que había en Venecia sobreviven un puñado, como el de la familia Bevilacqua, que trabajan la seda y los hilos de oro con máquinas del siglo XVIII

Bevilacqua produce telas de manera artesanal. Foto Luigi Bevilacqua

Y si se trata de buscar la librería más fascinante, sin duda es la Acqua Alta, donde resignados a las crecidas de la laguna ya tienen todo el local adaptado para ser visitado con el agua a las rodillas. Para la foto, los libros acumulados sobre una góndola.

Dónde comer en Venecia

Para comer pasta y pizza en Venecia hay incontables trattorias, no todas de la misma calidad.

Si hay oportunidad, hay que buscar aquellos bocados que solo se puede probar en el Venetto, como las frittelle (buñuelos de uvas) que solo se crean en febrero. O las fave dei morti (habas de muertos), bolitas crujientes con sabor a almendras que se elaboran para el 1 de noviembre.

En la fiesta de San Martín de hornos de tiendas como Dal Nono Colussi, Rosa Salva o Tonolo salen las galletas San Martino, de mantequilla y con la figura del santo.

Elaboración de amarettis en Dal Nono Colussi. Foto Dal Nono Colussi

¿Hay prisas? Pues los bocadillos de Al Nomboli combinan rapidez, buen precio y tradición gastronómica, aseguran Jonglez y Giol.

O se pueden probar las cicchetti de la cantina Giá Schiavi, el equivalente de las tapas venecianas.

Pero si hay tiempo (y dinero) la elección es Da Celeste, en la isla de Pellestrina, donde entre gambas autóctonas con polenta, centollos desmenuzados, vieiras y pescados frescos se puede ver cómo la laguna parece convertirse en un mar.

En el Palacio Pisani se pueden disfrutar de conciertos gratuitos. Foto Conservatorio Benedetto Marcello

En las islas fuera del radar turístico

Otra de las islas poco conocidas para el turismo es la de Sant’Erasmo, tierra productora de unas llamativas alcachofas violetas, y donde se produce el único vino de la laguna, el Orto.

Otra es la de San Francesco del Deserto, cerca de Burano, donde es posible realizar un retiro en el mismo convento en que se alojó San Francisco de Asís hacia 1220.

En Da Celeste las vistas de la laguna se pierden al infinito. Foto Da Celeste

También se puede alquilar una isla privada, como la de Santa Cristina, en una villa con nueve habitaciones y en un parque donde pasean los pavos reales.

Otra opción es pasar la noche en Locanda Cipriani, un hotel de la isla de Torcello donde en un ambiente campestre Ernest Hemingway vivió varios meses y que le inspiró para escribir Al otro lado del río y Entre los árboles.

Hay más por descubrir, claro que sí. Pero para eso hay que viajar a Venecia.

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