Brasero Atlántico: el restaurante y coctelería de aires argentinos que apuesta a doble o nada

Con una larga lista de premios en su Buenos Aires natal Brasero Atlántico y Florería Atlántico desembarcan en Barcelona con un homenaje a las inmigraciones cruzadas

Un monstruo marino recibe en la coctelería Florería Atlántico. Foto Judit Murphy Burgos

En Brasero Atlántico y Florería Atlántico todo es dual. Son dos restaurantes, o más bien, un restaurante con coctelería y una coctelería donde se puede comer. Su cocina es argentina pero marcada por las inmigraciones que poblaron este país sudamericano. Una parte juega con los alimentos de la tierra y otra invita a sumergirse en el mar. No son de aquí ni son de allá.

Este local doble abrió el pasado 5 de mayo en el límite del Born con Barceloneta (Avinguda de l’Argentera 19) y replica la receta estética y gastro de la coctelería y restaurante de Buenos Aires del mismo nombre.

Las flores que imitan al local de Buenos Aires. Foto Judit Murphy Burgos

Como en aquel lugar, el comensal es recibido un despliegue de flores (“que en cualquier momento ponemos a la venta”, adelanta el jefe de sala Chema Martínez), y tal como en la capital argentina, una puerta de frigorífico conduce al subsuelo donde esperan los cócteles de Florería Atlántico. Pero eso vendrá será más tarde.

La propuesta de Brasero Atlántico

Brasero Atlántico es un local de aires industriales y paredes desnudas. Sin fotos de Gardel ni Messi ni Maradona nada hace pensar que se está en un restaurante de cocina argentina. Solo hay un dibujo de un monstruo marino llamado Eumolpo, que recuerda las criaturas de las cartas náuticas medievales.

Sin fotos de Gardel ni Messi ni Maradona nada hace pensar que se está en un restaurante de cocina argentina.

El permanente guiño al monstruo marino. Foto Judit Murphy Burgos

Pero el aroma de la parrilla desvela el secreto: aunque las carnes tengan un merecido protagonismo la idea de sus creadores Tato Giovannoni, Diego Cabrera y Alex Resnik es combinar las tradiciones con las vanguardias, fusionar la tradición rioplatense con las influencias de los pueblos que poblaron las pampas.

Excepto por la pata de cordero, no se esperen porciones gigantescas: la idea es probar y compartir nuevos platos que presumen de estilo.

Los entrantes

Por ejemplo, para abrir el apetito probamos unos jugosos tomates con algas en agua de mar, un pulpo confitado en su punto justo, el pan artesano de masamadre con morcilla, el paté de foie con mermelada de ruibarbo y una suave molleja de corazón. Dicen que es uno de los mejores platos, y razones no le faltan.

Ancas de rana y guarnición. Foto Judit Murphy Burgos

Y para dejar los perjuicios afuera, nos animamos a unas ancas de rana a la provenzal. Muy recomendadas.

Los principales

La carta de entrantes se completa con las sardinas ahumadas, la pascualina de kale y huevo de pato o la lengua de cordero al escabeche, entre otros.

Claro que también hay platos tradicionales como el chorizo con morcilla, la provoleta o, desde la parrilla, el vacío, el ojo de bife, el secreto de cerdo o el asado banderita; del que dimos cuenta de una porción que desapareció en minutos.

El aroma de la parrilla revela la identidad argentina. Foto Judit Murphy Burgos

En los postres, los nostálgicos de los sabores argentinos pueden probar la nueva versión del queso y dulce (con queso de tetilla y boniato) o la equilibrada torta sacher con dulce de leche; así como el tatín de manzana o el crujiente de almendras.

Vinos y cócteles inspirados en la inmigración

Los vinos también juegan con el concepto de inmigración, con un recorrido por denominaciones de origen que van desde Galicia a Jerez, pasando por el arco mediterráneo (Andalucía, Levante, Cataluña), para derivar por blancos, tintos y espumosos de Francia, Italia y el Oriente Medio.

Los cócteles, como los que prepara el bartender Agustín Arzamendia, van por el mismo carril: están los clásicos nacidos en el Florería Atlántico de Buenos Aires (elegido entre los 20 mejores bares del mundo), como el Negroni Balestrini, el Viedma-Carmen de Patagones, el Mitaz Bloody Mitaz Gazpacho o el Ostende (absenta y Napoleón).

Cóctel Italia. Foto Judit Murphy Burgos

O las creaciones nuevas, como el interesante Algo Rojo (Fernet de cerezas, maraschino y soda de pomelo), el Lelo y Lili en Cataluña (bitter y vermút), el Lalinoamericano (gin, mezcal y vermút) o el Sangrada (clarete y vermút); en una carta que se prolonga con gusto.

El descenso a Florería Atlántico

Ahora sí, es momento de bajar al subsuelo. O sea, al fondo del mar.

Si arriba se homenajea a las tierras -sobre todo las pampeanas- es momento de abrir la puerta de frigorífico y descender a las profundidades bajo una tenue luz azul a Florería Atlántico; una “coctelería abisal” donde la parte gastronómica descansa sobre platos de pescados, mariscos y moluscos.

Tras pasar por una imitación de red de pescador uno se topa con el esqueleto de un leviatán marino de siete metros de largo, que cualquier pensaría que se lo robaron de un museo.

Cóctel Grecia. Foto Judit Murphy Burgos

Florería Atlántico es una “coctelería abisal” donde la parte gastronómica descansa sobre platos de pescados, mariscos y moluscos

Debajo del cráneo y las vértebras se despliegan las mesas con nácar, mientras que la barra está decorada con una película de algas barnizadas en resina. Un falso ojo de buey, una ventana con botellas con mensajes (a saber qué dicen), lámparas que imitan a medusas y las paredes que recuerdan a arrecifes completan la decoración de inspiración acuática.

A diferencia del restaurante de arriba, aquí se puede estar hasta las 3.00 AM probando una larga carta de cócteles también inspirados en los países que aportaron inmigrantes a Argentina, como el Siria (calvados, leche de cabra, dátiles, menta y jugo de manzana), el Egipto (ginebra, camomila, nísperos y hierbas), el Grecia (tsipouro, metaxa y hojas de parra), el Italia (vermú seco, amaro y licor de bergamota), el Francia o el España (tempranillo, Pedro Ximénez y ratafia), entre otros.

Pescado en Florería Atlántico. Foto Judit Murphy Burgos

Y como en el piso superior, están los cócteles importados del Florería del barrio porteño de Retiro, del cual di cuenta de un elegante Saint Marthe (Ricard, vino rosado, limón y lavanda).

Aunque las mesas bajas no sean lo más cómodo para comer, aquí se pueden probar la palta atlántica con langostinos, el huevo de pato relleno de caviar o la empanada de centolla y camarón como entrantes.

Si se trata de platos principales, están la sepia o el pulpo a la parrilla, la ventresca de bonito; o la potente pieza entera del rodaballo a la brasa.

Es un divertido juego de identidades dobles el que propone Brasería Atlántico – Florería Atlántico. Saliendo del tópico que los restaurantes argentinos tienen que estar llenos de guiños al fútbol, el tango y las carnes, apuestan por la modernidad con una reivindicación de las raíces.

a.
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