Camarasa Fruits: mucho más que una tienda de delicatessen
En uno de los puntos más elegantes de Barcelona la tercera generación de Camarasa Fruits abre una tienda, rostisería, coctelería y restaurante
¿A quién se le puede ocurrir servir cócteles de autor entre fresas, tomates y manzanas? ¿Y cómo es la experiencia de probar quesos españoles e importados en un sótano entre latas de conserva y neveras industriales llenas de embutidos?
Por lo pronto a Marc Taribó y su esposa Elisabeth, tercera generación de Camarasa Fruits, que hace pocas semanas abrió su octavo y más grande local de venta y degustación en la plaza de Francesc Macià esquina Diagonal, uno de los epicentros de la pasarela gastronómica y social de Barcelona.
Una esquina emblemática
La esquina fue durante generaciones el bar y restaurante Mery, luego la perfumería Magda, y hasta hace pocos años, una zapatería.
La esquina de Diagonal y Francesc Maciá, una de las más populares de Barcelona, contará con dos terrazas para servir a 50 comensales
La familia Camarasa recuperó el local y lo sometió a una rehabilitación de un año, donde se conservó la fachada, las columnas de mármol de la entrada, el arte en hierro fundido de las escaleras y el mármol de la barra de la planta inferior.
Una propuesta múltiple
La propuesta del restaurante-tienda Camarasa se basa en complementar antes que reemplazar. La idea es que uno pueda desayunar, comer, tomar unas copas o unos platos ligeros a modo de cena y, de paso, llevarse algunos de los productos a su casa, ya sean jamones, quesos, conservas o frutas frescas.
Eso sí: la elegante estética modernista anticipa que no es una tienda de comestibles como la de cualquier mercado: aquí el kilo de cerezas cuesta 25 euros, el de tomates de Barbastro unos 8,5 euros, y si uno quiere probar la carne de las vacas japonesas wagyu que sepa que sale 500 euros el kilo.
Bajo esa misma lógica los platos que propone Camarasa son preparaciones con un alto valor de preparación y de cuidado por el producto. Y la calidad, aunque a muchos le duela, tiene un precio.
La calidad y el cuidado por el producto de Camarasa tiene un precio. Y eso se paga
Por ello, para picar o comer allí se proponen los guisantes lágrimas del Maresme con yema curada a 19,90 €; la mini fondue de camembert a 9,90 €, el surtido de jamón de bellota a 23 €, los espárragos de Navarra a la brasa a 13,90 € o un sofisticado lingote de vaca ‘Oro puro’ de 45 días de añejado con piquillos y patatas a 22,50 €; entre muchas opciones más.
Varios espacios en un lugar
La tienda se divide en tres espacios. Al entrar recibe el despliegue de frutas que, según adelantó Marc Taribó, en poco tiempo tendrá una función dual como mesa de cócteles. “Aquí uno puede tomar algo y coger una fresa para combinarlo”, dijo a Tendenciashoy.
A un lado está la rosstisería, donde se preparan platos para llevar como el pollo a l’ast, las pastas (como canelones y lasañas), guisos y arroces a la brasa.
Bajando unos escalones se encuentra la barra de mármol donde se elaboran platillos bajo la performance del show cooking (los camareros hacen un poco de postureo ceremonial al servir las copas, pero ya se sabe que es parte de la puesta en escena).
Y si se desciende al sótano, en las barras de las neveras se puede escoger algunos de los 300 quesos que tienen atesorados, sus exclusivos embutidos u otros productos delicatessen.
Allí atiende Arán Taribó, también integrante del clan de Camarasa Fruit, experta en el mundo de los quesos que con celo de guardiana medieval vigila algunos de los más valiosos en una cava para maduración protegida como la bóveda de un banco.
Pequeñas muestras en la degustación
En la presentación que Camarasa hizo a la prensa pudimos probar algunos de los platos que ofrecen a sus clientes; como las ostras Poget ‘Super Spécial’ de Normandía, el steak tartar de Black Angus de Segrià, el jamón ibérico y la ensaladilla rusa con ventresca de atún; y un selecto despliegue de quesos de cabra y oveja de Canarias, como la Torta de La Serena, además de variedades italianas como el Parmigiano Reggiano y el gorgonzola, entre otros.
En el apartado de fuego y brasa desfilaron las croquetas de pollo a la catalana, el bao del pollo al ast y el arroz a la brasa; con el toque final de brochetas de frutas y trufas de chocolate.
La idea de Camarasa no es salir agobiado de porciones gigantescas, sino de probar nuevos sabores, de conocer su carta con 100 referencias de vinos y espumosos, o aprender a diferenciar la calidad de productores artesanos o granjas seleccionadas.