Chamako: la curiosa fusión de los sabores mexicanos y orientales que llega a Barcelona

¿Hasta que punto es viable unir la cocina y cócteles de México con toques del Lejano Oriente? Este es el audaz mestizaje gastronómico de Chamako

Fusión de sabores en Chamako. Foto Alex Froloff

Hay fusiones que nadie discute, producto de siglos de inmigraciones y cruces culturales, como la cocina nikkei de Perú, la creole de Nueva Orleans; o la de dos platos típicos españoles, como la tortilla de patatas y el pan con tomate, que llevan ingredientes nativos de América.

¿Pero qué pasa si un restaurante propone combinar la comida mexicana con sabores e ingredientes de China, Japón o el Sudeste Asiático? Y si el dueño del local es un ruso criado casi toda la vida en Barcelona, ya ni les cuento.

Ese cruce de experiencias es lo que propone Chamako (Margarit 18), que aporta una cuota de renovación a la oferta gastronómica de Poble Sec, donde sobreviven tabernas de toda la vida con una sobreoferta de locales de pinchos.

La decoración mezcla la estética nipona con los bajos fondos de cualquier ciudad mexicana. Foto Alex Froloff

Los orígenes multiculturales de Chamako

Chamako es la nueva creación de Leo Chechelnitskiy, quien llegó a Barcelona a los cinco años y se crió entre los fogones del Nazdarovia, el restaurante que abrieron sus padres y que fue el primer establecimiento ruso de la ciudad; local que tras reconvertirse en la cervecería Intertapa se transformó en Casa Madre en 2021.

Siete años antes Chechelnitskiy había abierto Sasha Bar 1969, un establecimiento quizás demasiado elegante para la escena canalla del barrio de Poble Sec.

Para presentar la fusión de sabores Chamako recurre a la historia ficticia de un niño vagabundo de México que llegó a Oriente y ahora dirige la cocina del restaurante

Las paredes de aquel local ahora acogen al Chamako, que presenta una estética más sórdida, con carteles de luchadores mexicanos y grafitis que parecen extraídos de cualquier muro de los bajos fondos de Monterrey o Puebla.

El Taco Macho dividido a machetazos. Foto Alex Froloff

La ficción detrás de Chamako

Para presentar el concepto de Chamako Chechelnitskiy se inventó la historia de un niño llamado Miguelito que viajó desde la CDMX a Tijuana en una camioneta robada, y que tras sobrevivir cocinando comida callejera llegó como vagabundo a Oriente. Allí aprendió nuevas técnicas hasta que recaló en Barcelona, donde al frente de la cocina aplica este cóctel de experiencias.

El menú de fusiones

Ese mestizaje, fusión o como lo quieran llamar se percibe con la barra fría de tiraditos, ostras y ceviches como el Chamako de gambas con leche de tigre y maracuyá; que continúa con las botanas calientes de baos, gyozas y edamame; donde hay que prestar atención al Langoschino, un hakao de langostinos con mayonesa de soja.

Nuevos sabores en el barrio de Poble Sec. Foto Alex Froloff

Si es un restaurante mexicano, claro que habrá nachos, con seis combinaciones donde se aparta con prepotencia de bandolero el Nacho Macho, una combinación de pollo, ají amarillo, jalapeños y salsa trufada en un totopo gigante, “tamaño XXL” describen, que se tiene que dividir casi a machetazos.

Otros platos que unen estas dos culturas son el Harakiri (steak tartar al estilo japonés) o el Espar-Taco (con un magnético secreto ibérico a baja temperatura con salsa tzatziki).

Pero lo que atrapará las miradas y hará que todo el mundo desenfunde los móviles es el carro de guacamole, donde esta salsa se prepara frente al comensal con los ingredientes y sazonados a gusto de cliente.

En cuanto a los postres, hay combinaciones como el Tapicoco (versión en tapioca del arroz con leche con una bola de helado de coco) y el Mousse Chocabrón, con chocolate y queso de cabra con mermelada de jalapeños.

Si hay cócteles, que sean divertidos. Foto Alex Froloff

Los cócteles

Claro que una visita al Chamako no estaría completa sin los cócteles. Una de las estrellas es la michelada, que se elabora con nada menos que 20 ingredientes.

Pero también se pueden probar opciones como el Tamalindo (tequila tradicional, mezcal 400 Conejos, tamarindo, limón, ágave y top Malquerida), Confusión (sake, Bombay dry gin, licor Confucio, vermut blanco dry lima y tamarindo) o el Chapo Mule (vodka, mango natural, limón, albahaca y ginger beer).

Y a brindar por la revolución.

a.
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