Cómo la mansión de ‘La sombra del viento’ se transformó en un coqueto hotel boutique
El palacete de Barcelona que protagoniza la novela de Carlos Ruiz Zafón es el Hotel Boutique Mirlo, con un elegante restaurante que apuesta por los platos de temporada

El Hotel Boutique Mirlo. Foto Juan Pedro Chuet-Missé
La escalera, de madera y con aires nobles, aún cruje al pisarla; pero nadie se espera encontrar de un lado a la enigmática figura de Julián Carax ni al infortunado Daniel Sampere del otro, tal como describe Carlos Ruiz Zafón en una de las escenas culminantes de La Sombra del Viento.
Tampoco la misteriosa mansión de la Avenida Tibidabo 32 está rodeada de hojarasca y maleza sino de un bonito jardín con piscina, un par de senderos iluminados y una terraza cubierta; mientras las misteriosas habitaciones como la de la antigua cripta en realidad son coquetos dormitorios del Hotel Boutique Mirlo.
La mansión que se convirtió en un símbolo literario
Ruiz Zafón convirtió la casa Macaya (rebautizada como palacete Aldaya) en un ícono literario. Cabe recordar que su famosa novela es la segunda obra literaria española más vendida de España tras el Quijote (con nada menos que 10 millones de ejemplares vendidos, y traducciones a 36 idiomas), y tras la publicación del libro había un continuo desfile de curiosos que miraban por la verja negra esperando dar con alguna pista del Cementerio de los Libros Olvidados.
Aunque no hay rastros de la atmósfera sombría de ‘La sombra del viento’, la antigua casa Macaya permite recrear los escenarios de la novela de Ruiz Zafón
La elegante residencia neoclásica, construida en 1918 para los Romà Macaya, fue transformada a fines de 2021 en un hotel cinco estrellas que nada tiene que ver con el ambiente enigmático que inventó Ruiz Zafón, pero que a los amantes de la literatura les permite sumergirse -aunque sea con la imaginación- en esa obra.
El Hotel Boutique Mirlo por dentro
El hotel de 16 habitaciones, con precios que van desde los 250 a los 500 euros, recupera el espíritu señorial de sus antiguos propietarios, con una sala de cuadros modernistas y una biblioteca donde, por supuesto, abundan las obras y traducciones de Ruiz Zafón; autor que conocía la residencia porque allí tenía su puesto de trabajo cuando a fines de los ’80 había sido sede de la agencia Ogilvy.
La sala posterior se ha convertido en El nido del mirlo, un pequeño pero elegante restaurante, abierto tanto a los huéspedes como al público de Barcelona.
“Los mediodías vienen muchos clientes de las empresas y clínicas cercanas, pero por las noches y sobre todo los fines de semana son vecinos de los barrios cercanos, sobre todo familias”, describen a Tendenciashoy desde la dirección del hotel.
El restaurante El nido del mirlo
El chef José Manuel Zafra y el asesor gastronómico Ismael Alonso elaboraron una carta basada en productos de proximidad, que oscila entre creaciones de mar y montaña, buscando el equilibrio de los deseos de los turistas (“el jamón ibérico es uno de los que más piden”, dice Ferrer) y la búsqueda de sabores nuevos por parte de los locales; siempre variando con las temporadas.
Entre los entrantes (10 a 16,5 euros) hay una larga selección de platillos livianos, ideales para el verano, de los que probamos el exquisito gazpacho de fresas con helado de cabra, así como las recomendadas croquetas de puro ibérico y de espinacas.
Pero también hay diferentes ensaladas (de quinoa o salmón marinado), ventresca de atún, raviolis de meloso de ternera o tartar de atún y aguacate, entre otros.
En los principales (16 a 24 euros), los pescados dan la nota con la merluza de pincho, el taco de pulpo con parmentier, el bacalao confitado con puré de espinacas (mi elección) y el rodaballo a la Donostiarra, “que en rigor, es de una receta tradicional de la abuela del chef, que era de País Vasco, pero no de San Sebastián”, apunta Ferrer.
Por el lado de las carnes, están el solomillo asado con terrina de patatas, la presa ibérica Arturo Sánchez y el steak tartar en holandesa de mostaza.
La carta del pequeño pero elegante restaurante busca el equilibrio entre los deseos de los turistas y la búsqueda de sabores de los clientes de la zona
Claro que también hay veraniegos arroces (19 euros) como el meloso de gamba roja y sepia o el cremoso de verduras y setas; y en el apartado de los postres (6 a 7 euros) no se pierdan el babareis al ron con helado de vainilla, aunque también es muy popular la milhojas con crema de limón y frutos de invierno.
Una copa en el jardín
Los vinos presentan selectos tintos y blancos del Penedès, Terra Alta, Montsant, Rioja, Ribera de Duero, Rueda, Rías Baixas, Chablis y otras denominaciones de origen; y si se trata de derivar para algún cóctel en la pequeña sala de grandes ventanales o el espacio chill out de los jardines, basta consultar a los bartenders que sacarán alguna creación fuera de carta.
Con suerte, en la abundante vegetación que rodea al hotel, cada tanto se puede ver a algún mirlo; ave que inspiró el nombre del establecimiento.
“El mirlo es un ave que vive en la periferia de las ciudades, baja al centro durante el día y regresa a su nido por las noches. Nos gustó esa analogía, porque aquí estás en Barcelona sin que parezca que es Barcelona”, señala Ferrer.