Pimentel: un homenaje del siglo XXI a los bares de toda la vida

¿Cómo puede sobrevivir el espíritu de los bares clásicos? Pues que las nuevas generaciones hagan una relectura de los platos de nuestros abuelos, como hace el Pimentel en el barrio del Born

Varios platos en el Bar Pimentel (Barcelona)

El Pimentel ofrece una carta de tapeo y platos para compartir. Foto Bar Pimentel

Aunque el neologismo viejoven no figure en la RAE, todo el mundo sabe a qué nos referimos. Y al bar Pimentel (Carders 11, Barcelona) la palabra le encaja como anillo al dedo, para sintetizar su propuesta de platos de toda la vida con un interesante giro aportado por su creador Martín Pimentel.

Pero esta definición también se expande al pequeño local del Born abierto hace tres meses, donde su estética retro, su música ochentera y su cartel detenido en los ’60 no dan huellas de la interesante carta de tapeo y platos para compartir que ofrecen.

El recuerdo familiar

Cabe hacer un paréntesis de historia familiar para que cierre el concepto de viejoven: el dibujo del simpático señor que da la bienvenida en las cartas es José Chujo Pimentel, el abuelo del fundador.

Fue un importante empresario gastronómico, protector de militantes antifranquistas a quien daba cobijo y comida cuando tenían que huir de los grises, y gran creador de platos y cócteles.

El lugar recupera el espíritu de los bares de toda la vida. Foto Bar Pimentel

Sabores de ayer y de hoy

Este homenaje familiar se traslada a una carta de porciones pequeñas pensadas para degustar en pareja o amigos, y hacer un mix entre sabores de toda la vida e innovaciones que pueden descolocar en la descripción pero que convencen en el paladar.

Martín Pimentel homenaje a su abuelo Chujo con una carta que recuerda a los sabores de toda la vida

En nuestro caso, empezamos con unas zamburiñas gallegas con tomates confitados y un trinxat con torrezno de Soria, un plato que también recuerda a las cocinas emergidas por los movimientos migratorios de Cataluña.

En ese contexto se ubica el exquisito tartar de atún con salmorejo, con una receta originaria de la Sevilla de los años ’50 reelaborada por uno de los socios de Pimentel.

El local ofrece una estética retro. Foto Bar Pimentel

Le siguieron la coca con escalivada y sardina ahumada (otra fusión de historia mediterránea) y un muy recomendable huevo poché a baja temperatura con parmentier de patata equilibrado con el torrezno de Soria.

De entrantes y de mar

En la carta, otras opciones de platillos para abrir el apetito están el empedrado de judías de Santa María con bacalao, las croquetas (jamón de bellota, pollo a l’ast y gamba), la ensaladilla rusa con ventresca de atún o el matrimonio (tosta de anchoa, boquerón y salmorejo).

Ya en platos más grandes, dimos cuenta de un calamar a la plancha servido en una cama de setas como la trompetilla amarilla; que forma parte del capítulo del mar que integran los mejillones al vapor con citronela, coco y lima kaffir, el bacalao al pil-pil, el atún soasado con tomate confitado y aguacate, las gambas rojas y la corvina asada con bimi; entre otros.

Recetas clásicas con un interesante giro moderno. Foto Bar Pimentel

Ojo a las sugerencias

Tengan siempre en cuenta las sugerencias de la temporada (teniendo en cuenta que la carta cambia cada tres meses, nos apuntan), como la tierna carrillera de baja temperatura con puré de calabaza que hemos probado.

O en todo caso, atención a la fritura a la andaluza con mayonesa de lima, el pulpo a la gallega con parmentier de patata, el huevo estrellado con foie, el cordero glaseado con boniato o la codorniz en escabeche y verduras.

En el Pimentel hay una variada carta de vinos naturales. Foto Bar Pimentel

Apuesta por los vinos naturales

Además de la clásica caña de cervezas como la Turia, o diferentes como la Cyclic Beer Farm o la Caravelle, en el Pimentel prestan mucha atención a los vinos naturales o con el mínimo tratamiento, con una carta de DO de diferentes partes de España (desde Ribera del Duero a Navarra, pasando por Penedès, Montsant, Rioja) y algunas internacionales.

Y como para cerrar el homenaje al abuelo Chujo, atención a su variada carta de cócteles. No se arrepentirán.

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