Por qué esta plaza de Sants es el mejor lugar para el terraceo en Barcelona

En la Plaça d’Osca conviven una docena de bares con sus terrazas, donde la ausencia de tráfico y la gran cantidad de árboles la convierten en un ansiado lugar para disfrutar de un vermú o unas tapas

El culto al terraceo en la Plaça d’Osca. Foto Vancouver Public Space-Flickr

Si fuera por los vecinos de Sants, se instauraría un código del silencio que prohíba mencionar a la Plaça d’Osca (Plaza de Huesca). Para algunos serviría para mantener ese aire pueblerino que le otorgan las zonas peatonales que lo rodean, en una estética reforzada por la abundante presencia de árboles.

Otros consideran que así se evitaría que muera de éxito, y que no siga la estela de otras plazas secas llenas de bares que por las noches, sobre todo de verano, son un imán para el botellón. Y ni hablar de las molestias para los vecinos.

La alta densidad de bares

En esta manzana perfectamente cuadrada se concentran nada menos que 12 bares y algunos restaurantes, que disponen de 44 mesas de terrazas (según un cálculo de Terrazeo), que a todas horas son buscadas para pasar un rato en calma.

Por la Plaça d’Osca pasan desde vecinos madrugadores, barceloneses en búsqueda del vermut del mediodía y turistas que vienen en plan de tapas y cócteles nocturnos

La Plaça d’Osca y sus aires de pueblo. Foto Edu Bayer

El perfil es variado, pero a grandes rasgos por la mañana los primeros habitués son vecinos con su ritual del desayuno, para luego ir recibiendo a gente de otros barrios hacia el mediodía, y a todas horas, una continua llegada de turistas que intrigados por las recomendaciones de las guías, llegan a este rincón de Hostafrancs de pasado obrero.

Las tardes y sobre todo las noches conseguir una mesa libre puede implicar una buena espera. Y si es fin de semana, pues a tener más paciencia que un monje zen.

Uno de los platos del restaurante Sesenta Cuarenta

Los bares de la Plaça d’Osca

La Mestressa, en el número 7, es uno de los bares más famosos; con un aire hípster y una carta ecléctica con platos como hamburguesas, huevos con gambas, patatas bravas de buena fama, ceviche, gambas de Palamós o tataki de atún.

Vermut i a la Gábia, en el local contiguo, anticipa en su nombre que este tentempié de vino dulce y tapas es su mascarón de proa; opción que se combina con ideas delicatesen como el bikini de queso ibérico, rúcula y trufa.

Homo Sibaris, en el número 4, es una meca de la cerveza artesana y los quesos, donde se suelen organizar catas y otras actividades “de divulgación sibarita”.

Som Y (en el 5), además de sus tostadas y tapas, es buscado por los seguidores del Barça (bueno, de cualquier amante de fútbol) para ver los partidos en las pantallas de su interior.

De tapas comunes y delicatessen

Sesenta Cuarenta (en el 8) es un restaurante con un culto por los productos de proximidad y una variada carta de vinos, cervezas y cócteles. Además de sus diferentes tipos de nachos y hummus, allí se pueden probar las patatas con dados de ternera y salsa chipotle, el rulo de carillera con parmentier de patatas y chips o las alcachofas con crema de parmesano.

El Passadís (número 10) se especializa en mojitos, gin tonics y otros combinados que pueden dialogar con pizzas, sushis o diferentes tapas.

Teta de Monja. Foto Vancouver Public Space-Flickr

Las 44 terrazas suelen estar ocupadas desde la tarde. Y los fines de semana conseguir un lugar requiere una gran cuota de paciencia

Fo Bar (en el 12) es uno de los bares que más temprano abren y más tarde cierra, donde en un ambiente bohemio se ofrecen bocadillos y toda clase de platos para picar, como nachos con guacamole o queso o hummus; además de una docena de cócteles. Detalle: suelen cobrar 0,30 euros de recargo de terraza por producto, no por pedido.

Ad Fundum (Riego 15) también está especializado en cervezas, que se pueden probar entre tapas como hummus, alcachofas con jamón, tortillas, rollitos de calabacín o alitas de pollo.

Los locales de la calle Premià

En la esquina de la plaza que da a la calle de Premià está Teta de Monja, un local italiano con interesantes pastas y pizzas, como ñoquis, focaccias o calzones. Su vermut es casi un rito de fines de semana.

Si se sigue sobre la cara de la plaza que da a esa calle se pueden ver, uno al lado del otro, a La Bodegueta con sus tapas y cervezas; Las Tres Mentiras con sus propuestas de cocina mexicana; Terra d’Escudella, que hace gala de una buena cocina catalana como sus guisos; y el más elegante L’Arrosería de Sants, que ofrece menús del día a 14,5 euros con platos como lenguado a la donostiarra, arroz meloso de costillar ibérico, salteado de carne o paella de marisco.

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