Juan Tallón: para contar algo hay que contar mucho

El escritor y periodista gallego publica 'Obra maestra', la inverosímil historia real del nacimiento, la forja, la exhibición, el esplendor, el traslado, la custodia, la pérdida y la búsqueda de una gigantesca escultura

Juan Tallón publica ‘Obra maestra’ (Anagrama). Foto: Laura Ortega.

A la hora acordada, con tiempo suficiente para tomar uno, incluso dos cafés, pero antes del almuerzo, Juan Tallón (Vilardevós, Ourense, 1975) responde al teléfono a los pocos tonos y me saluda diciéndome mi nombre. Le imagino en su casa, en la habitación donde escribe, con un flequillo ladeado tapándole el ojo izquierdo, vestido con una camisa blanca, con el último botón desabrochado y los puños remangados, pantalón vaquero con cinturón, calcetines de un color vivo y pantuflas.

Las botas marrones de ante, con suela de goma y sin cordones, y el abrigo colgado en el perchero esperan a que se las calce y se lo ponga, respectivamente, para salir a dar una vuelta por la termal Ourense. Ciudad en la que vive y desde la que mira el mundo. Cómo lo ve lo escribe en sus reflexivas columnas periodísticas, libros y lo cuenta en sus cápsulas radiofónicas.

Juan Tallón es licenciado en Filosofía y ejerce de Platón y compañía de incógnito. Divaga sobre la acción de abrir el buzón, tocar fondo, el error humano, la lista de los recados que todos llevamos en una nota en el teléfono, rectificar y dar marcha atrás, la luz y llenar el depósito de gasolina, entre otras muchas cosas más.

Sobre esta última cuestión no le pregunto, como tampoco le pido que me diga qué es arte y qué no lo es a colación de su último libro, Obra maestra, publicado por Anagrama. Una novela en la que cuenta la historia de la desaparición de una escultura. Una novela que se empieza a leer queriendo saber qué pasó y, a medida que se avanza en su lectura, lo que uno quiere saber es cómo pasó y cómo pudo pasar.

Y lo que pasó, sin que nadie sepa cómo pasó, es que Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, una escultura de 38 toneladas de acero corten creada por el artista Richard Serra para el Museo Reina Sofía de Madrid, un buen día desapareció sin dejar rastro. Lo pesado se hizo ligero. Un milagro ibérico. Más en alto no puede empezar una novela. Sin embargo, el asombro y el misterio no decaen a lo largo de sus algo más de trescientas páginas. Lo que no desaparece en la novela es la posibilidad de que la escultura aparezca.

Juan Tallón. Foto: Laura Ortega.

Cronología de un despropósito

En enero de 2006 Juan Tallón conoce la historia de la desaparición de la escultura de Richard Serra a través de una noticia publicada en ABC escrita por la periodista Natividad Pulido. Una historia que se remonta al año 1986, cuando el Museo Reina Sofía le encarga a Richard Serra una escultura que se muestra en una exposición temporal en 1987 y en 1990.

Lo que no desaparece en la novela es la posibilidad de que la escultura aparezca

Galo Martín Aparicio

A partir de ese año la escultura, que ya es propiedad del museo al comprársela al artista, se almacena en una nave de la empresa Macarrón S.A. en la localidad madrileña de Arganda del Rey. En 2005 el Museo Reina Sofía no sabe dónde se encuentra su escultura y un año después la periodista Natividad Pulido escribe en el ABC que la escultura de Richard Serra ha desaparecido.

En 2009 el propio Serra hace una copia que se convierte en original y se exhibe de manera permanente en la sala 102 del museo. Sala a la que da a parar Juan Tallón un día de ese mismo año durante una visita a la exposición del escultor Juan Muñoz acompañado del escritor argentino César Aira.

Para Tallón ahí había una historia, faltaba el cómo contarla y una causa judicial que se convirtió en su particular Las doce pruebas de Astérix. El propio Tallón confiesa que afrontar este proyecto sin abandonarlo a lo largo de los años pese a encontrar continuamente dificultades y obstáculos que no le permitían llevarlo a cabo fue un gran acto de paciencia por su parte.

Historia de una obsesión y paciencia

Cuenta Tallón que pasaron diez años desde que se propuso escribir esta novela hasta que al final se sentó y empezó a hacerlo. Diez años de una obsesión. Una década en la que no supo cómo afrontar el relato de la historia de la desaparición de una escultura semejante a un camión de cinco ejes, sin ruedas y a tope de carga.

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Mientras posponía la escritura de esta novela y escribía otras y se mudaba de casa y tenía una hija, recopilaba material, recuperaba testimonios, pero sin tener claro como trasladar todo aquello a una novela. Pensó que otra vez se veía inmerso en la escritura de una novela que no sabía cómo escribir, además de estar convencido de que sin la causa judicial no había novela.

Llegó a sentirse tan superado por el proyecto que se amparaba que sin dicha causa no podía escribir el libro. Una cosa bloqueaba la posibilidad de la otra, hasta que se produjo uno de esos giros inesperados en la escritura de una novela que le proyectaron a su escritura sin haber conseguido todavía la causa judicial. A partir de ese momento recuerda que se lanzó a escribir la novela mientas seguía luchando con el sistema judicial por conseguir la causa. Tuvo que dejar de pensar en ella y centrarse en el proyecto, asumiendo que emplearía más ficción en la vertiente policial para suplir cosas que desconocía.

El relato se construye sobre 73 testimonios de gente del arte y de las leyes, guardias de seguridad, chatarreros, taxistas, camioneros y un terrorista

Al final la consiguió. La pudo leer, fotografiar y mandar imprimir a un copista de confianza, no le dejaron sacarla del Juzgado Número Dos de Arganda del Rey. No es descabellado pensar que se hiciera un autorretrato con dicho documento. La causa la usó para afinar y dar más carga real a los hechos que tenían que ver con la investigación, con la búsqueda de la escultura.

Reconoce que no se esperaba este libro, un gran acto de paciencia por su parte que convive con todo el misterio que la escultura despide; desde que Serra la crea y desaparece y nadie puede ofrecer un relato fiable de qué le pasó a la escultura. Ese misterio que está ahí desde la primera página fue el gran obstáculo que Tallón se encontró a la hora de escribir la novela. Cuenta que fue un reto casi imposible hasta que dio con el modo de cómo narrar la desaparición de algo tan pesado como si fuera algo liviano.

73 voces y una protagonista

Obra maestra es una novela de múltiples perspectivas. Muestra cómo nos aproximamos desde distintos ángulos a un mismo acontecimiento. Algo similar a lo que hizo en su anterior novela, Rewind, publicada también por Anagrama, en la que los cinco relatos contados en primera persona se corresponden con los cinco protagonistas de la historia.

En el caso de Obra maestra Tallón explica que los 73 testimonios son voces que en absoluto se corresponden con personajes. Son narradores que prestan testimonio en una novela que mezcla realidad y ficción. En esa mezcla puede suceder, como así dice que pasa el autor, que algunos relatores de la novela con nombre real no expresen algo en la forma en la que en realidad lo hicieron. Son personajes reales de los que Tallón se inventa su testimonio, pero intentando mantenerse más o menos fiel a lo que dijeron para mantener la verisimilitud de la historia.

Juan Tallón. Foto: Laura Ortega.

Cada una de esas voces se aproxima a la vida de un personaje principal, en este caso la escultura desaparecida de Richard Serra, desde un ángulo diferente. 73 testimonios de gente del arte y de las leyes, guardias de seguridad, chatarreros, taxistas, camioneros y un terrorista que aportan algo diferente relacionado con el mismo hecho. Y después hay personajes completamente inventados, que no existieron. Pero que son auténticos. Juan Tallón en estado puro.

Una novela que en realidad son varias

Los testimonios, los personajes de la novela, cuenta Tallón que, además de contar su versión de la desaparición de la escultura, ayudan a comprender lo que hay de inhumano, a veces, kafkiano, en la relación de los ciudadanos con la administración, con los aparatos del estado que, se supone, ordenan la vida administrativa. Es un aparato tan ciego que, a veces, no es consciente de que administra a seres humanos que necesitan de comprensión.

Al final, la novela acaba siendo la historia de las relaciones, de las personas, las empresas, con ese gran ser inanimado que es la administración pública. Tallón, que es una de las voces de esta novela, da fe de ello en su testimonio.

La otra víctima de la administración pública en la novela es el único imputado en la desaparición de la escultura, la empresa Macarrón S.A., un negocio familiar y centenario dedicado al montaje, traslado y custodia de obras de arte. Una de esas piezas que custodiaba era la escultura de Richard Serra, a la que la propia administración obliga a endeudarse a base de solicitarle servicios que nunca le pagaba por lo que acaba en la ruina en 1996.

«La novela acaba siendo la historia de las relaciones, de las personas, las empresas, con ese gran ser inanimado que es la administración pública»

Galo Martín Aparicio

Macarrón S.A. es una historia más en la novela. Tallón dice que para contar algo hay que contar mucho. Para entender algo en concreto, hay que aportar el contexto histórico que explica ese algo que, en este caso, al autor le interesa contar. Así, para contar la historia de la escultura Tallón tiene que contar la historia del artista, del museo que adquirió la pieza del artista, la de la empresa que se hizo cargo de la pieza una vez ya no se expuso en el museo, la historia de la decadencia de esa misma empresa, lo que empuja la desaparición de la escultura. Al final acaba contando parte de la historia de un país. España, a la que como dice en su testimonio el pintor Juan Genovés, “se nos escapa el tercermundismo por todos lados”.

Obra maestra dice Tallón que es el relato de cómo sucedieron en una época determinadas cosas. Ahí es donde a lo mejor se ve la clase de países que somos. El conocimiento de la historia, la visita a las fuentes de las fuentes te permiten conocer mejor qué pasó.

Juan Tallón. Foto: Laura Ortega.

Para Tallón la novela y la ficción, a veces, también ofrecen un relato bien interesante sobre qué pasó. Ayudan, dice, de una forma muy distinta, a conocer los acontecimientos y a un país. País del que Tallón no hace sangre. La suya es una novela sobre el mundo del arte, el mercado del arte, sobre España, sin renunciar al humor. Dice que en su libro no se ridiculiza, ni se juzga a nadie, simplemente se exponen una serie de hechos. En esa exposición llama la atención como Richard Serra gestionó el escándalo que supuso la pérdida de su escultura.

Copia original

A lo largo de la novela uno se va forjando una idea de cuál es el carácter de Richard Serra: trabajador, hosco, un profesional del arte que reacciona con templanza e inteligencia ante semejante suceso. Cuenta Tallón que fue el único que públicamente dijo que el Museo Reina Sofía no era el culpable de la desaparición de su escultura.

Para atajar la crisis de prestigio en la que estaba cayendo el museo, el Reina Sofía y el artista llegaron a un acuerdo. Serra replicó la obra desaparecida y la incorporó a la colección permanente del museo como obra original. Tallón describe este acuerdo como una genialidad.

Equal-Parallel/Guernica-Bengasi es una obra que a la vez que está desaparecida está expuesta en el Museo Reina Sofía. La desaparecida cree Tallón que no va a aparecer y eso va a mantener en alto su leyenda. Al tiempo se pregunta ¿No va aparecer porque la destruyeron y ya no existe o no va a reaparecer porque quien la hizo desaparecer la mantiene en un perfecto estado de secreta conservación y disfruta de ella en soledad?

Quizá pesa más la teoría de que fue destruida que robada para disfrutarla en soledad. Pero no hay pruebas, luego se puede pensar lo que se quiera sobre el destino de la escultura. A Tallón le gusta pensar que está siendo disfrutada por alguien o incluso está siendo parte de nuestra vida, de millones de personas. Que fue destruida y el acero como materia prima al que dio paso la escultura se transformó en millones de pequeños objetos. A saber, un cabecero de una cama, un cuchillo en un cajón de cocina, una cuchilla de afeitar, una mesa de jardín, una parrilla en una barbacoa de una casa en la sierra, etc.

a.
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