Un pasaporte para viajar por la historia de Madrid (desde el subsuelo)

Ocho joyas artísticas de Metro de Madrid se unen para ofrecer una visita única a la historia de la ciudad a través del suburbano

La llamada estación fantasma de Chamberí. Foto: Metro Madrid.

Más de 300 km y 300 estaciones dan para mucho. Metro de Madrid es la tercera red de suburbano más grande de Europa (solo por detrás de Londres y Moscú) y la novena del mundo. Otra ciudad que discurre por debajo de la superficie en la que puedes quedar, comer, comprar, admirar arte, descubrir una estación fantasma o ir a un museo, además, claro, de moverte por la capital.

Ahora, también, realizar un paseo por la historia gracias a una iniciativa que engloba las ocho grandes joyas artísticas del metro.

A través de un nuevo pasaporte se propone una ruta cultural a sus espacios más emblemáticos, que permiten descubrir desde vagones antiguos restaurados a impresionantes motores diésel que impulsaban los trenes en los años veinte del siglo pasado, pasando por yacimientos arqueológicos encontrados a lo largo de diferentes obras.

El Metro de Madrid está lleno de arte, leyendas y secretos. Foto: Metro Madrid.

Un pasaporte al pasado

Para embarcarse en este viaje basta conseguir un pasaporte en la estación de Chamberí, en la Nave de Motores o en la exposición de trenes históricos de Chamartín y, a partir de ahí, adentrarse en el resto de propuestas: vestíbulo de Pacífico, Museo de la estación de Gran Vía, vestíbulo de Tirso de Molina, el Centro Paleontológico de Carpetana y el Museo de los Caños del Peral de la estación de Ópera.

Si completamos el pasaporte con los 8 sellos obtendremos una recompensa en las tiendas de Metro Madrid

En cada una de las paradas (en algunas es necesario reservar previamente a través de la web), obtendremos un sello en el pasaporte y, si lo completamos, obtendremos una recompensa que podremos canjear en las tiendas de Metro de Sol y Plaza de Castilla.

El templete original de acceso a la estación de Gran Vía de Antonio Palacios. Foto: Metro Madrid.

Se trata, explican sus responsables, de “fomentar el conocimiento de los espacios museísticos de Metro y permitir a madrileños y turistas sumergirse en la historia y la cultura que ha impregnado el carácter de la capital durante los últimos cien años”.

Joyas bajo la superficie de Madrid

Metro de Madrid se inauguró en 1919 con una primera línea que conectaba la Puerta del Sol y Cuatro Caminos. Constaba de 3,48 km y ocho estaciones, que algo más de 102 años después suman un total de 33.

Aquí se encuentra una de las paradas más curiosas del recorrido, la estación de Chamberí, una de las 8 originales y que funcionó hasta 1966.

Señalética Chamberí. Foto: Metro Madrid.

Llamada también el Andén 0, circularon muchos rumores acerca de esta ‘estación fantasma’. Lo cierto es que no había nada de misterioso en el cierre: fue clausurada ante la imposibilidad de ensanchar los andenes según los estándares.

Entrar en la estación de Chamberí es como retroceder a los años 50 del siglo XX

Habilitada como museo, a estación se ha mantenido prácticamente intacta, con las ventanillas y los viejos tornos que, una vez franqueados, permiten retroceder varias décadas en el tiempo. Entre azulejos originales y una colección de objetos antiguos destacan los carteles publicitarios de los años 20, hechos en cerámica.

La estación se ha mantenido intacta tras su clausura. Foto: Metro Madrid.

Viejos motores y antiguas leyendas

La Nave de Motores de Pacífico es otro de los enclaves del suburbano que merece la pena visitar. Se construyó entre 1922 y 1923 para solventar posibles insuficiencias de suministro eléctrico y para prestar un mejor servicio a una red de Metro que por aquel entonces estaba en plena expansión.

Acoge tres impresionantes motores diésel que generaban y transformaban la energía con la que funcionaban los trenes en aquellos años.

Precisamente esos trenes históricos se guardan en Chamartín. En su exposición vemos convoyes antiguos restaurados desde la época de los inicios de la empresa.

Nave de Motores. Foto: Metro Madrid.

Otra parada interesante es el vestíbulo de Tirso de Molina, diseñado por el arquitecto Antonio Palacios, que permite observar cómo era el metro madrileño en sus primeros años de vida: azulejos blancos biselados con frisos de cerámica de Toledo o un escudo de Madrid en cerámica vidriada con reflejos metálicos que fue inicialmente colocado en la estación de Cuatro Caminos para la inauguración de la línea 1 en 1919.

Se dice que tras sus paredes están los huesos de los frailes enterrados en el convento de la Merced, que se levantaba en esta plaza –en aquel momento llamada de Progreso– hasta 1834.

En ese mismo convento habría ingresado en el año 1600 Fray Gabriel Tellez, dramaturgo que firmaba sus obras con el seudónimo de Tirso de Molina y por cuyo nombre se cambió el de la plaza, que preside una estatua suya, a partir de 1939.

Vagones antiguos en el museo de la estación de Chamartín. Foto: Metro Madrid.

Patrimonio arqueológico

También se encuentran incluidos en este itinerario sobre los tesoros desconocidos de Metro de Madrid el Museo de la estación de Gran Vía, una estación que reabrió sus puertas el 16 de julio de 2021 tras más de mil días cerrada y que, además de estrenar un templete de acceso construido según el modelo original de Antonio Palacios, cuenta con un pequeño museo arqueológico donde se los restos encontrados durante las obras de remodelación.

El antiguo vestíbulo de Pacífico, que conserva actualmente el mismo aspecto en el que se encontraba en el año 1923 y la recreación museística de la histórica fuente de los Caños del Peral (en Ópera) son otras de las paradas.

Caños del Peral. Foto: Metro Madrid.

Para el final hemos dejado el conjunto arqueológico que se exhibe en Carpetana, en la línea 6 del metro.

Durante las obras de remodelación de la estación se encontró un yacimiento paleontológico de excepcional interés con miles de restos de fósiles de animales que datan del Miceno (estos, en concreto, de hace unos 14-15 millones de años).

Mandíbulas de caballo primitivo, restos de mastodontes, rinocerontes, rumiantes, tortugas gigantes e incluso fósiles de anficiónido, una especie de oso-perro se encontraron entre los hallazgos.

Estación de Carpetana. Foto: Metro Madrid.

Algunas reproducciones pueden verse en el museo de la estación, que recrea los paleoambientes de aquella época (hay un mastodonte completo) además de ilustraciones que muestran cómo eran los animales que poblaban Madrid en el pasado.

a.
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