Aragón: las bóvedas que fabricaban hielo cuando no existía la electricidad
En los pueblos del Bajo Aragón hay un circuito que permite conocer las bóvedas del frío, construcciones de los siglos XVI y XVII donde la nieve se convertía en hielo

Cada bóveda es un viaje único. Foto Visit Bajo Aragon.com
Nos resultaría inconcebible vivir sin nevera. Podemos estar agradecidos que hace un siglo y medio que existen los sistemas de refrigeración, pero durante siglos la humanidad tuvo que buscar toda clase de recursos para conservar sus alimentos.
En las comarcas del Bajo Aragón idearon una ingeniosa solución: construir bóvedas en piedra donde la nieve acumulada se transformaba en hielo.
Edificadas entre los siglos XVI y XVII pero en funcionamiento un par de siglos más, unas ocho de ellas fueron adaptadas para ser visitadas, en donde se despliegan paneles informativos, que con los juegos de luces sobre la superficie abovedada ofrecen un toque mágico.
La ruta de las bóvedas del frío
Estas se pueden conocer en una ruta de 127 kilómetros por pueblos como Alcañiz, Valdealgorfa, Belmonte de San José, La Cañada de Verich, La Ginebrosa, Aguaviva, La Mata de los Olmos y Calanda.
La ruta de 127 kilómetros permite conocer unas ocho neveras de roca que fueron adaptadas para visitas
La primera de esta ruta está en Alcañiz, un espacio de 80 m2 de planta rectangular y cuatro metros, en donde se presenta un audiovisual sobre la producción de hielo y su venta en esos siglos.
La siguiente está en Valdealgorfa, a 14,5 km donde las luces frías iluminan los canales de desagüe tallados en la base de la roca.
Belmonte de San José, en el valle del Mezquín, es uno de los pueblos más bonitos del Bajo Aragón. En su nevera rocosa, la única a la que se accede por la parte superior, cabe mirar los arcos de piedra sillar. Una locución permite conocer cómo fue su curioso proceso de construcción.
Cerca, a 6,4 km, está la bóveda de La Cañada de Verich, dueña de una de las entradas más interesantes del circuito.
Un ingenioso sistema para crear hielo
A pocos minutos se puede visitar la nevera comunal de La Ginebrosa, cerca del casco urbano, de diseño circular y edificada en mampostería y argamasa. Esta fue una de las más longevas, que se usó hasta el primer tercio del siglo XX.
En Aguaviva, a 11 km, se puede ver un pozo de nieve de 4,5 metros de diámetro y otros cuatro de altura, montado en la ladera norte de una pequeña elevación del terreno.
La nevera de La Ginebrosa estuvo en funcionamiento hasta principios del siglo XX
En La Mata de Olmos, el pueblo más alejado del circuito, está una nevera que tiene una de las bóvedas más interesantes, donde hay cinco aperturas para el llenado y vaciado de la nieve. Para acceder hay que hacerlo desde el vecino Centro de Visitantes.
El recorrido se vuelve circular y llega a Foz Calanda, donde la antigua nevera tiene dos ramificaciones laterales donde se añadieron contenidos sobre la historia de estas construcciones.
En una se detalla cómo se llenaban y funcionaban estas neveras de roca y en la otra se precisa los usos que se le daban a la nieve acumulada.
Un viaje único para conocer una de las soluciones más ingeniosas para la vida cotidiana.