Cinco viajes por carretera para explorar Cataluña a fondo

A lo largo de los Pirineos o por el Mediterráneo, por rutas culturales o de naturaleza, el territorio catalán es un catálogo de experiencias para vivir en coche

Monasterio de Santa María de Poblet. Foto Turismo de Catalunya

El territorio de Cataluña puede ser pequeño desde un punto de vista geográfico pero grande en cuanto a las riquezas naturales, culturales y gastronómicas que se despliegan en él.

A través de diferentes alternativas sugeridas por Jordi Monner Faura en la guía En ruta por Cataluña (Lonely Planet) podemos armar varios circuitos para descubrir la diversidad de paisajes que hay desde los Pirineos al Mediterráneo; la combinación de naturaleza y centros de ocio a lo largo de su litoral costero, la abundancia de centros históricos y patrimoniales, y las bondades de sus vinos y cavas.

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Son recorridos para realizar en varios días, y en diferentes momentos del año, donde se transita tanto por autopistas como por carreteras secundarias, a través de montañas, valles, calas, ciudades y pueblos. Es momento de poner rumbo a los mejores destinos de Cataluña.

Montañas, arte románico y el espíritu de Dalí

Esta ruta, de 475 kilómetros, necesita al menos cinco días para ser realizada.

El punto de inicio es el Valle de Arán, territorio donde se habla una variante del occitano, en parajes de pueblos pequeños rodeados de grandes picos donde la ausencia de nieve se suple con recorridos de senderismo o bicicleta todo terreno.

A través de 475 km de esta ruta se pasa desde las alturas de los Pirineos en el Valle de Arán hasta las costas de calas y playas del Empurdà, en plena Costa Brava

La belleza de la naturaleza se despliega en el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, donde los ríos como los de la Noguera Pallaresa son buscados por amantes del rafting.

Vall d’Aran. Foto Turismo de Cataluña

En el Valle de Boí, así como en la carretera N-260 que acerca a la Seu d’Urgell, se encuentran valiosas joyas del románico, como la catedral de esta pequeña ciudad o el Monasterio de Santa María de Ripoll.

El camino atraviesa los paisajes volcánicos de La Garrotxa, que es mejor explorar a bordo de globos, salpicados de pueblos medievales como los de Beget, Santa Pau y Besalú con su famoso puente medieval.

Cadaqués. Foto Hjirivas | Pixabay

El punto final es la Costa Brava, donde entre calas y pueblos de pescadores se atrapa al espíritu de Dalí en su museo de Figueres, en el castillo de Púbol y en la villa blanca de Cadaqués.

A lo largo del Mediterráneo

La segunda ruta son 350 kilómetros bordeando el litoral mediterráneo. El punto inicial son los humedales del Delta del Ebro, un terreno horizontal ideal para conocer en bicicleta y ver la abundante cantidad de aves entre lagunas y arrozales.

Cerca está el complejo de ocio Port Aventura, con atracciones de vértigo como la de Ferrari Land, que se combinan con una variada propuesta turística y gastronómica en la Costa Dorada, que tiene a las localidades de Salou y Cambrils como sus epicentros.

Delta del Ebro

El desvío a Tarragona lo dejaremos para otra ruta, así como el paso por Barcelona.

El espíritu de cultura, fiesta y tolerancia reina en Sitges, una de las villas más bonitas de la costa catalana

A cambio, se podrá ganar tiempo para conocer el rosario de pueblos que se extienden al norte, donde destaca la gastronomía marinera de Vilanova i la Geltrú y el espíritu de cultura, fiesta y tolerancia que emerge en Sitges.

Pasando los pueblos del Maresme, donde hay interesantes ejemplos de arquitectura modernista, Blanes marca el inicio de la Costa Brava.

Atardecer en Sitges. Foto Jared Goralnick Flickr

Alternando entre calas y playas, rodeadas de bosques de pinos, surgen las villas marineras de Palamós, Begur, Roses, Calonge, Tossa del Mar, Palafrugell y la citada Cadaqués, cada una con su herencia histórica y su abundante despliegue de restaurantes y bares para ser descubiertos.

Tierra con historia

Barcelona merece al menos una semana de visita. Así que esta ruta se puede hacer una vez que uno haya visto, aunque sea superficialmente, su gran despliegue cultural que va desde la época romana a la arquitectura más vanguardista; con los nombres de Gaudí, Picasso, Miró, Domènech i Montaner como alguno de sus representantes.

Anfiteatro romano de Tarragona. Foto IMBiblio Flickr

Unos 100 km al sur se encuentra Tarragona, la antigua Tarraco, capital romana que ha dejado monumentos como el anfiteatro, partes de las murallas y otros restos del antiguo foro.

Además del museo y la necrópolis también se puede visitar su interesante centro histórico, la catedral y el barrio judío.

A pocos kilómetros están las villas romanas de Centelles y Els Munts, y tras realizar media hora de marcha se salta en el tiempo para descubrir el monasterio de Santa María de Poblet, uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa de Cataluña.

Iglesia de Sant Climent de Taüll. Foto Turismo de Cataluña

Pero también se puede retroceder varios milenios con las pinturas rupestres de la Cueva de Cabrafeixet y el Abrigo de Ermitas de la Sierra de la Piedad en El Perelló y Ulldecona, entre 70 y 100 km al sur de Tarragona.

Desde la carretera N-230 se llega al Valle del Boí y su abundancia de pequeñas iglesias románicas, donde destaca la de Sant Climent de Taüll.

Villas medievales

Estos 300 kilómetros transcurren por el interior del territorio catalán, en búsqueda de las huellas medievales que han quedado en numerosos pueblos.

El punto inicial puede ser la villa de Begur y su castillo, sobre el Mediterráneo, desde donde se puede llegar a pueblos como Pals, Peratallada y Monells, muy cercanos entre sí.

El color de Girona. Foto Turismo de Catalunya

Estos son como satélites orbitando alrededor de Girona, dueña de uno de los barrios judíos medievales mejor conservados; patrimonio que se conoce junto con su catedral y otras iglesias, y los jardines que dan una bienvenida cuota de verde en medio de tanta historia.

Besalú, Begur, Pals, Peratallada y Monells son algunos de los pueblos medievales que se despliegan al norte de Cataluña

La ruta C-65 lleva a los monumentos megalíticos del macizo de las Gavarras, en un camino que también permite conocer los poblados de Fitor, Calonge y Romanyá de la Selva.

También cabe destacar a Sant Hilari Sacalm y su oferta de turismo de salud gracias al centenar de fuentes manantiales.

Montserrat y el monasterio. Foto Turismo de Catalunya

Otra villa medieval que vale la pena descubrir es Rupit i Pruit, un pueblo de calles empedradas con una hermosa plaza mayor, en un recorrido que sigue en Vic, sede de una interesante catedral con un palacio episcopal y un templo romano del siglo II.

El punto final es Montserrat, la montaña cargada de misticismo, hogar de una famosa escolanía y con hermosas vistas de las comarcas de la Anoia, el Baix Llobregat y Bages.

Rutas de vinos y cavas

En Cataluña se producen algunos de los mejores vinos de España, en tierras fértiles que también elaboran cavas de prestigio mundial.

Viñedos del Penedès. Foto Turismo de Cataluña

Sant Sadurní d’Anoia y Vilafranca del Penedès son sus localidades más destacadas, donde se concentran las bodegas que ofrecen catas, paseos entre los viñedos y estancias en elegantes hoteles de aires rurales.

Desde este último pueblo parte la Ruta del Císter, donde se pueden visitar tres monasterios de esta orden religiosa: el de Poblet (en la provincia de Tarragona), el de Santes Creus (en Aiguamurcia) y el de Vallbona de les Monges (ya en Lleida).

Al pasar se encuentra la villa medieval de Montblanc, con murallas y numerosos edificios que son un auténtico viaje en el tiempo.

Vistas de Falset desde un hotel.

En dirección al sur se llega a la comarca del Priorat, otra meca de los vinos catalanes, donde además de las bodegas se pueden ver los pueblos de La Morera de Montsant (con su interesante cartuja), Siurana, Porrera, Gratallops y Falset; y testimonios modernistas como los de Pinell de Brai y Gandesa.

En la Terra Alta, también cuna de grandes vinos, el pueblo de Horta de Sant Joan recuerda los años en que Pablo Picasso maduró artísticamente, en un paraje donde vale la pena detenerse para brindar por tanta historia y belleza natural que hay concentrada en Cataluña.

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