Seis escapadas para conocer otra cara de Baviera
Más allá de la historia y modernidad de Múnich, la región de Bavaria cuenta con numerosas villas medievales, castillos y lagos para descubrir en diversas escapadas

Castillo de Neuschwanstein. Foto Yang Yang Unsplash
Por segundo año consecutivo Múnich tiene que suspender su fiesta más popular e importante: el Oktoberfest.
Las medidas sanitarias prevalecen sobre las ganas de disfruta de la famosa cerveza alemana y saborear sus pretzels en gigantescas carpas.
Pero la capital de Bavaria tiene mucho más que ofrecer. Ya hemos hablado en varias oportunidades de su centro histórico, sus museos y los barrios donde se cocinan las tendencias.
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Esta vez, salimos de Múnich y descubrimos cinco sitios ideales para una escapada a una hora en coche o tren.
Fünfseenland
Fünfseenland es una región al suroeste integrada por cinco lagos de origen glaciar, sitios de calma bucólica buscado por los muniqueses cuando están un poco agobiados por su ritmo de vida.
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La facilidad de comunicaciones, a solo media hora de tren, permite explorar el lugar en diferentes recorridos, como el sendero de cinco kilómetros hasta Berg, una bonita villa sobre el lago Starnberg donde se encuentra un castillo del siglo XVII, y en donde persisten los misterios sobre la muerte de Luis II, hallado en las aguas de este espejo de agua.
Si alguien tiene nostalgia de cerveza, puede acercarse al monasterio cercano a Andechs, sobre el lago Ammersee, donde -dicen los entendidos- allí se preparan una de las mejores elaboraciones de esta bebida en Alemania.
Chiemsee
Este es el mayor lago de Baviera, al que se llega tras una hora en los ferrocarriles de cercanías.
Pero su mayor atractivo es el famoso palacio de Herrenchiemsee, la residencia que mandó a construir Luis II, por algo apodado como ‘el loco’.
Luis II de Baviera mandó construir dos de los castillos más famosos de Alemania: el Herrenchiemsee y el Neuschwanstein
La fastuosa residencia se encuentra en una isla, y para su construcción los arquitectos -a pedido del monarca bávaro- se inspiraron en el palacio de Versalles.
Pero a diferencia de la idea de Luis XIV de Francia, la intención de Luis II no era tener cerca a la realeza sino contar con un lugar de descanso y diversión.
Sin embargo, el proyecto era tan desmesurado que el rey se quedó sin fondos y murió sin poder visitar su ansiado palacio.
Castillo de Neuschwanstein
Seguramente la pasión megalómana de este rey es más conocida en el castillo de Neuschwanstein, a 120 km al suroeste de Múnich.
El palacio es impactante, al emerger en una formación rocosa. Era tal su obsesión por la estética que la construcción fue diseñada por un escenógrafo teatral, inspirado en las fantasías épica de Richard Wagner, y por eso su utilidad arquitectónica dejaba mucho que desear.
El lugar cuenta con 200 habitaciones, que a pesar de la estética medieval, tenía todas las comodidades que otorgaba la modernidad de fines del siglo XIX, como una red de luz eléctrica. Entre los sitios destacados se encuentra la gigantesca sala de trono, de 13 metros de alto.
Es el edificio más fotografiado de Alemania, y Walt Disney tomó en cuenta su figura para diseñar el castillo de la Bella Durmiente
Núremberg
La segunda ciudad más importante de Baviera, Núremberg, merece una escapada de al menos un par de días.
Su casco histórico, reconstruido tras la Segunda Guerra, presenta encantadores rincones de calles empedradas, casas con fachadas de vigas de madera y techos de tejas.
En el lugar destaca el Kaiserburg, el castillo imperial, así como las murallas que miden cinco kilómetros y que convirtieron a la ciudad en poco menos que inexpugnable.
El casco histórico de Núremberg, reconstruido tras la Segunda Guerra, presenta encantadores rincones de calles empedradas, casas con fachadas de vigas de madera y techos de tejas
Hay rincones para descubrir como el Puente del Verdugo, construido en madera, junto al almacén de vino; la casa-museo de Alberto Durero, las 30 iglesias que presentan una diversidad de estilos (encabezada por la catedral gótica de Nuestra Señora) y el mercadillo de Hauptmarkt con las tiendas recubiertas de telas de rayas rojas y blancas.
La ciudad, elegida por el nazismo para sus gigantescas concentraciones públicas, tiene varios sitios para recordar la dolorosa historia de antes, durante y después de la Segunda Guerra, como el Museo Nacional Germano, el Monumento a los Juicios de Núremberg, los búnkers antiaéreos y el Centro de Documentación del Nacionalsocialismo.
Para culminar las jornadas, como corresponde con la tradición gastronómica, hay que cenar las gigantescas salchichas autóctonas con cerveza negra del norte de Bavaria.
Bamberg
Si se sigue de largo en el viaje desde Múnich a Núremberg se puede llegar hasta la encantadora villa de Bamberg.
Su conjunto histórico, catalogado como Patrimonio de la Humanidad, se caracteriza por la catedral, las residencias (la antigua y la nueva) de los obispos, la biblioteca estatal y el antiguo ayuntamiento.
La ciudad es una de las mecas de los entendidos en la cultura de la cerveza, donde se encuentran 11 plantas elaboradoras. Entre las variedades destaca la llamativa cerveza ahumada, conocida como Rauchbier.
Castillo de Harburg
Sobre el río Wörnitz, a una hora y media en tren desde Múnich, se puede llegara al castillo de Harburg, una de las paradas más recomendadas en la Ruta Romántica, el recorrido turístico más importante de Alemania.
Este castillo, que data del siglo XI, acoge uno de los patrimonios medievales mejor conservados de Europa, con sus construcciones de tejados naranjas, sus ventanas con cruces amarillas y sus murallas que vigilan el paso del río Wörnitz
El complejo pertenece a la familia Ottinger-Wallerstein, quien estuvo a un palmo de venderlo a Michael Jackson, que había quedo impresionado por el lugar.
Pero el rey del pop, que disponía del dinero, se arrepintió cuando comprobó que el lugar suele quedar tapizado bajo un manto de niebla.