El último edificio diseñado por Le Corbusier reabre sus puertas

El Centro Le Corbusier, en Zúrich, guarda el legado del genial arquitecto suizo en un edificio que rompe con la línea de sus obras más emblemáticas

En sus últimos meses de vida Le Corbusier puso todas sus fuerzas en crear un pabellón que sería el arca que guardaría su legado como arquitecto, pintor y escultor. Este centro se encuentra en las afueras de Zúrich, y su creación vale la pena una visita porque representa un quiebre con su tradición.

Tras el fallecimiento del arquitecto en 1965 las obras quedaron paralizadas, y se reabrieron dos años después. En un principio al lugar se lo había concebido para guardar las obras de arte de la mecenas Heidi Weber, pero la muerte del arquitecto cambió los planes y ahora, salomónicamente, se lo conoce como Museo Heidi Weber-Centro Le Corbusier.

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En 2014 la ciudad de Zúrich adquirió la propiedad del centro y en 2017 se iniciaron unos ambiciosos trabajos de renovación y ampliación que ahora ven la luz.

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Un giro copernicano en su obra

Le Corbusier realizó un giro en su legado y diseñó un pabellón que pueda sintetizar su idea de arte total, como Wagner concebía la ópera. La arquitectura, las artes plásticas, la fotografía, el urbanismo y la filosofía tenían que estar integradas en un mismo espacio.

El pabellón pretendía sintetizar la pasión de Le Corbusier por la arquitectura, las artes plásticas, la filosofía y la fotografía

Y así surgió este edificio con formas geométricas que recuerdan a un barco, basado en el famoso sistema de proporciones modulares que este creador suizo había popularizado.

El acero es protagonista

Pero a diferencia de sus obras más emblemáticas aquí no hay uso del hormigón, ni el cemento, ni la piedra. Este edificio corona al acero, material que se usó con estructuras prefabricadas que fueron montadas en el lugar.

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En este sentido, la cubierta es una estructura que tiene cuatro puntos de apoyo. Se trata de dos grandes sombrillas de chapas de acero soldadas de formas invertidas: una apunta hacia el cielo, la otra al suelo.

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Estos elementos fueron alzados y soldados para crear la forma definitiva. Además de ser su característica principal, esta cubiertas son una eficaz protección contra los agentes climáticos.

El toque cromático

El gris de las cubiertas es quebrado –solo en vistas cromáticas- por unos paneles metálicos en colores, que recuerdan a las pinturas de Piet Mondrian y que envuelve a las salas de exposiciones.

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El resultado es un diálogo dinámico entre elementos, que llevan a un cambio en la percepción espacial del edificio.

La exposición permanente

El pabellón, de cuatro pisos, totaliza 600 metros cuadrados. Allí se encuentran varios muebles diseñados o utilizados por el arquitecto.

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También se refleja la pasión de Le Corbusier por el coleccionismo, un ecléctico catálogo de objetos que pueden ir desde caracolas a máscaras africanas, pasando por cerámicas de los Balcanes o piezas de alfarería precolombina de Perú.

Las salas reflejan la pasión por el coleccionismo de Le Corbusier en sus viajes

En las salas se pueden ver bocetos originales de los trabajos más reconocidos del arquitecto, así como maquetas y fotografías que reflejan los diferentes pasos de la creación de un edificio.

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En el piso inferior hay una cincuentena de objetos personales con fragmentos de películas sobre el arquitecto mientras que en el superior hay obras de arte originales que Le Corbusier fue recolectando en sus viajes.

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