Árbol que se poda en febrero dará fruto verdadero

Por lo general en la mayoría de compañías resultan menos interesantes personas que posean una o más titulaciones universitarias frente a otras que tengan competencias específicas para desarrollar tareas muy especializadas y capacidad para adaptarse a los cambios

Trabajador de la madera. EFE/ Raúl Martínez

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Quizás estamos en un momento del año en el que muchos estudiantes tienen que decidir dónde y qué estudiarán el próximo curso, por tanto, en tiempo de poder abordar este asunto como una necesidad si queremos que el tejido productivo se mantenga, sobre todo en oficios en los que la media de edad esta rondando los 55 en adelante, y sin sustitutos, muchas empresas ven mermado su crecimiento ante la falta de capital humano para su ampliación e incluso conservación.

Por ponernos en antecedentes, es sabido que en todos los sectores escasean los trabajadores especializados, por suerte la Formación Profesional (FP) crece a un mayor ritmo que la Universidad, con más de 800.000 alumnos en los últimos cinco años. Su mayor salida laboral o baja tasa de desempleo hace que por fin cada vez más estudiantes opten por esta opción en un país en el que predomina la creencia de que un título universitario te garantiza una mayor remuneración. Nada más lejos de la realidad, ya que hoy a nivel privado premia más la oferta-demanda en determinados puestos que su titulación.

Por lo general en la mayoría de compañías resultan menos interesantes personas que posean una o más titulaciones universitarias frente a otras que tengan competencias específicas para desarrollar tareas muy especializadas y capacidad para adaptarse a los cambios. Así es, flexibilidad y adaptación a las nuevas tendencias, a sabiendas que cerca de la mitad de los trabajos existentes desaparecerán en los próximos años y serán reemplazados por otros que todavía no existen.

Ante estos datos, debemos ya darle a la FP el valor social que merece (algo que en otros países como Alemania lo tienen claro hace años). Estudiar FP no es falta de capacidad ni sinónimo de fracaso escolar, ni mucho menos mermará el éxito profesional.

Para ello debemos poner los medios necesarios. Con la demanda de técnicos especialistas, oficiales u operarios con conocimientos básicos, nos encontramos en un sistema formativo que en la mayoría de veces va a remolque de lo que está ocurriendo en el mundo empresarial. La rapidez con la que evoluciona la ya “Industria 5.0” gracias a la revolución digital, hace que los centros tengan que actualizarse en materias como Realidad Aumentada, Inteligencia Artificial, nuevos sistemas operativos e investigación/innovación, aplicadas a cualquier sector, no solo a los de alta tecnología.

Pero, ¿estamos preparados en cuanto a espacios, recursos y docentes? El mundo de la empresa avanza a una velocidad mucho más rápida, lo que nos encontramos que muchos alumnos llegan con conocimientos básicos pero es en su periodo de prácticas cuando realmente se actualizan, de ahí abordar urgente una FP Dual de calidad.

Es necesaria una actualización constante del currículo formativo, el ofrecimiento de empresarios con una larga trayectoria y experiencia profesional, bien para impartir cursos o actualizar a los docentes (muchas veces licenciados en materias que no tienen nada que ver con lo que enseñan), puede ser muy útil no solo para trasladar sus conocimientos sino también para fomentar el espíritu emprendedor que se está mermando últimamente. Por ello en base a la nueva legislación, la administración debe eliminar trabas para su posible contratación.

Debemos anticiparnos, y enfocar la educación como motor de desarrollo personal y elemento de transformación social, es clave la relación estrecha con el sector productivo, los centros de FP deben estar al tanto de los cambios en el mercado laboral y trabajar para adaptar su currículo en consecuencia, facilitando respuestas formativas a estas necesidades de aprendizaje y formación continua durante toda su vida. Si el mundo empresarial necesita empleados, debe de empezar a implicarse más aun en promocionar su sector en las familias y en los centros formativos, por hacer un símil futbolístico: no se entiende a un equipo que no mime su cantera.

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