Cierre inminente en la fábrica de loza La Cartuja tras dos siglos en activo por deudas millonarias
La histórica factoría sevillana entra en liquidación ante una deuda millonaria y el fracaso de las negociaciones con Hacienda y la Seguridad Social

La fábrica de loza de La Cartuja. Foto: Turismo Aljarafe
La fábrica de loza más emblemática de Sevilla, La Cartuja Pickman, se encuentra al borde del cierre definitivo después de casi dos siglos en activo. La empresa propietaria, Ultralta, controlada por la familia Zapata, ha solicitado al Juzgado de lo Mercantil número 3 de Sevilla la reapertura del concurso de acreedores y su entrada en fase de liquidación, tras no poder cumplir el convenio aprobado el pasado mes de julio. La decisión supone el golpe final para una compañía que fue símbolo del esplendor industrial andaluz y que hoy se ahoga en sus propias deudas.
El motivo principal de esta drástica medida es la imposibilidad de alcanzar acuerdos de pago con la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, dos de los acreedores privilegiados. Según fuentes próximas a la compañía, las negociaciones se rompieron después de que ambos organismos rechazaran los planes de aplazamiento propuestos por Ultralta. La consecuencia inmediata ha sido la ejecución de embargos sobre sus cuentas, dejando a la fábrica sin liquidez para afrontar los gastos más básicos, incluidos los salarios de su plantilla.
Una deuda insostenible y una asfixia progresiva
La situación financiera de La Cartuja Pickman se ha deteriorado gravemente en los últimos años. Solo en los últimos meses, Hacienda ejecutó un embargo por 744.167 euros, mientras que el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) reclama 520.376 euros y la Seguridad Social cerca de un millón de euros. En total, las deudas de la empresa superan ampliamente los dos millones de euros, una cifra que ha resultado imposible de asumir para una compañía que ya venía debilitada por años de crisis.
Pese a los intentos de la dirección por ofrecer garantías hipotecarias y aplazamientos de pago, los acreedores exigieron abonos inmediatos. “No tuvimos margen de maniobra. Cada semana sin respuesta era un golpe más a la caja”, reconocen fuentes del entorno de la empresa. El resultado fue el bloqueo de las cuentas y la paralización total de la actividad. Los trabajadores no han cobrado la nómina de agosto y acumulan meses de incertidumbre.
La actual crisis tiene su origen en 2019, cuando Ultralta se vio obligada a solicitar el primer concurso de acreedores debido a una deuda de seis millones de euros heredada del anterior propietario. La compañía llevó el caso hasta el Tribunal Supremo, que en 2023 le dio la razón y anuló la derivación de responsabilidades. Sin embargo, la sentencia llegó tarde. Durante esos años, la pandemia, la crisis energética y la falta de financiación hicieron mella en la empresa.
“Ganamos en los tribunales, pero perdimos en el tiempo”, lamentan desde la dirección. La falta de liquidez y el desplome de las ventas —agravado por el incremento de los costes de producción— impidieron recuperar el pulso. En julio de este año, el juzgado aprobó un convenio de acreedores, pero la ausencia de adhesión de Hacienda y la Seguridad Social hizo inviable su cumplimiento. Sin protección judicial, la empresa quedó a merced de los embargos.
Los trabajadores, entre la indignación y la resignación
La plantilla de 32 empleados de La Cartuja Pickman vive ahora su momento más incierto. Actualmente, los trabajadores se encontraban en un ERTE temporal mientras se realizaban reparaciones en la cubierta de la fábrica, pero con la liquidación confirmada, se prevé un ERE extintivo que supondrá el despido de todos ellos. Algunos empleados acumulan más de tres décadas en la empresa y denuncian años de sueldos congelados, retrasos en los pagos y condiciones por debajo del convenio.
Según José Hurtado, secretario general de CCOO de Industria en Andalucía, la situación es insostenible: “La plantilla ha resistido con dignidad durante años, confiando en un futuro que nunca llegó. Hoy sienten que les han arrebatado algo más que un empleo: parte de su historia”. El sindicato ha convocado una asamblea frente a la fábrica para reclamar el pago inmediato de los salarios pendientes y la garantía de que los trabajadores reciban sus indemnizaciones completas.
Los activos de La Cartuja son ya mínimos. La empresa cuenta únicamente con maquinaria obsoleta y existencias valoradas en unos 100.000 euros, que planea vender a través de un outlet antes del cierre definitivo. Las marcas registradas de La Cartuja fueron vendidas en 2022 a la empresa madrileña Nox Industrial por 800.000 euros, aunque Ultralta mantenía una opción de recompra durante cinco años que, con la liquidación, quedará sin efecto.
Las naves industriales de Salteras, donde actualmente se ubica la fábrica, pertenecen a otra sociedad del mismo grupo familiar, Internacional Crane and Equipment Company, lo que complica cualquier operación de rescate o continuidad productiva. Pese a que en los últimos meses hubo interés por parte de potenciales compradores, las deudas acumuladas disuadieron a todos los inversores.
Símbolo de la cerámica sevillana y orgullo de generaciones
Fundada en 1841 por el empresario inglés Charles Pickman, la fábrica de loza La Cartuja se convirtió rápidamente en un referente de la artesanía y el diseño. Desde el histórico monasterio de Santa María de las Cuevas, en la isla de la Cartuja, salieron durante décadas vajillas y piezas de porcelana que adornaron los hogares de la alta sociedad española y europea. Incluso la Casa Real llegó a ser cliente habitual de la marca, que exportó a América Latina y Asia durante su época dorada.
Con el paso del tiempo, La Cartuja logró sobrevivir a guerras, dictaduras, crisis económicas y cambios tecnológicos sin perder su esencia. Sin embargo, la asfixia financiera y la falta de apoyo institucional han terminado por poner punto final a su legado productivo. “La Cartuja ha nadado durante años para no hundirse, pero se ha ahogado en la orilla”, admiten fuentes del entorno empresarial sevillano.
Aunque la liquidación parece inevitable, el cierre de La Cartuja Pickman deja un vacío profundo en la historia industrial de Andalucía. La compañía no solo fue una fábrica, sino un símbolo de excelencia artesanal y de la identidad sevillana. Sus diseños clásicos, su icónica marca y su compromiso con la tradición han quedado grabados en la memoria colectiva de generaciones.
Para muchos, este desenlace no solo significa la pérdida de una empresa, sino el final de una era. “Podrán cerrar los hornos, pero nunca el recuerdo de lo que representó La Cartuja para Sevilla y para España”, resumía un antiguo maestro ceramista que dedicó más de cuarenta años de su vida a la fábrica.