Abertis pierde a su gran valedor en Atlantia

La salida de Giovanni Castellucci de Atlantia deja a Abertis sin el arquitecto de su opa y con un futuro incierto por los problemas del grupo italiano

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El lunes era un secreto a voces y Giovanni Castellucci no quiso esperar más. Convocó de urgencia el consejo de administración de Atlantia para el martes por la tarde y pactó su salida. Punto y final a una larga trayectoria marcada por varios éxitos pero sobre todo por un borrón monumental, el de la caída del puente de Génova y el posterior descubrimiento de informes falsificados. Uno de los éxitos es Abertis, aunque su situación ha cambiado radicalmente en pocas horas.

La salida de Castellucci de Atlantia supone, para el grupo español de peajes, la pérdida de su gran valedor en Italia. El ya exconsejero delegado de Atlantia fue el hombre que creyó en la compra de Abertis, el arquitecto de la opa, el que abogó por subir la puja, aun sabiendo que pagaba sobreprecio, y el que negoció con Florentino Pérez la oferta conjunta con ACS y Hochtief tras la inicial guerra de opas.

Castellucci fue, junto a Francisco Reynés, exconsejero delegado de Abertis, el gran protagonista de la unión de los dos gigantes de las autopistas. Con permiso de Isidro Fainé, que se resignó a vender, y de Florentino Pérez, que apareció después para disfrute de todos aquellos, incluido el ministro popular Álvaro Nadal, clamaban al cielo porque España no podía perder una empresa estratégica como aquella.

El directivo italiano medió con la banca que avalaba los 14.000 millones que inicialmente se iba a gastar en Abertis cuando, por la demora de la opa, los intereses iban sumando ceros. También lo hizo cuando, en plena contraopa, le aconsejaban que no superara la oferta de Hochtief, que estaba por encima de su valor e iba a perjudicar su rating. Fue capaz de sentarse con quien era su rival para ir cogidos de la mano por el bien común.

Los inicios de Atlantia en Abertis y el primer punto de inflexión

Castellucci no participaba en el día a día de Abertis pero, desde su puesto en el consejo de administración, sí que seguía las decisiones que se tomaban y estuvo muy encima en la etapa del relevo de directivos. Decidió confiar en José Aljaro, el delfín de Reynés, por lo que creía en la continuidad del proyecto, y evitó la tentación de poner a uno de los suyos. Quien no esquivó la tentación fue Florentino Pérez, complicando el encaje de las tres empresas y sus distintas culturas.

Marcelino Fernández Verdes, consejero delegado de ACS y mano derecha del presidente del Real Madrid, fue nombrado presidente de Abertis. Su relación con Castellucci nunca fue buena. El italiano no entendía los malos modos de su socio y el primer año las relaciones eran muy tensas. Poco a poco se fueron aliviando, cuando las prioridades de Atlantia cambiaron tras el derrumbe de Ponte Morandi, en agosto de 2018, y pasaron a coincidir con las de ACS: recuperar cuanto antes la inversión.

La caída del puente de Génova, que terminó con la vida de 43 personas, fue el punto de inflexión. Atlantia pasó de querer hacer crecer Abertis a mirarla con ojos de financiero. El macrodividendo de 10.000 millones es la mejor muestra. El grupo de la familia Benetton quería acumular dinero por lo que pudiera pasar en Italia con respecto a la tragedia de verano del año pasado.

Abertis había pasado a un segundo plano en cuanto a las preferencias de Atlantia, la empresa que siempre creyó en el modelo del grupo de origen catalán, hasta el punto de querer traspasarle todas sus concesionarias en Latinoamérica. Castellucci tenía otros problemas, pero aun así, siempre aseguró que Abertis no estaba en riesgo y que, antes o después, iba a invertir para hacerla crecer.

Abertis, más débil sin Castellucci

Sin Castellucci, la posición de Abertis dentro de Atlantia es ahora menos segura. El holding de los Benetton posee el 50% más una acción de la empresa española y consolida sus resultados, mientras que el resto se lo reparten ACS (30%) y Hochtief (20% menos una acción), filial alemana de ACS pero en la que también participa Atlantia.

Atlantia ha nombrado a una comisión ejecutiva provisional, con un director general interino, Giancarlo Guenzi, que hasta ahora era director financiero. Lo primero que debe hacer esta ejecutiva es esclarecer los hechos, señalar y castigar a los culpables, decidir el rumbo de la compañía y entregar el timón de forma definitiva. Hasta entonces, todo es una incógnita.

Pero la posición de Abertis es más débil, aunque sea solo por el hecho de no contar con su gran valedor. Por ello y porque, si el grupo necesitara más liquidez, su 50% de Abertis podría aportarle algunos miles de millones. Siguiendo la valoración de la opa, hablaríamos de unos 8.000 millones, pero probablemente la cifra sería más baja: Abertis está perdiendo autopistas en España —Aumar en diciembre y probablemente Acesa en 2020—, los opantes pagaron un sobreprecio y si Atlantia quisiera salir, sus urgencias abaratarían la puja.

No todo son puntos negativos para Abertis. En un posible escenario de pérdida de concesiones en Italia —se especula con que Autostrade per l’Italia pudiera quedarse sin autopistas—, los resultados de la empresa española aguantarían al grupo. Suponen alrededor de un tercio de su beneficio bruto. Además, aportarían un dividendo sin duda necesario.

Las inversiones se alejan

Sea como fuere, el escenario para Abertis sí que parece que no va a cambiar en cuanto a inversiones. Atlantia, ACS y Hochtief aseguraron que compraron la empresa catalana para hacerla crecer, pero en casi dos años no han anunciado ninguna inversión. En cambio, la han endeudado todavía más para traspasarle la deuda de la compra y pagarse el dividendo, por lo que la han dejado con muy poco margen de maniobra.

Si en esta situación puede hacer algo en cuanto a inversiones, la delicada situación de Atlantia parece el elemento disuasorio definitivo. ¿Cómo pensar en arriesgar dinero en la otra punta del mundo si en su casa están en una situación de emergencia? Si, además, el hombre que creyó en Abertis ya no está a los mandos, el futuro de la concesionaria española se adivina a la baja. Solo le faltaban Pedro Sánchez y José Luis Ábalos y su política antipeajes. Bueno, aunque tras el 10-N, ya se verá.

Xavier Alegret

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