Cabify sabe los riesgos de salir a bolsa: sus rivales se dejan 32.480M

Uber y Lyft, dos empresas de transporte con las que compite Cabify, se dejaron gran parte de su valor en bolsa durante el pasado año

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Cabify tiene marcado en rojo en el calendario de este año su hito más importante: salir a bolsa. La llegada al parqué es una opción que la compañía siempre ha barajado y comentado públicamente. Pero la experiencia vivida por Uber y Lyft, competidores globales, son una señal de advertencia a la compañía de transporte, pues los males que afectan a los estadounidenses son compartidos: pérdidas acumuladas, la amenaza de los reguladores sobre su negocio y una competitividad feroz de las compañías a lo largo del mundo. 

La experiencia de Uber y Lyft en bolsa, hasta la fecha, no es positiva. De su capitalización bursátil se han esfumado conjuntamente 32.480 millones de dólares desde que debutaron en Wall Street, valoradas en 80.000 y 24.000 millones de dólares, respectivamente. La cifra del recorte equivale a más de lo que valen empresas como el gestor aeroportuario Aena o la energética Endesa.

El primer conjunto de factores que impacta en las compañías está ligado a su modelo de negocio. Ninguna de las dos empresas ha demostrado hasta el momento ser capaz de ganar dinero, sino de, tras recibir inversiones millonarias  — de gigantes como Rakuten o Softbank — , aumentar su volumen de negocio a base de crecer cuanto más sea posible  en todos los mercados — con promociones y grandes descuentos de por medio —para hacerse con una posición dominante.

Pero esta dinámica no puede ser infinita. Las cuentas de una y otra compañía afloran unas pérdidas abultadas. Las de Lyft, por ejemplo, se han cuadruplicado en el último año, mientras que los números rojos de Uber le han llevado a un plan de ajuste de costes, que ha tenido como acción más visible despidos en masa: un tercio de todo su departamento de marketing (400 personas) en Estados Unidos durante el mes de julio y otras 350 personas que trabajaban en áreas estratégicas el pasado mes de octubre.

¿Y Cabify? También ha crecido en España con el mismo sistema, pero siempre ha presumido de que es más rentable que Uber. Asegura estar «en buen camino» para llegar a beneficios: «Nos encantaría que la rentabilidad y la salida a bolsa llegaran a la vez y haremos todo lo posible para que sea durante el año que viene», explicó en septiembre el presidente de Cabify en España, Mariano Silveyra, en una entrevista. Sus números, no obstante, también están teñidos de rojo: 144 millones de euros en España a lo largo del ejercicio 2018, pero pérdidas operativas de 3,6 millones.

Queda la duda de si Uber y Lyft remontarán en bolsa. Y opiniones hay en todos los sentidos. En el lado de los pesimistas está la del fundador de Uber, Travis Kalanick, quien vendió hace apenas unas semanas las acciones que le quedaban de la compañía, embolsándose 2.500 millones de dólares; por el de los optimistas quedan analistas como Jim Cramer, el gurú de las inversiones de la CNBC, que piensa que los obstáculos de Uber se “están despejando», mientras que los analistas de SunTrust afirman que es su “disruptor del sector del transporte favorito para 2020”.

Los reguladores agravan el hachazo

A la compleja situación de las cuentas de Lyft o Uber se añade el factor de la regulación. Su proliferación en distintos países de Estados Unidos ha llevado a distintas administraciones a legislar sobre su actividad, sobre todo a raíz de las presiones de los taxistas y de otros sectores, que han señalado la incidencia de los vehículos en la seguridad vial o en el medio ambiente.

Protestas contra Uber y Lyft.

El último episodio se ha vivido en el Estado de California, donde se ha obligado a ambas compañías a tener que contratar a sus conductores, que actualmente trabajaban como autónomos, al igual que lo hacen parte de los empleados de la conocida como gig economy. La medida, de acuerdo a un informe reciente de Barclays y Macquarie Capital, fija que Uber y Lyft deberían invertir entre 2.000 y 3.600 dólares al año para hacer frente a todo ello. Más estrés para sus cuentas.

Cabify también ha sufrido a los reguladores. El ejemplo más cercano es el de España, donde se han desarrollado normativas en los últimos años (un real decreto ley del Gobierno, leyes autonómicas en Cataluña y la Comunidad Valenciana, así como normativas metropolitanas) que le han obligado a adaptar su modelo en determinadas ciudades. 

Economía Digital publicó cómo las normas de Cataluña perjudicaban a Cabify en la región, donde hasta la implantación de nueva legislación tenía la segunda base de usuarios más grande del país. La documentación consultada ponía de relieve que la compañía de movilidad había reducido a la mitad su capacidad de captación, lo que hacía imposible volver a contar con la misma masa crítica de usuarios. 

Leer más | La Generalitat puede con Cabify: sega clientes y reduce la facturación

Uber ni siquiera ha intentado adaptarse al nuevo marco legal en España. Abandonó Barcelona cuando conoció las intenciones de la Generalitat e hizo lo mismo en Valencia en el momento en el que se implantaron medidas restrictivas similares. Sí plantó cara en el País Vasco, donde paralizó ante el Tribunal Superior de Justicia la legislación anti-VTC, por la que se obligaba a que se contrataran sus servicios con 30 minutos de antelación.

Pero las medidas contra Uber no se circunscriben solo en España. Ha salido mal parada de Londres —se le retiró la licencia dos veces—, Hungría, Dinamarca y sufrió severas restricciones en Italia, Francia, Finlandia y Holanda

El último portazo lo ha dado en Colombia. Anunció durante esta semana que dejará de operar en el país a partir del próximo primero de febrero. «Es el primer país del continente en cerrarle las puertas a la tecnología», respondió en un comunicado la compañía, en el que aclaró que su servicio de comida a domicilio, Uber Eats, no se verá afectado.

Uber oficializó su decisión después de que hace menos de un mes las autoridades le ordenaron la suspensión inmediata de su servicio, al resolver un litigio con una empresa local de taxis. 

Cabify y Uber: lucha en todo el mundo

Lo que suceda fuera de España puede terminar siendo fundamental para Cabify, que está implantada en otras 31 ciudades repartidas entre Argentina, Brasil, Colombia, Chile, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá y Perú. Allí se bate el cobre con Uber, la aplicación más extendida en todo el mundo.

La compañía californiana no ha dejado de sacudir el tablero. Dejó China en 2016 para entregarle el pastel a Didi, a quien vendió su negocio, y compró Careem por 3.100 millones de dólares (2.740 millones de euros) a mediados de año para expandirse por Oriente Próximo. La compañía absorbida, no obstante, mantuvo su marca y la gestión de sus fundadores, que han llevado a la compañía a estar presente en más de una decena de mercados.

Lo cierto es que Cabify ya sabe lo que es tener que retirarse de un mercado por competir con Uber. Lo hizo en Portugal a mediados de noviembre de 2019, cuando informó a sus usuarios de Oporto y Lisboa, las dos ciudades en las que operaba, que el último día del mes decía adiós al país. 

Queda por ver quién se hace con una posición dominante en el resto de países. Hay especial atención en Brasil y México, primera y segunda economía de Latam, respectivamente, porque allí además de Uber está la presión de Didi. En Brasil, país en el que opera en ocho ciudades (Belo Horizonte, Brasilia, Curitiba, Campinas, Porto Alegre, Río de Janeiro, Santos y Sao Paulo), se vio obligada a reafirmar que seguiría operando, después de que aparecieran rumores sobre su salida.

Cristian Reche

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