Los abogados de la crisis: juristas al calor de las finanzas tóxicas

Los despachos surgidos con las denuncias masivas por las preferentes, la salida a bolsa de Bankia y los productos financieros tramposos cambian las reglas de negocio en la abogacía. Cobran por comisión de éxito y atraen clientes con publicidad por todos los medios, una táctica denostada por los bufetes más conservadores

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Colgar una placa de abogado en un despacho y esperar a que los clientes lleguen de forma espontánea se ha convertido en una vieja táctica de la abogacía tan desfasada como el cobro por adelantado de onerosos abogados profesionales.

La nueva estirpe de la abogacía, los hombres de negocio que han visto una oportunidad enorme en los casos de las preferentes, la salida a bolsa de Bankia y en los productos financieros tóxicos, captan clientes con campañas publicitarias en televisión, radio, prensa, cobran unos mínimos gastos iniciales y viven de las comisiones de éxito, es decir, del dinero que cobran sus clientes una vez que han ganado el juicio.

Cuatro años de vértigo

Antes que abogados, son hombres de negocio. No creen que la publicidad desprestigie ni menoscabe la honorabilidad y credibilidad de su firma, algo que intentan ganarse promocionando las victorias judiciales acumuladas. El paradigma del nuevo abogado, aguerrido mediáticamente y especializado en los grandes casos financieros de la crisis, es Jesús María Ruiz de Arriaga, un economista que fundó su despacho hace menos de cuatro años. Después de los casos contra Bankia tiene a más de 150 trabajadores contratados, la mayoría abogados especializados en preferentes y en la salida a bolsa del banco. Es el gran caso del bufete que ha ganado el 99% de las demandas.

«Los despachos que critican que usemos publicidad para captar clientes pertenecen a un sector inmovilista, que no le gusta la competencia. Nos critican por incitar los litigios pero lo contrario sería alejar la justicia del ciudadano», explica Jesús María Ruiz de Arriaga, cuyo rostro se despliega en las paradas de metro y bus.

El despacho, estudiado en las escuelas de negocio como el Instituto de Empresa, invierte una jugosa cantidad de dinero en publicidad. No quiere revelar la cuantía, pero reconoce que es crucial para su estrategia de crecimiento. A espera de la consolidación de resultados, el bufete calcula haber facturado el año pasado unos diez millones de euros.»Este año, aunque no ganemos ni un solo cliente más, superaremos con creces la facturación del año anterior», explica Arriaga.

Sin costes de entrada

Las nuevas firmas de abogados que crecen con la agitación de los casos de productos financieros tóxicos evitan al cliente el cobro de costes de entrada. El despacho Caamaño, Concheiro y Seoane, con sedes en Coruña, Vigo y Madrid, ha emprendido una campaña de captación de clientes de preferentes, salida de acciones de Bankia y otros productos financieros ruinosos.

A través de su publicidad en Google y mediante la recomendación de otros demandantes, la firma cuenta con más de 3.000 casos de este tipo de productos. «De entrada, el cliente sólo tiene que pagar por la firma del poder para designar un procurador, un trámite que suele costar algo más de 40 euros. El resto se cobra con una comisión de éxito. Si no ganamos, no cobramos nada», explica Jaime Concheiro, socio fundador de la firma.

La polémica publicitaria

Los despachos más tradicionales observan con cierta inquietud la irrupción de los despachos jóvenes que tienen departamentos de comunicación que envían notas de prensa sobre los casos ganados a las televisiones y contratan publicidad en Google. Consideran que los nuevos profesionales, pendientes de Twitter y de la repercusión en las redes sociales, de alguna manera erosionan la credibilidad y la respetabilidad que todo buen despacho debe conservar.

«Hoy la credibilidad no depende de una publicidad, sino de los resultados y del trabajo», explica Salvador Peña, socio-fundador de Peña, Ochoa & Granados que ganó una de las mayores preferentes en España con medio millón de euros que no ha optado por la publicidad masiva. «El negocio de los afectados por las preferentes ha quedado en un puñado de despachos de abogados. Del otro lado se encuentran las grandes consultoras que han trabajado para la banca en la mediación, pero que era un trabajo sistemático en el que a todos los clientes enviaban las mismas comunicaciones», añade el abogado.

El negocio –ta vez el más suculento– emergió precisamente del lado de los poderosos. KPMG hizo el proceso de criba para determinar con qué clientes de Bankia se entraría en negociaciones. Además otros despachos como Deloitte, ofreciendo asesorías y consultorías a las entidades financieras, también ejercían como auditores. Es decir, la firma terminó siendo juez y parte. Ninguna de las big four (Deloitte, KPMG, Ernst&Young y PWC) ha querido detallar su participación en los negocios generados por la conflictividad de estos productos financieros.

Los casos colectivos

El negocio emergente no sólo ha sido captado por los nuevos despachos sino también por bufetes consolidados que han visto en las demandas colectivas una nueva línea de negocio. El despacho Cremades, Calvo Sotelo, que defendió el modelo de demanda colectiva en la salida a bolsa de Bankia –y que ahora deberá individualizar las demandas—, cuenta con más de 2.000 clientes que reclaman responsabilidades por los productos tóxicos.

El despacho, con más de un centenar de abogados, dispone de unos 30 profesionales enfocados en este tipo de casos y ha aumentado la plantilla en la medida en que los tribunales se llenaban de demandas contra las entidades bancarias. «Nuestro negocio principal sigue siendo la consultoría empresarial pero sin duda que estos casos representan una parte muy importante de la facturación», explica Óscar Aredondo, socio de Cremades, Calvo Sotelo.

La crisis ha sido un excelente período de crecimiento para las empresas que viven del litigio, aunque en tiempos buenos para la economía, las consultorías y las operaciones empresariales garantizan mayores beneficios. «Se vive bien en la crisis pero se vive mejor en la bonanza», explican desde el despacho Cuatrecases. Truene o brille el sol, siempre habrá negocio en los grandes bufetes.  

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