Relevo empresarial en las élites del sector químico catalán

Los Esteve, Uriach, Ferrer y otros desalojados del trono rancio de los laboratorios catalanes

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Suena el clarín, cambio de tercio. Por primera vez, Laboratorios Esteve se ha quedado fuera del concurso de terapias respiratorias del Departamento de Salut de la Generalitat, lo que supone perder de vista un baúl de 450 millones de euros para los próximos diez años.

El traspié de los Esteve beneficia al adjudicatario, el grupo alemán Linde Medical, en el que sobresale la familia catalana Abelló, socio tradicional de la empresa desde los orígenes de Abelló Oxígeno Linde. Agazapado en la moderación sigilosa, Abelló da una zarpazo a Esteve. Y en otro apartado del mismo lote de Salut, el catalán de adopción Sröeder Quijano (Air Products tenedora actual de Carburos Metálicos) se hace con parte de la misma concesión.

Ha sonado el clarín, pero Farmaindustria, la patronal sectorial más influyente de España, no ha oído ni un repique de tambores, quizá porque en esta ocasión la cosa no va de pastillas sino de gases médicos, un extremo de la tecnología moderna de la sanidad. Y sí, hay algo de cierto es esta hipérbole: los laboratorios ya no son un gueto del Doctor Biodramina (como se conoce al veterano Joan Uriach) ni el placebo concomitante con la alegría del vivir, que inventó la materia pensante de Ferrer Internacional.

Los laboratorios se quedan atrás

¿Y estas pérdidas, son estertores o preludios? Más bien lo primero. Hace ya mucho que los laboratorios familiares catalanes huelen a rancio. He aquí parte de su decálogo: «No salgo a bolsa; sólo me endeudo a base de crédito bancario contra mis bienes raíces como garantía; y no cedo la gestión a los llamados profesionales externos que me aconsejan los profesores del IESE. Me quedo yo, al frente». Es como decir «soy Semíramis, la princesa asiria que levantó su mausoleo en el corazón de Babilonia, antes de la devastación». Y, claro, los que se fusionan, salen a cotización y ganan cuota les pasan por delante.

Los laboratorios son el sujeto del hortus conclusus de la economía blasonada que tiene tanto caché entre nosotros. Pero, en sus narices, las multinacionales y sus socios autóctonos emboscados (ahora mismo Abelló y Sröeder) se les están comiendo la merienda, como ya ocurrió en el sector alimentario con las Panrico, Danone y compañía, ataúdes de movientes de apellidos ilustres, como Costafreda o Portabella.

La química del cracker es historia. Todo empezó en SA Cros, aquella gran valija que comandaron Bultó y Paco Godia. La explosión fue a menos a lo largo de la pasada centuria, cuando, año tras año, la pólvora de la Junta de Comercio se fue ha quedado como derivado del crudo, glicol, plástico, etanol y lo demás. Los derivados se detuvieron en alambiques y probetas, generadores de la pasta oscura del Doctor Andreu, dueño del primer Tibidabo y origen, junto a los Güell de las permutas que dieron lugar a la alta Barcelona. Así, lenta pero implacablemente, se llegó al mundo de los laboratorios actuales y al de la química fina, un eufemismo industrial de perfumería, inventado para sortear al galanteo memo de los Champs-Elysées.

Comín contra los perdedores del concurso

Detrás del polémico concurso se ve la mano del controvertido Toni Comín, el consejero de Salut que ha trasladado a la química el libreto del transporte sanitario, adjudicado por Boi Ruiz en la anterior legislatura. Los perdedores anuncian ya medidas ante los tribunales, pero Comín –hijo ufano de Alfonso Carlos– saca pecho republicano y habla de favorecer al usuario.

Las plicas están que arden. La historia corre pareja a la memoria. Los nuevos ganadores se relamen, como lo hace Air Produts, que se quedó con Carburos Metálicos en 1995, después de que la cabecera hubiese transitado desde el Banesto de Pablo Garnica Mansi al de Mario Conde. Aquella fue, dijeron los augures de entonces, una operación de plusvalías latentes, a diferencia de la venta de Antibióticos, que fue de plusvalías contantes y sonantes.

La polémica licitación

A las plicas de Toni Comín se presentaron seis empresas, cinco de las cuales son las que gestionan este servicio en la actualidad. Una de las sociedades, Linde Medicinal, filial del grupo alemán Linde AG, se ha impuesto provisionalmente en 12 de los 18 lotes en que se divide la licitación. En segundo posición, con cinco lotes, se ha situado Vivisol, filial de la italiana Sol Group, pese a que era la primera vez que se presentaba a la licitación del departamento de Salud y que apenas cuenta con experiencia en el ámbito sanitario catalán.

El concurso no puede darse por otorgado definitivamente. Pero supondrá un vuelco total para los actuales gestores del servicio de subministro de gases medicinales, que son los que se impusieron en el anterior concurso, de 2009, convocado por el Tripartito. En aquella ocasión, la catalana Esteve y Air Liquide fueron los grandes triunfadores. Ahora se han quedado fuera. Ya saben cómo las gasta el govern de Carles Puigdemont, un bajista de blues, que necesita recursos para construir un país nuevo.

El mundo químico sanitario que señorearon Ramón Bagó y Lluis Prenafeta en los mejores años del pujolismo está mudando. Su cambio de piel apunta a nuevos modos y a relevo de los gentilicios que heredaron el ingenio de la revolución del vapor.

 

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