Sin respiro para Colau: el Mobile no ‘conecta’ con Barcelona y aumentan las dudas sobre su futuro

El Mobile World Congress ha vuelto a medio gas, y eso se ha notado en el impacto económico, lo cual ha generado muchas dudas sobre la feria

Colau

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Volvió el Mobile World Congress de Barcelona por todo lo alto. O al menos, todo lo alto que ha permitido una situación todavía confusa y que se ha encontrado con un conflicto armado en Europa al inicio de la feria. En este contexto, el futuro del MWC, Barcelona y el matrimonio de ambos queda algo confuso. La histórica propaganda que podrían vender las autoridades catalanas con respecto al congreso ahora será más compleja. Eso, siempre que consigan que se mantenga en la ciudad condal.

Y es que la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, así como el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, deberán lidiar con dos marrones que deja la feria de 2022: el primero renegociar la prolongación del evento más allá de 2024; y el segundo, hacer rentable una feria que nunca volverá a tener el impacto económico que se vivió en 2018 y 2019.

De hecho, tanto se ha desinflado el globo que no hay ni ganas de manifestaciones, protestas o cualquier clase de performance reivindicativa que siempre generaba el Mobile. Nada de nada. Ni consignas nacionalistas, sindicales o por los altos precios de los chuches. El MWC se había convertido añas atrás en un escenario ideal para todo tipo de proclamas debido a su atención mediática, pero todo eso se ha diluido. Al menos en 2022. Y según muchos de los asistentes en esta edición: ya nada volverá a ser como antes.

Unos asistentes -las empresas- que son cómplices de esa percepción a medio gas que deja este Mobile. Los fabricantes de móviles han venido con todo el pescado vendido. Ni una sola presentación potente. Quizá por miedo, o por querer generar su agenda propia como vienen haciendo desde hace años, la cuestión es que el principal ingrediente de la feria se ha vuelto soso. Por lo que respecta a los gigantes ‘tech’, vienen a hacer su negocio y el impacto mediático les da lo mismo. No quieren focos, solo dólares.

Después quedan los operadores de telefonía, impulsores de la feria a través de la patronal GSMA, que andan perdidos entre el 5G y el metaverso, sin querer presumir de lo que no tienen ni siquiera ahora, y lo que no saben cuándo tendrán.

El difícil contexto para Colau

Esta perspectiva será con la que Ada Colau tendrá que liderar una renovación junto a las instituciones públicas y organismos que apoyan el evento. En 2018 y 2019 se alcanzaron record de asistentes. Circulaban por la feria más de 100.000 personas. Ahora, a falta de confirmaciones oficiales, se estima que 50.000 asistentes será un buen resultado. Y aunque se inflen las cifras, o se maquille con personal laboral y demás, la realidad de los pasillos es muy distinta.

Una realidad que se aprecia en el uso de los taxis de Barcelona, los servicios de hostelería y todo lo que acompaña a la feria en su conjunto. Ha habido un subidón ficticio después del evento híbrido de 2021, y se está haciendo un ejercicio para no acordarse de 2019; pero la realidad es tozuda y los asistentes, pocos.

El mensaje por parte del Gobierno es que ya trabajan en mostrar todo su apoyo a Barcelona para conseguir que la feria se queda en la capital catalana, pero al margen de los guiños y las buenas palabras tampoco ha habido cuestiones concretas. Y todo esto se hace con un perfil bajo en Madrid. La presidenta de la Comunidad anda con líos de partido, pero en algún momento Isabel Díaz Ayuso despertará, y Colau tendrá otro problema del que preocuparse.

Raúl Masa

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