El Cercle alerta de la «decadencia y la irrelevancia económica» a la que se dirigen Cataluña y Barcelona

La entidad lamenta la falta de modelo económico que exhiben tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona. "De existir es fuertemente ideológico y falto de pragmatismo", señala

El presidente del Cercle d’Economia, Javier Faus, junto al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès / CE

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El Cercle d’Economia vuelve a alzar la voz contra la clase política catalana y barcelonesa. La institución presidida por Javier Faus alerta del camino emprendido por Cataluña y su capital, rumbo a «una espiral de irrelevancia económica, de lenta pero inexorable decadencia» de mantenerse las políticas impulsadas por el president Pere Aragonès y la alcaldesa Ada Colau. Un duro golpe tras haber sido la primera institución empresarial en dar apoyo a los indultos solicitados por el govern.

El foro de opinión catalán emitió este miércoles una nota en la que criticó la falta de modelo de desarrollo económico de ambas administraciones. «De existir, a menudo es fuertemente ideológico, con falta de pragmatismo. Otras veces son modelos que generan confrontación», lamenta.

Desde el Cercle se critica que las actuaciones «se diseñan sin contar con la iniciativa privada y la empresa, o directamente van en su contra». «Sin inversión privada es imposible transformar una realidad», añaden. Así, piden una política a largo plazo frente a las decisiones «tácticas, coyunturales, para obtener un voto en unos presupuestos o diferenciarse del adversario político y de corto recorrido».

La alerta se produce precisamente en el momento en el que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) negocia unos presupuestos con la CUP, que se muestra abiertamente contraria a la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat, la candidatura barcelonesa a los Juegos Olímpicos de Invierno y la ampliación de varias infraestructuras.

«Hay que alejarse de los extremos que condicionan llegar a consensos de país», advierten a Aragonès.

Como ya hizo en otras notas de opinión –y le siguieron las principales patronales– el Cercle d’Economia pidió alejarse de la apología del decrecimiento económico. «Es una irresponsabilidad que una economía europea abierta no se puede permitir. El decrecimiento no es creíble ni siquiera en el ámbito del cambio climático», avisa.

Alemania y Holanda aprobaron ambiciosos proyectos de inversión a pesar de su afectación medioambiental

La negativa a la ampliación del aeropuerto de Barcelona fue la gota que colmó el vaso de un lobby que hasta el momento se había mostrado benevolente con el Ejecutivo catalán. «Es responsabilidad de todas las administraciones trabajar para que la ampliación del aeropuerto sea una realidad. El no hacerlo es de nuevo una irresponsabilidad, especialmente cuando la financiación está garantizada».

Mientras la Generalitat boicoteaba la obra por motivos medioambientales, en Alemania salió adelante la nueva fábrica de Tesla a pesar de talar 97 hectáreas de pinos. El govern también sale malparado en la comparación con Holanda, que autorizó la ampliación del puerto de Róterdam, que afectaba también áreas de la red Natura 2.000 e implicó una inversión de 11.000 millones de euros.

Pero en Cataluña los proyectos no solamente se encallan por motivos ambientales. Casos como el centro de formación profesional de Martorell o la ampliación del Hospital Clínic hace prácticamente una década que saltan de cajón en cajón sin que nadie los desbloquee. «¿Cómo es posible que ni la Covid-19 ni los fondos europeos la hayan hecho desencallar?», se pregunta el Cercle.

La inseguridad de Barcelona

Las críticas de la institución se dirigen hacia ambos balcones de la plaça Sant Jaume. Con el consistorio nunca existió tan buena sintonía como la exhibida con la Generalitat en los primeros meses de Pere Aragonès. Precisamente por la apología por el decrecimiento y las barreras al turismo con la moratoria hotelera y el posterior plan urbanístico.

Ahora, al recelo tradicional se suma «una inseguridad ciudadana creciente», lamenta el Cercle. «El deterioro alarmante del espacio público (sucios, degradados y deteriorados) y actos vandálicos recurrentes, difícilmente pueden atraer comportamientos cívicos y un visitante de más calidad».

Carles Huguet

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