España presiona ahora a Francia para construir el nuevo gasoducto

El Gobierno cede a las reclamaciones de Portugal y del empresariado y defiende el Midcat pero asegura que si no se ha hecho ha sido por culpa del Elíseo

MADRID, 03/08/2021.- La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, este martes, en el complejo del Palacio de la Moncloa. EFE/Juan Carlos Hidalgo

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. EFE

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La crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania está cogiendo al Gobierno con el pie cambiado. Insiste en reclamar a la Unión Europea que desvincule el precio de la luz del del gas para frenar la escalada de precios, pero es una reivindicación previa, y mientras tanto, las empresas le piden medidas y apuestas concretas. A una de ellas, el nuevo gasoducto con Francia, se ha sumado al fin Teresa Ribera, pero con recado para el Elíseo.

El gobierno portugués pidió la pasada semana a España que incremente la capacidad de intercambio de gas con Francia, y empresarios, como los de la patronal catalana Foment, se han sumado a la reivindicación y este mismo miércoles mandaron una carta a Pedro Sánchez para que apueste por el nuevo gasoducto Midcat.

Lo cierto es que el Ejecutivo español había desechado el proyecto, propuesto hace casi una década, pero ahora ha cedido a las reivindicaciones y vuelve a defenderlo. Al menos, en declaraciones públicas. La hizo esta semana la vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica en TVE, pero presionó al gobierno de Emmanuel Macron al recordar que si no se ha hecho ha sido por culpa de los franceses.

Ribera defendió “las grandes directrices europeas, incluido el acelerón en el fortalecimiento de las interconexiones, que siempre llevan mucho más tiempo del que queremos porque hasta ahora a algunos de nuestros vecinos le parecía que no eran tan importantes, y ahora sabemos que es clave”.

Estas declaraciones suponían un cambio, justo después de la reunión de ministros de Energía celebrada el lunes en Bruselas, a la que Ribera pidió bajar precios y reducir la dependencia energética de Rusia, sin concretar cómo. Y llegan coincidiendo con el tirón de orejas de Josep Borrell el martes, que también hicieron cambiar a Pedro Sánchez en lo que se refiere al envío de armas a Ucrania para combatir al ejército de Putin.

La interconexión a la que se refería la vicepresidenta es el gasoducto de Midcat, que se inició a principios de siglo pero no culminó. En 2013, con Mariano Rajoy en la presidencia de España y el socialista François Hollande en la de Francia, ambos gobiernos se comprometieron a retomarlo, pero finalmente no lo hicieron y en 2019, ya con Sánchez y Macron, se desechó de nuevo. Fuentes del sector culpan a Francia, que siempre miró hacia Rusia y Ucrania en cuanto al gas se refiere, y Ribera también lo ha hecho, aunque sin mencionar al país galo.

Emmanuel Macron y Pedro Sánchez en una reunión a finales de 2020. EFE

Ahora, presionada por las peticiones de medidas concretas, Ribera sí apuesta por un sistema de interconexión para tener “la seguridad de que podemos reaccionar rápido en un sistema mucho más amplio”. No obstante, no es una solución a corto plazo, pues su construcción es lenta, unos tres años, según prevé Foment. La patronal que preside Josep Sánchez Llibre calcula que su coste ascendería a unos 500 millones de euros.

España y Francia ya están conectadas por dos gasoductos, uno por Euskadi y otro por Navarra, con una capacidad de transportar 7 bcm. El South Transit East Pyrénées (Midcat), que cruzaría por Girona, podría tener una capacidad de 9 bcm, con lo que más que duplicaría las posibilidades de intercambio entre ambos países.

«Las interconexiones siempre llevan mucho más tiempo del que queremos porque hasta ahora a alguno de nuestros vecinos le parecía que no eran tan importantes»

Teresa Ribera

Por ahora, estos intercambios apenas se están utilizando. La semana pasada, ya estallada la guerra de Ucrania, España solo mandaba un bcm a Francia, cuando, a máxima capacidad, podría cubrir la demanda de Francia durante dos meses. De hecho, Francia todavía no lo necesita, pues sigue recibiendo el gas de Rusia y Ucrania, pero sí puede necesitarla pues es probable que, en la escalada bélica y de embargos y castigos económicos, Putin termine cortando el grifo de Gazprom, la gasística rusa que nutre Alemania y Francia, entre otros países. España le compra menos del 10% del gas que consume.

El papel clave del sur de Europa es para Italia

Por tanto, la solución no es ni inmediata ni, en este conflicto, beneficiaria a España directamente. Sin embargo, sí que es importante para posibles conflictos futuros, para facilitar la interconexión y también para incrementar la importancia geoestratégica del país. Poder ser la puerta de entrada de gas a Europa, como reivindicó Ribera, le daría más peso.

Ahora este papel lo está haciendo más Italia. También compra el gas en Argelia, pero sus gasoductos tienen mayor capacidad, mientras que España la ha perdido por el cierre, en octubre, del de Magreb. Italia está haciendo acopio de gas por los tubos mientras que las energéticas españolas están utilizando barcos metaneros, proceso más caro y lento.

El abastecimiento está asegurado en ambos países, y por ahora también en el resto de Europa, pero el precio no solo sigue siendo un problema sino que se agrava cada día que pasa. Este miércoles, el gas rozó los 200 euros el MWh, máximo histórico al dispararse un 60%. La subida del gas supone también un encarecimiento de la luz, que este jueves se pagará al precio más caro del año, 341,5 euros el MWh.

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