Portugal tiene poco que celebrar un año después de la salida de la troika

A pesar de las buenas cifras macroeconómicas, el país luso sigue amenazado por problemas estructurales como el paro, la corrupción y la elevada deuda pública

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Portugal es la tierra de la saudade, de la melancolía. El país luso cumple un año tras la salida de la troika y los motivos de celebración no son muchos. A pesar de que las cifras macroeconómicas han mejorado, al igual que ocurre en otros países del sur de Europa, la población todavía nota escasamente la recuperación.

Hay datos contrapuestos. Mientras que para este año el Gobierno espera un crecimiento del 1,6%, uno de cada cinco portugueses vive bajo el umbral de la pobreza –con menos de 411 euros al mes–. A pesar de que el déficit público se redujo hasta el 4,5% del PIB en 2014, la tasa de desempleo sigue siendo muy elevada (el 13,7% de la población activa); una cifra que se triplica entre los jóvenes (hasta el 34,4%).

Austeridad

El primer ministro del país, sin embargo, sí cree que hay motivos para celebrar. Passos Coelho se felicitó hoy de haber conseguido el principal objetivo de su mandato, «prescindir de la troika», después de un «esfuerzo colosal» por parte de todo el país. Un hecho que no ha cambiado la política económica del Gobierno en los últimos doce meses, que han seguido marcados por la austeridad en el gasto público y los recortes.

A cinco meses de las elecciones legislativas, Passos Coelho reafirmó ayer sábado la estrategia del ejecutivo: «Más que nunca, estoy convencido de que debemos continuar por la vía que hemos tomado», aseguró. Además del crecimiento y la reducción del déficit, el Gobierno conservador saca pecho por la mejora del turismo, la recuperación del mercado inmobiliario y el alza de las exportaciones y las inversiones.

Por su parte, la oposición de izquierda le echa en cara ser «más alemán que la cancillera Angela Merkel» por su insistencia en la austeridad y también el empeoramiento de datos como el de la deuda pública, que el pasado año alcanzó el 130% del PIB, muy por encima de antes del rescate.

Casos de corrupción

Para evitar la quiebra, Portugal cerró un acuerdo en 2011 con los acreedores (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo) por valor de 78.000 millones de euros. Cuatro años después, el debate público ha viajado desde los problemas económicos del país, hasta los políticos. Entre los que destaca por encima de todos la corrupción (elegida palabra del año por los portugueses en 2014).

El ex primer socialista José Socrates ––al mando del Ejecutivo en el momento de pedir el rescate– fue detenido y después encarcelado acusado de varios delitos, entre ellos, fraude fiscal y blanqueo de capitales. En este mismo periodo, Portugal también se sacudió por la quiebra (y posterior rescate) del Banco Espírito Santo, una de sus principales entidades del país, y el escándalo Monte Branco, que sacó a la luz múltiples irregularidades fiscales de personajes públicos. 

Economía Digital

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