La alemana Rotkäppchen, favorita para comprar Codorníu

El sector designa al rival de Henkell como el principal candidato a hacerse con el decano del cava tras fracasar las opciones de Suntory y Vallformosa

Las cavas de Codorníu, en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona). ARCHIVO

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Mientras Carlyle engorda Codorníu para ponerla en el mercado, el sector ya analiza en qué manos podría terminar el decano del cava. Con la pandemia de por medio y teniendo en cuenta las dificultades de la empresa para ser rentable en el mercado internacional, las opciones se reducen y un nombre sobresale por encima del resto: Rotkäppchen, el gigante alemán del espumoso y principal competidor de Henkell, poseedor del 50% Freixenet.

Las fuentes consultadas por Economía Digital explican que el conglomerado germano es de las pocas compañías del sector con capacidad para hacer frente a una operación de tal calado. Carlyle valoró la empresa en 300 millones en 2018 y la venta, que no llegaría antes de 2022, parece complicado que se cierre a un precio inferior. El grupo centroeuropeo cerró el año 2019 con unas ventas de 1.114 millones de euros por los algo más de 200 millones de la cavista.

Las relaciones entre ambas empresas son fluidas. Desde hace más de un año, Rotkäppchen distribuye los productos de Codorníu en Alemania, por lo que conoce los puntos fuertes y las debilidades del negocio catalán. Consultado por este medio, un portavoz de Carlyle dijo: “en este momento no hay ningún proceso o conversaciones para vender la compañía”.

Se da la circunstancia de que la compañía apenas vende botellas fuera de Alemania, por lo que la debilidad de la cavista en el mercado internacional no sería un inconveniente. La presencia de la marca española en los lineales de los supermercados germanos se dispararía gracias a la red de distribución con la que el futurible comprador cuenta en el país, en el que es líder.

Rotkäppchen ya compró una empresa de prosecco en 2017

El nuevo enfoque de Codorníu coincide con el de Rotkäppchen. En territorio germano, el vino espumoso es un producto tradicionalmente de precios bajos. Con la firma de Sant Sadurní d’Anoia apostando por la marca blanca de nuevo, el matrimonio parece mucho más fluido que con la ofensiva por la gama alta impuesta por el exconsejero delegado Ramón Raventós.

Con el impacto del coronavirus en la restauración y la experiencia del nuevo consejero delegado, Sergio Fuster, ser una referencia en los supermercados será clave. “Solo pueden crecer así y con la marca blanca. Codorníu tiene muy poco nombre fuera de España y Carlyle ha visto que hace falta invertir mucho dinero para crear una marca reconocida. Pensó que sería más barato, por eso ha virado el enfoque”, explica un alto directivo del sector.

Para la empresa alemana supondría aterrizar en un campo en el que ya está su competidor Henkell desde que en 2018 adquirió el 50% de Freixenet. Un año antes, Rotkäppchen se hizo con la firma italiana de prosecco Ruggeri, más pequeña que Codorníu. Cuando fueron preguntados, sus responsables siempre se mostraron abiertos a crecer a través de adquisiciones.

La operación fallida con Suntory

La vía alemana se pone sobre la mesa después de haberse descartado ya la opción japonesa. Antes de la pandemia, la nipona Suntory, analizó la compra, aunque finalmente la desechó, explican fuentes del sector a Economía Digital. La firma, que también se interesó por Freixenet en 2017, descartó la adquisición por las dificultades a la hora de crecer en el mercado internacional y porque supondría dejar de comercializar las botellas de Freixenet en el archipiélago asiático, un negocio que les es rentable.

Otro nombre que también se vinculó con el de Codorníu fue el de Vallformosa. A mediados de 2020, La Vanguardia informó de que la pequeña cavista catalana había lanzado una oferta sobre su competidor que Carlyle había rechazado. De hecho, el fondo estadounidense incluso amenazó con emprender acciones judiciales contra algunos de sus responsables si no paraban de hacer manifestaciones públicas sobre la operación.

En este caso, la compra parecía más complicada en términos de equilibrios económicos. Vallformosa facturó 37 millones, una quinta parte que su presa.

Carles Huguet

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