La histórica firma Colmado Quílez se aferra a la Rambla Cataluña de Barcelona

La emblemática tienda del Eixample perderá su escaparate y reducirá su presencia a un pequeño local en la misma avenida donde estaba

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«Gracias Barcelona por estos 107 años», así se despide la histórica firma Colmado Quílez de su emblemático escaparate en el centro de la ciudad. La tienda que ocupa la esquina entre Rambla de Cataluña y Aragón bajará pronto la persiana, pero no se va muy lejos. El gerente de la tienda, Carlos Lafuente, ha batallado para quedarse en la zona. Y, finalmente, ha llegado a un acuerdo con el dueño del almacén de la actual tienda, en el número 65 de Rambla de Catalunya.

«En un principio nos pedían un 1.300% más del alquiler que pagamos actualmente (es decir, si fueran unos 500 euros pasarían a ser 6.500 con el incremento) y, ahora, con este espacio hemos acordado un incremento del 400%. Hemos decidido quedarnos en el mismo sitio para que la gente no pierda uno de los comercios tradicionales del centro de Barcelona», explica.

Rentas inasumibles

Sin embargo, Lafuente asegura que el sabor de esta permanencia es agridulce. «Ninguna administración nos ha ayudado», se lamenta. Y es que el motivo principal del cierre de este establecimiento es la entrada en vigor de la ley de arrendamientos urbanos que ha desencadenado la renegociación de los alquileres de históricos espacios a precios del mercado actual, lo que ha derivado en algunos cierres.

De lo que sí se alegra Lafuente es de poder mantener a la veterana plantilla del Colmado Quílez de Rambla de Catalunya. En este establecimiento trabajan 14 personas, algunas de las cuales llevan más de 40 años, de modo que se ha forjado una relación entre ellos y el gerente muy estrecha. «He crecido en esta tienda y conozco a las familias de los empleados», detalla.

En manos de un tercero

El negocio, subraya el gerente, funciona, por ello lamenta que al trabajar para un casero todo se vaya al traste cuando se trata de dinero. De momento, ha acordado con el propietario del local la apertura hasta finales de febrero, pero espera ampliar dicho plazo para poder acometer unas obras en el almacén y adaptarlo a la futura tienda.

«Todo dependerá del ayuntamiento y de cuando nos dé el permiso de obras», subraya Lafuente, quien insiste en la desolación que se siente cuando después de tantos años de trabajo todo puede perderse en cuestión de días o meses.

Economía Digital

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