Liquidación de Pedro Siles: las deudas ahogan a una de las constructoras más conocidas
El acceso a crédito sigue siendo uno de los principales problemas del sector balear, junto con la volatilidad de la demanda

(Foto de ARCHIVO) Corte de tráfico en Montes Sierra y Luis Uruñuela por la obra del «tranvibús» de Sevilla Este. A 17 de septiembre de 2024, en Sevilla (Andalucía, España). Las obras promovidas por el Ayuntamiento de Sevilla para la instalación de la plataforma reservada para autobuses públicos o «tranvibús» destinada a conectar la estación ferroviaria de Santa Justa con los barrios de Sevilla Este y Torreblanca motivan nuevas afecciones al tráfico rodado desde este martes. Rocío Ruz / Europa Press 17/9/2024
Pedro Siles, la constructora mallorquina, una de las firmas históricas del sector en Baleares, ha declarado el cierre definitivo al verse incapaz de superar el lastre de deudas millonarias acumuladas desde la crisis del ladrillo y posteriores intentos fallidos de reestructuración.
La liquidación, autorizada judicialmente y ya en marcha este octubre, marca el final de una saga empresarial que durante décadas fue protagonista en obras públicas, promociones residenciales y reformas hoteleras en Mallorca.
El caso de Pedro Siles es paradigmático de la evolución de la construcción en las Islas. Fundada y dirigida durante años por Pedro Siles Davia, la empresa vivió la expansión del sector en los años 90 y principios de 2000, participando en grandes proyectos y generando cientos de empleos.
Sin embargo, tras la burbuja inmobiliaria, la compañía fue incapaz de digerir un pasivo millonario, en parte por impagos de clientes durante la crisis y la brutal caída de la obra pública y la promoción privada tras 2008.
En 2012, Pedro Siles entró en concurso de acreedores, logrando entonces un acuerdo con los bancos y acreedores para frenar la quiebra y disponiendo de cinco años para devolver unos 10 millones de euros de deuda, con la esperanza de recuperar el pulso en un mercado incipiente.
A pesar de la profesionalización de la gestión y algunos proyectos relevantes en la década siguiente, el aumento de los costes, las nuevas dificultades para acceder a crédito, la competencia y la pérdida de grandes contratos acabaron precipitando la insolvencia definitiva.
En los últimos meses, la firma paralizó su actividad, redujo plantilla e intentó negociar (sin éxito) un acuerdo de reestructuración de deuda.
El auto dictado por el juzgado de lo Mercantil de Palma esta semana ordena la inmediata liquidación de los bienes y el cierre de oficinas, dejando una larga lista de impagos tanto a proveedores como a empleados y la desaparición de uno de los nombres más conocidos del sector en la isla.
De la liquidación a la concentración
El sector de la construcción en Mallorca vive, además, un contexto de reestructuración profunda: si bien los datos de inversión residencial y turística mantienen el optimismo (impulsados por la demanda extranjera y rehabilitación hotelera), la desaparición de actores tradicionales y el peso de la morosidad elevan la incertidumbre entre pymes y autónomos que operan bajo márgenes cada vez más estrechos.
La situación de Pedro Siles emerge a la vez como un reflejo del proceso de concentración en grandes promotoras y de los retos para las empresas locales: adaptación tecnológica, capacidad de anticiparse a la subida de costes y la nueva regulación en materia medioambiental y de vivienda.
La falta de relevo generacional pleno y el agotamiento de los mecanismos clásicos de renegociación han demostrado los límites de la resiliencia tradicional en el sector, agravados por el retraso en pagos públicos y la competencia de fondos y promotoras internacionales en la nueva etapa inmobiliaria.
El acceso a crédito sigue siendo uno de los principales problemas del sector balear, junto con la volatilidad de la demanda, el encarecimiento de materiales y la dificultad para retener talento cualificado.
El sector espera que el impacto directo del cierre se vea compensado por la fortaleza coyuntural de la demanda de vivienda y la inversión en infraestructuras, pero la presión por profesionalizar la gestión financiera y anticipar riesgos reputacionales es cada vez mayor.