Seat choca con las emisiones (y Martorell lo paga)

La lentitud en la homologación de los nuevos motores provoca que la planta de Seat deba parar algunos sábados en los que se preveían jornadas adicionales

La fábrica de Seat en Martorell, ahora reconvertida a planta de material médico. EFE

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La nueva ley europea de homologación de motores se ha convertido en un quebradero para los grandes fabricantes de coches. Los flamantes test para medir el consumo y las emisiones de dióxido de carbono (WLTP) provocaron retrasos en la obtención de los permisos entre autoridades y marcas, por lo que las compañías ven como elaboran vehículos que no pueden vender hasta que no reciban el visto bueno de la administración. Seat no iba a ser la excepción, y la planta de Martorell ya sufre las consecuencias.

Fuentes internas de la empresa explican a Economía Digital que la fábrica catalana canceló entre dos y tres sábados de trabajo –según la línea de producción–, marcados como jornadas adicionales por culpa de la nueva normativa. Según explican las mismas voces, el principal motivo fue la falta de motores procedentes de Volkswagen, que es de las firmas que más está sufriendo con la norma.

De este modo, saltaron del calendario tres días en la línea uno, donde se ensamblan el Arona y el Ibiza, y dos días en la línea dos, encargada del León. El próximo sábado es una de las fechas afectadas, pero como en los días adicionales sólo se trabaja un turno, la afectación en la producción sólo será de unos 1.800 automóviles: 720 León, y unos 550 Arona e Ibiza.

El impacto será marginal para los números de la fábrica catalana, que en 2017 puso en circulación 456.070 vehículos. Las unidades que se dejarán de poner al mercado representan apenas el 0,4% del total.

Seat tiene coches fabricados que no puede vender al no estar homologados

Consultado por este medio, un portavoz de la compañía admite los cierres parciales pero señala que la situación es “tranquila” y garantiza el funcionamiento de la fábrica de lunes a viernes. 

También señala que la cancelación obedece a una combinación de factores. Por un lado está el impacto de la normativa WLTP , que provoca la falta de motores homologados, y por el otro una producción que marcha a ritmos superiores de los esperados a comienzos de 2018. De hecho, estaban previstas 42 jornadas adicionales a lo largo del año.

Además del parón en la actividad, las voces internas desvelan la existencia de varios centenares de vehículos aparcados alrededor de la planta de Martorell que no se pueden vender al no estar certificados. Otro argumento para frenar revoluciones y no aglutinar automóviles a los que todavía no se puede dar salida. Fuentes oficiales no confirman este dato.

En el seno de la fábrica se teme que si las homologaciones no llegan en los próximos días se pueda llegar a formar un cuello de botella a partir del próximo 1 de septiembre. Es el día a partir del que la ley prohibirá comercializar coches que no hayan pasado los test WLTP, más restrictivos que sus predecesores.

A la espera del otoño, el parón veraniego ya tendrá consecuencias para los clientes. La cancelación de las tres jornadas puede suponer que los compradores tengan que esperar más tiempo del previsto para recibir los turismos adquiridos.

Volkswagen, la cruz

A pesar de las afectaciones de la nueva norma, Seat prácticamente opera con normalidad de lunes a viernes. No es así en otras filiales del grupo Volkswagen, como la propia Volkswagen y Audi, que tuvieron que cerrar fábricas ante la aglomeración de vehículos que no pueden sacar al mercado al carecer de los permisos.

De hecho, Reuters informa de que Volkswagen está alquilando aparcamientos gigantes, de varios pisos, para estacionar las unidades sobrantes. La empresa ya había reconocido en junio la posibilidad de demoras en hasta 250.000 coches y advirtió de que reduciría la producción de algunos modelos debido al cuello de botella formado.

Para tratar de paliarlo anunció que cerraría la planta de Wolfsburgo entre uno y dos días por semana en agosto y septiembre. También se bajará la persiana durante varias jornadas en la instalación de Zwickau.

Carles Huguet

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