BBVA comienza el peor de sus viacrucis en la Audiencia Nacional

La citación de Ángel Cano, Julio Corrochano y otros ejecutivos como investigados empaña las mejorías en el negocio del banco

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No hay dos días de buenas noticias para BBVA. Si el 1 de julio, tras un año muy complicado por la evolución de la lira, su banco turco –Garanti– vivía una de las mejores sesiones bursátiles de su historia, con una subida del 10%, 24 horas después la presunta implicación del banco en el sistema de escuchas ilegales del comisario Villarejo lo empañaba.

Independientemente de las posibles responsabilidades legales que podría tener que asumir en el futuro, si se prueban los hechos y así lo establece la Justicia, el proceso erosiona la reputación del banco y los reguladores están pidiendo una solución lo más rápida posible. El banco está realizando por su parte una investigación interna, junto con PWC y Uría para estudiar qué hay de cierto en las informaciones publicadas por la prensa. De acuerdo con ellas, del banco habría encargado a Villarejo investigar ciertos hechos, que habría impulsado escuchas ilegales; empezando por el intento frustrado de compra del banco por parte de Sacyr.

El juez de la Audiencia Nacional que investiga el caso ha citado a declarar, tras imputarles con cohecho activo (intento de corromper o corrupción de un funcionario público) y revelación de secretos a varios ejecutivos del banco que coincidieron con el periodo de presidencia de Francisco González. Entre ellos, al que fuera consejero delegado de la entidad, Ángel Cano.

Cano se convirtió en consejero delegado en 2009; cinco años después de que, presuntamente, BBVA comenzara a trabajar con la empresa del Comisario Villarejo, Cenyt. No obstante, en 2004, Cano sí formaba parte del banco -empezó en Argentaria en 1991 y luego fue ocupando varios cargos en BBVA-, y fue el propio Francisco González el que le dio el empujón para convertirle en su número dos.

El ex ejecutivo sustituyó a José Ignacio Goirigolzarri como consejero delegado en 2009, que dejó la entidad a través de una jubilación anticipada y después de intensos rumores de enfrentamiento con Francisco González. En aquellos años fue cuando el BBVA modificó sus estatutos para permitir que los presidentes se jubilaran más allá de los 65 años; lo que frenó cualquiera aspiración de Goirigolzarri de sustituir a González como primer ejecutivo de la entidad.

Posteriormente, González dio de lado a Cano para impulsar el nombramiento de Carlos Torres como consejero delegado. 

BBVA y ocho de sus ejecutivos

Además de Cano, entre este jueves y viernes, declararán ante el juez, otros siete ejecutivos del banco. Uno de ellos, el ex director de Seguridad del banco, Julio Corrochano, que, presuntamente coordinó con el comisario Villarejo ciertas escuchas ilegales encargadas por el banco. 

Además, están citados ante el juez cuatro trabajadores actuales de BBVA: Ignacio Pérez Caballero, director de Red de Banca Comercial en BBVA España; Javier Malagón Navas, responsable de rendimiento y control y de data en Finanzas; Inés Díaz Ochagavía, directora de Seguridad Corporativa y Nazario Campo Campuzano, jefe de equipo de Seguridad. También existen otros dos investigados vinculados al banco, que son Ricardo Gómez Barredo, miembro del consejo de administración del turco Garanti y Antonio Bejar González, presidente de Distrito Castellana Norte, sociedad participada por BBVA, de acuerdo con EFE.

De sus declaraciones y de las investigaciones del juez, que tras los interrogatorios a los imputados, volverá a entrevistarse con Villarejo no se descarta que se puedan producir nuevas citaciones. Por el momento, el juez que lleva el caso, Manuel García Castellón, no ha ido más allá con sus citaciones.

BBVA, ante el riesgo reputacional

Desde que saltaran las primeras informaciones sobre los presuntos pagos de BBVA a la empresa de Villajero en la primavera de 2018, la presión ha ido en aumento sobre el banco y, previsiblemente, con el inicio de las actuaciones por parte de la Audiencia Nacional, esta situación no va a cambiar, aunque la entidad siga echando balones fuera.

Este martes señalaba que no iba a prejuzgar a los empleados que estaban siendo investigados y señalaba que actuará «siempre en base a hechos contrastados y con la información suficiente». Hasta ahora Francisco González siempre ha negado cualquier implicación en la trama Villarejo.

Sin embargo, el actual presidente de BBVA, Carlos Torres, es un hombre de González; lo que le coloca en una posición incómoda y por simbiosis al banco. BBVA, desde que comenzara la crisis por las presuntas escuchas, se ha puesto del lado de su ex ejecutivo, comprometiendo de alguna manera también su reputación.

De hecho, le nombró presidente de honor, a pesar de que la crisis de las escuchas llevaba ya muchos meses sonando y solo, junto antes de la junta de acciones, en marzo de este año, González presentó su dimisión por carta a la espera de que concluyeran las investigaciones que está realizando la entidad. Torres, en algunas ocasiones, ha puesto la mano en el fuego por el que ha sido su mentor y su padrino y una resolución judicial contraria podría ser negativa para su imagen, al ser un tan estrecho colaborador de González.

El propio banco se ha comprometido con ciertas afirmaciones sobre el que fuera su ex presidente. En su artículo de despedida, titulado «los principios y la tecnología» en el que repasaba sus logros al frente de BBVA calificaba a Francisco González como un «visionario en la banca».  «Y de su obsesión por los valores deja una regla de oro: decir que no a lo que no sea legal, publicable o moralmente aceptable por la sociedad», insiste la entidad financiera en su sitio en Internet.

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