Calviño ve un triunfo en una amenaza

El mercado es más exigente con la deuda española que en otoño, aunque el Gobierno insista en el éxito de la primera colocación tras su formación

Nadia Calviño, vicepresidenta primera del gobierno de España

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La formación de Gobierno, con la declaración de intenciones planteada por Unidas-Podemos sobre la reforma laboral, ha comenzado con un tira y afloja entre el nuevo ejecutivo de coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, la CEOE y algunos economistas, como los del BBVA, pidiendo prudencia a la hora de retocar el mercado de trabajo. Moody’s ya ha advertido que la reversión de este ajuste podría ser negativo para el rating, y teniendo en cuenta que la nota de España se debe revisar dentro de unos meses, estas recomendaciones están bastante contextualizadas. Los inversores en deuda se están mostrando más exigentes incluso sin que sufra la nota crediticia.

El Ejecutivo está contrarrestando con hechos, aunque llevados a su terreno, las críticas que llegan desde las empresas o del entorno financiero. Una de sus últimas cartas ha sido que España cerró el martes -el mismo día en el que estrenaba Gobierno- una emisión de deuda a 10 años, que mereció ser compartida en redes por Nadia Calviño. «El Tesoro emite deuda con récord de demanda y mínimo de interés en el estreno del nuevo Gobierno», retuiteaba la vicepresidenta tercera una noticia de El País.

Esta semana, mientras el gobierno se sentaba en la apretada mesa de ministros de la actual legislatura, el Tesoro colocaba 10.000 millones en deuda a 10 años, con un cupón del 0,525%, y una demanda de 52.000 millones «la más alta recibida por cualquier emisor público o privado desde la creación de la moneda única», destacaba el Ejecutivo en una nota de prensa, «y supone una reducción de diez puntos básicos respecto a la última emisión de junio de 2019», añadía. «La elevada demanda, el bajo tipo de interés y la calidad de las órdenes ponen de manifiesto la confianza que los inversores siguen manteniendo en la fortaleza de la economía española», valoraba en el mismo documento.

 

El Ministerio de Asuntos Económicos se guardó para su análisis interno que si la emisión se hubiera realizado en octubre o noviembre, viendo la evolución de la rentabilidad del bono (véase el primer gráfico) los intereses a pagar habrían sido más reducidos -a pesar de que España se encaminaba hacia unas nuevas elecciones o mantenía un gobierno en funciones. Desde el verano, los inversores, en línea con el encarecimiento del euríbor, han comenzado a ser más exigentes con la deuda, no solo de España, sino de otras economías europeas, la alemana incluida.

La banca se pertrecha por lo que pueda pasar

El cambio de año ha estado acompañado por mucha actividad en los mercados de deuda. La banca fue especialmente activa la semana pasada colocando deuda, ante la posibilidad de que dentro de unos meses, si se despeja el miedo a que Europa entre en recesión, las medidas de estímulo del Banco Central Europeo (BCE), ya sea a través de la retirada del programa de compras de deuda; ya sea a través de la modificación de su forward guidance, abriendo la puerta al abandono de los tipos negativos.

Para España, con una deuda que roza el 100 por 100 del PIB -y la posibilidad de que pueda ir más allá-, que la curva de tipos de interés se haya dado la vuelta al alza, parece más bien un riesgo, que además pueden heredar futuros Ejecutivos. Con la financiación rozando mínimos históricos, refinanciar emisiones puede ser una tentación para reducir la factura de intereses, pero, si se rebaja la deuda, a medio y largo plazo, la factura a pagar subirá y ya no es pequeña.

En el proyecto de Presupuestos de 2019, presentado por el Ministerio de Hacienda, el equipo de María Jesús Montero reservaba para el pago de intereses de la deuda 31.400 millones para el pago de la deuda, más del 19% del Presupuesto del Estado consignado en los capítulos I al VII.

Algunas fuentes, no obstante, rebajan los riesgos a los que España podría enfrentarse si aumenta la deuda; solamente porque dudan de que Sánchez-Iglesias pueden ser capaces de llevar adelante sus planes de incremento de gasto.

José Luis Rodríguez Zapatero ha atado de manos al nuevo Ejecutivo para que se salte el gasto. La reforma de la Constitución aprobada en plena crisis financiera, y que entró en vigor el 1 de enero, blinda a través de La Constitución el incremento de deuda si no está autorizada por Bruselas.

La campaña de Pedro Sánchez, por tanto, va a tener que ser europea para tratar de que la nueva Comisión dé el visto bueno a que España incumpla sus objetivos de déficit y esto le otorgue flexibilidad presupuestaria. Sánchez insistió durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que ahora Europa es otra, pero abrir la mano con España significaría dar el derecho a otros -Grecia o Italia- a pedir lo mismo.

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