Así reflotó el gallego González Soler una planta de aluminio de Alcoa

Alibérico, uno de los pretendidos 'novios' de San Cibrao, se hizo en 2014 con Iberfoil, factoría ubicada en Huesca y que Alcoa vendió en 2009

Clemente González Soler, empresario gallego y presidente de Grupo Alibérico. EFE (Víctor Lerena)

Clemente González Soler, empresario gallego y presidente de Grupo Alibérico. EFE (Víctor Lerena)

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Alcoa parece situarse cada vez más lejos de la planta de aluminio primario de San Cibrao (Lugo), donde pretende acometer un ERE que, de materializarse, dejará en la estacada a más de medio millar de trabajadores. Este martes, la ministra de Industria, Reyes Maroto, volvió a cargar contra la multinacional americana, al asegurar que sus problemas no derivan de la ausencia de un precio energético estable, sino de «la falta de compromiso». Por eso, desde el Ejecutivo de Pedro Sánchez insisten en que la compañía debe dejar paso a un posible comprador. «Nos han trasladado que existe un inversor industrial del sector del aluminio«, indicó este martes el comité de empresa de Alcoa, tras un encuentro telemático con el secretario general de Industria, Raül Blanco.

Lo cierto es que, de entre todos los posibles ‘novios’ de Alcoa, con el paso de las semanas, el nombre que cobra más fuerza es el de Alibérico, el grupo de transformados de aluminio con sede en Madrid y capitaneado por el gallego Clemente González Soler, un hombre al que, según el propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, «le tira ayudar a su tierra«. No es la primera vez que al empresario se lo relaciona con Alcoa. Alibérico, en una alianza con Atlas Holdings, mostró su interés hace unos años por las plantas de la compañía de Pittsburgh tanto en San Cibrao como en A Coruña y Avilés (estas dos últimas fueron traspasadas al fondo Parter en un proceso de puja tutelado por el Gobierno). Pero, además, en 2014, ya compró y reflotó una factoría que formó parte del extenso grupo de activos que Alcoa llegó a atesorar en España: la planta de Iberfoil, en Sabiñánigo, Huesca.

Alibérico y las desinversiones de Alcoa

Alcoa, que ahora solo cuenta con el complejo de San Cibrao en A Mariña lucense, llegó a tener 11 fábricas en España, país en el que entró en 1998, cuando se hizo con la mayor parte de los recursos de Inespal, empresa pública de fabricación de aluminio del Instituto Nacional de Industria (INI). A lo largo de varias década plagadas de desinversiones, Alcoa cerró fábricas o las traspasó tanto a otros grupos como a fondos de inversión que, aún hoy en día, las mantienen activas. En 2009, año en el que la compañía aún sumaba ocho centros productivos en España, puso a la venta la fábrica de poseía en Sabiñánigo, especializada en fabricación de productos laminados.

Ese ejercicio, la matriz del grupo, en EEUU, acordó deshacerse de toda la división de ‘foil’ del grupo, la encargada de hacer las hojas finas de aluminio que se dedican, fundamentalmente, al mercado de envasados. En octubre, Alcoa encontró comprador en la figura del grupo alemán Bavaria, que se comprometió además a comprarle a los americanos la materia prima. No obstante, la suerte de la compañía no cambió, ya que en 2012 solicitó la suspensión de pagos. Al borde de la liquidación, González Soler entró en escena. 

Ventas multiplicadas por diez

Alibérico adquirió la compañía, con el nombre de Iberfoil, en 2014. Con las inversiones del grupo del empresario gallego llegó el crecimiento exponencial. Las ventas de la planta, que emplea a poco más de un ciento de trabajadores directos, pasaron de 5,42 millones a casi 50 millones, 10 veces más. Según los últimos datos depositados ante el Registro Mercantil, en 2018, Iberfoil facturó 48,3 millones de euros y registró un ebitda (beneficio antes de impuestos, tasas, amortizaciones y depreciaciones) de 1,2 millones de euros. El resultado neto fue de casi 300.000 euros.

Por otro lado, si a Alcoa le achacan el haber ‘abandonado’ las inversiones en sus fábricas, en el caso de Alibérico no ocurre lo mismo. En 2018, González Soler presidió la inauguración de la ampliación de la planta de Huesca, un acto al que acudió el presidente autonómico, el socialista Javier Lambán, y en el que destacaron que el grupo había acometido una inversión de 15 millones de euros para instalar un nuevo laminador frío que permitiría triplicar la capacidad de la fábrica. Además, a finales del mes de junio, Iberfoil indicó que, a pesar de la pandemia, continúa trabajando en las instalaciones de una nueva nave de 4.500 metros cuadrados, que acogerá otra línea de producción «destinada al aplanado de bobinas de aluminio bajo tensión» y para la que inyectará otros cinco millones de euros.

A contracorriente

Aunque Soler ha reconocido que el pasado ha sido un ejercicio «complicado» en cuanto a ventas, por lo menos hasta 2018, último año del que existen cuentas presentadas ante registro, la mayoría de las sociedades que conforman el grupo Alibérico han logrado esquivar los números rojos y eso a pesar de la caída generalizada del sector, algo derivado tanto de la bajada del precio del aluminio como de la competencia china. 

Según los datos de la memoria anual de Alibérico SLU, ese ejercicio, sus principales filiales se mantuvieron en beneficios. Además de Iberfoil, destaca Alucoil, dedicada a los «materiales avanzados para la edificación, transporte e industria». Con sede en Miranda del Ebro (Burgos), acabó el ejercicio con unos beneficios por encima de los 6,4 millones de euros. 

Las cuentas del grupo correspondientes a 2018 arrojan un resultado neto consolidado de 8,6 millones de euros (8,5 millones un año antes), mientras que la cifra de negocio rozó los 180 millones de euros.

 

Video promocional de Iberfoil, en Sabiñánigo y que formó parte de Alcoa hasta 2009

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