Ahora o nunca

Con las desigualdades, hipocresías e intereses actuales vamos irremediablemente al mayor desastre y más absoluto de los que haya podido experimentar nuestra especie en su corto periodo de existencia; el cual, paradójicamente, nos ha bastado para cargarnos millones de años de evolución, vida y ecosistemas planetarios

Día Mundial del Agua

Una excavadora retira basura acumulada en un canal del barrio de Jacarepaguá hoy, en el marco del Día Mundial del Agua, en Río de Janeiro (Brasil) / EFE

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Esta es la conclusión de la tercera parte del sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change. Según Jim Skea, copresidente del grupo de trabajo que elaboró el informe, “es ahora o nunca, si queremos limitar el calentamiento global a 1,5ºC”. De hecho, como advierte Alexander Barron, uno de los expertos sobre el cambio climático y profesor adjunto de ciencias y políticas medioambientales en el Smith College de Massachusetts (Estados Unidos), “si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando más allá de 2025, la batalla está esencialmente perdida”.

Como ya he señalado en esta sección de artículos de opinión, la primera parte de los cerca de 20.000 estudios y artículos científicos que componen este sexto informe vino a decir que, sin lugar a dudas, era culpa nuestra. La segunda que, de seguir así, cerca de la mitad de la población total estará en serio peligro en pocas décadas. Mientras que la tercera dice que no hay tiempo que perder, sobre todo cuando deberíamos llevar trabajando en esto a fondo desde octubre del año pasado. Así que, o actuamos ya y en serio o no conseguiremos evitar la situación catastrófica que se avecina y cuyos preámbulos han empezado.

Aunque con la pandemia se redujeron algo, actualmente los gases de efecto invernadero se sitúan en los niveles más altos de la historia de la humanidad, un 54% más que en 1990

Para ello, según este nuevo informe, la primera línea de actuación es “reducir en un 48% las emisiones de dióxido de carbono antes del 2030”. Dando como solución principal la apuesta decidida por las energías renovables, que además son cada vez más baratas, y por el abandono total de los combustibles fósiles, pues solo disponemos de unos pocos años para que el mundo no experimente numerosos impactos climáticos extremos.

En cambio, aunque con la pandemia se redujeron algo, actualmente los gases de efecto invernadero se sitúan en los niveles más altos de la historia de la humanidad, un 54% más que en 1990, cuando se publicó el primer informe del IPCC. También y por desgracia, como viene siendo más habitual que raro, la política y los intereses económicos siguen siendo los principales obstáculos, tal y como dice y reconoce el propio secretario general de la ONU, António Guterres: “Algunos líderes gubernamentales y empresariales dicen una cosa, pero hacen otra. En pocas palabras, están mintiendo. Y los resultados serán catastróficos”.

Culpables principales que también coincide en señalar el colectivo internacional Scientist Rebellion/Rebelión Científica, tal y como acaba de exponer en la rueda de prensa convocada tras la publicación de esta última parte del informe y de su llamada a la acción a través de manifestaciones y huelgas convocadas al respecto. Según lo dicho en la misma, hay tres claves para afrontar esta catástrofe: la igualdad socioeconómica, la honestidad y la sensatez. Dicho de otra forma, con las desigualdades, hipocresías e intereses actuales vamos irremediablemente al mayor desastre y más absoluto de los que haya podido experimentar nuestra especie en su corto periodo de existencia; el cual y paradójicamente nos ha bastado para cargarnos millones de años de evolución, vida y ecosistemas planetarios.

Además, llama la atención que tanto desde la ONU como desde la comunidad científica y otras instancias señalen a la hipocresía y a la falta de honestidad como causas fundamentales de lo que está ocurriendo. Así, en la rueda de prensa dada por Rebelión Científica también se puso en evidencia que de 60 grandes entidades financieras que se fueron a hacer la foto a la Cumbre del Clima 2021 en Glasgow, solo diez hayan hecho algo al respecto y el resto incluso todo lo contrario, es decir, intentan atascar y atacar los informes e iniciativas ante esta gigantesca alarma. Algo que también ha experimentado en primera persona el profesor Barron, describiendo su estupefacción al ver a supuestos expertos y grupos de reflexión financiados por empresas de combustibles fósiles, incluso a “actores contratados para presentarse en reuniones”, y haciendo una oposición activa a avanzar en las direcciones indicadas y necesarias.

Por mi parte, aprovecho para incidir en una de las claves que también he publicado en Guía existencial para (el) ser humano, la de la igualdad; pues no sé si está todavía más lejos o es más difícil de conseguir que las también necesarias y apeladas honestidad y sensatez. Tampoco está de más recordar otra de las claves expuestas en mi libro, la de la cooperación; incluso muy relacionada con la honestidad, pues cuando indico que debe ser “sin segundas oportunidades” es, precisamente, refiriéndome al engaño, tan protagonista y presente sin embargo en nuestra especie.

Pero no voy a ser yo el que tenga la última palabra en este artículo, ya que el propio profesor Barron lo resume muy bien en sus declaraciones, también coincidentes con lo que he expuesto aquí en otras ocasiones para procurar concienciarnos de que, en definitiva, está en nuestras manos:

“La mayor incertidumbre del informe del IPCC es qué hará la gente, y eso no está fuera de nuestro control. Podemos elegir entre un camino o el otro. La cuestión es cuánto va a luchar la gente por ello”.

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