La ecología, el único camino y el único futuro

La dignidad no es realizable si el medio ambiente hace imposible ese desarrollo de la persona; a éste sirven todos los derechos que, en conjunto, son expresión de la dignidad humana

Lahore (Pakistán), la tercera ciudad con el aire más contaminado del mundo. EFE/EPA/RAHAT DAR

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Un sugerente ensayo denominado Ecología oscura recientemente publicado por el pensador estadunidense Timothy Morton nos ofrece una visión diferente del pensamiento ecologista en relación directa con la filosofía, la literatura, el arte y la religión. Reproducimos textualmente la explicación corta y enigmática del autor sobre el título de su obra: ¿Qué es la ecología oscura…? Es la conciencia ecológica deprimentemente oscura. Pero la conciencia ecológica también es misteriosamente oscura. Suena raro, pero se trata de una dulce oscuridad. En estos tiempos, el nihilismo está siempre en primera fila. Casi nunca pasamos de la primera oscuridad, si es que nos ponemos en marcha. En este libro intentaremos llegar a la segunda oscuridad: la dulce, a través de la tercera oscuridad: la misteriosa. No tengas miedo”.

Ya en el año 1979 del siglo pasado el filósofo alemán Hans Jonas alertó al mundo sobre las nuevas dimensiones de la responsabilidad del ser humano con el medio ambiente y su entorno; en particular, por la vulnerabilidad de la naturaleza frente a los avances imparables de la industria, de la técnica y la producción en masa que significaba un crecimiento irracional y desbordado que tenía una finalidad profética: la apocalipsis total.

En un ensayo suyo titulado El principio de responsabilidad, publicado en el año 1995, proponía la necesidad de una nueva ética, con nuevos imperativos y nuevos valores, para una nueva civilización tecnológica en marcha; lo que significaba una advertencia contra la destrucción de nuestro planeta.

El ecologismo como freno a la soberanía absoluta del capital financiero y depredador que mueve el planeta con total indiferencia

“El hombre es también naturaleza, y por tanto, cuando se destruye la naturaleza, se está destruyendo a sí mismo; el hombre deberá protegerse de sí mismo, fijar límites a sus propias quimeras, dejar de creerse propietario del mundo y de la especie, admitir que no tiene más que su usufructo. Obra que de tal manera que no pongas en peligro las condiciones de la continuidad de la humanidad en la tierra”.

Hay unas fuentes de deberes y obligaciones morales con la naturaleza y el medio ambiente que los podres públicos tiene que hacer cumplir por sus obligaciones constitucionales, legales y morales: así, en nuestra Carta Magna, en su artículo 45, se le da rango constitucional desde el año 1978 al medio ambiente. El enlace del derecho reconocido en el art. 45.1 de la CE con la dignidad de la persona, proclamada en el art. 10.1 de la CE, resulta así evidente, puesto que la dignidad no es realizable si el medio ambiente hace imposible ese desarrollo de la persona; a éste sirven todos los derechos que, en conjunto, son expresión de la dignidad humana.

Habitamos un planeta en el que la oscuridad avanza pero con un ecologismo como único salvavidas que iza la luz como bandera, con el viento como futura energía para mover el desarrollo y dar bienestar a los seres humanos que en él lo habitamos. El ecologismo como dique contra la concentración de la tecnología y la digitalización como dominación, en unas pocas manos y en unas determinadas zonas del globo. El ecologismo como freno a la soberanía absoluta del capital financiero y depredador que mueve el planeta con total indiferencia y atacando a diario los límites legales medioambientales establecidos por los Estados. Y ahí sigue, por si no lo sabíamos ya, el cambio climático; la concentración de CO2 sigue creciendo a pesar de la paralización por el Covid. Demasiadas crisis: política, económica, financiera, industrial, alimentaria, climática, sanitaria, demográfica y migratoria como para que queramos volver a una ‘normalidad ya pasada’ tan deteriorada y sin respuesta para el futuro de la humanidad y del planeta tierra. Por eso afirmamos, para terminar de manera alta y clara, que la ecología es el futuro y el único camino. “Verde que te quiero verde”.

PD: Las organizaciones ecologistas, desde la más grandes hasta las más minoritarias, no entramos a debatir con los que utilizan argumentos irracionales, insultantes y clichés del siglo pasado contra nosotros. No tenemos tiempo que perder, somos la voz de los que no tienen voz; de la biodiversidad entendida como la diversidad dentro de las especies, entre especies y entre ecosistemas.

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