Precios de la electricidad

A medio y largo plazo esta guerra también nos tiene que hacer pensar a España y a Europa en la dependencia energética de otros países y acelerar todas las alternativas autosuficientes

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El año 2021 ha estado caracterizado por una recuperación económica, después de la recesión de 2020, originada como consecuencia de la pandemia. Esta recuperación ha conllevado un incremento de la demanda de energía eléctrica y un precio de la misma nunca anteriormente alcanzado y que en los últimos meses del año ha ido marcando récords día a día. Así, el precio medio del mes de diciembre de 2021 fue de 239,16 euros/mwh, es decir, prácticamente el triple que en diciembre de 2020. Estos precios elevados se mantienen en los dos primeros meses de 2022 y la previsión es que continúen en el resto del año.

Muchos informes, entre ellos el del Banco de España, han incidido en las causas, la primera, la necesidad de recurrir al funcionamiento de los ciclos combinados de gas, que en la actualidad tienen un coste de producción elevado, por el precio del gas en los mercados internacionales y que se mantendrá o se agravará por la actuación de Rusia, uno de los principales productores mundiales. En los últimos doce meses se ha multiplicado el precio por cinco, pasando de unos 10 euros/mwh a más de 100 euros/mwh y llegando a alcanzar los 180 euros/mwh. Y la segunda, el precio de los derechos de emisión de CO2, que en el mismo periodo se han duplicado. Es de resaltar que, en el mes de diciembre de 2021, la participación de los ciclos combinados en la generación total ha sido del 21,6%, valor bastante elevado por la mayor demanda, pues la media de participación de ese año 2021 ha sido del 15,5%.

El hecho de que el precio medio de la electricidad en el mercado haya sido tan elevado viene fundamentalmente marcado por tratarse de un mercado marginalista, es decir, toda la producción de energía se paga al precio que ha fijado el último interviniente en el mercado eléctrico, normalmente los ciclos combinados. Por ello se ha planteado la discusión sobre las ganancias extraordinarias de las otras fuentes de producción de energía que no precisan comprar derechos de emisión de CO2, es decir, las renovables y la nuclear, y que, además, no dependen del gas.

Evidentemente, cuanto más caro sea el precio fijado por el productor, último interviniente que entre en el mercado, mayor ingreso tienen las otras fuentes, y si este coste viene originado por el incremento del precio de los derechos de emisión de CO2, y del gas que ellos no tienen que adquirir, pues aumenta el margen. Esta forma de actuación del mercado se debería intentar corregir o al menos paliar. Evidentemente, es a todas luces legal y empresarialmente correcto, y tiene un efecto muy positivo de incrementar las inversiones en energías renovables.

La posible corrección se puede gestionar de dos formas: una primera, cambiando las reglas del mercado y, una segunda, mediante otro tipo de actuaciones limitativas.

El mercado marginalista está establecido en toda Europa y marcado por la Unión Europea, por tanto, parece a todas luces difícilmente modificable a corto plazo, cuando es en este plazo que se precisa actuar. No obstante, entiendo que su estudio y adecuación se debe hacer.

Está demostrado que el mercado marginalista es el más eficiente a la hora de marcar el precio más barato

Sí está demostrado que el mercado marginalista es el más eficiente a la hora de marcar el precio más barato, pero esto es teoría. La situación actual no sólo de España, sino de todo Europa, debe servir de señal de alarma para mejorarlo.

Ineficiencias en el mercado eléctrico

Ciñéndonos a España, veamos una serie de factores que hacen que el mercado sea ineficiente, porque algunos parámetros no están suficientemente adaptados:

1.- El mercado marginalista funciona bien cuando hay un exceso de oferentes que tienen que ajustar su precio para poder casar y, por tanto, funcionar. Aunque la oferta en España es en teoría, más de 2,5 veces la demanda, medido en términos de potencia instalada, la disponibilidad de las instalaciones para funcionar es muy limitada, es decir, no hay posibilidad de que todas funcionen todos los días del año y, mucho menos todas las horas del día, tanto por condiciones meteorológicas, caso del viento y sol; como de materia prima, caso de las hidráulicas, por ello la oferta no es suficiente.

2.- El mercado marginalista funciona bien cuando todos los oferentes se mueven en un intervalo de costes similares. En estos momentos en España hay tecnologías que, en el entorno de los 40 euros/mwh están en un precio atractivo, caso de renovables, por ejemplo y, otras, caso del ciclo combinado, que tienen que estar en 200 euros/mwh o más.

3.- Por último, el mercado marginalista precisa para su buen funcionamiento no tener la información precisa de lo que harán los otros oferentes. Sin embargo, en el sector eléctrico y más acusado en estas circunstancias, la actuación de los oferentes es transparente, por lo que se puede actuar con mucho conocimiento de lo que puede acontecer.

¿Qué se puede hacer para bajar los precios?

Creo que, aun manteniendo el mercado marginalista, se deberían establecer condicionantes que conllevaran a limitar los parámetros señalados. Pero es preciso actuar a corto plazo. Para ello, se han planteado varias actuaciones, veamos alguna de ellas:

  • Pasar parte de los costes imputados en las tarifas a los presupuestos generales del Estado. Es una vieja propuesta del sector eléctrico y que creo que debería efectuarse, especialmente para mejorar la competitividad de las empresas españolas en las que la energía eléctrica es una materia prima de su producto. Lo que hay que cuidar es que, al aumentar los presupuestos en estos costes, no se opte por la solución fácil y directa de aumentar otros impuestos, pues al final el contribuyente lo pagaría igual. Quizás psicológicamente se vería mejor y especialmente el sector eléctrico sería más ajustado.
  • Reducir el IVA y otros impuestos de manera permanente. Es evidente que la energía eléctrica se ha convertido en un bien de primera necesidad, especialmente en el sector doméstico. Por tanto, este planteamiento es a todas luces adecuado, pues aun cuando el Estado haya de recompensar este ingreso por otra vía impositiva, siempre podrá ser más progresivo.
  • Hacer contratos a futuro de ciertas tecnologías, por ejemplo, la nuclear o las renovables. El mercado de la energía español es muy intensivo en la utilización del mismo, es decir, hay pocos contratos bilaterales y de futuro. Evidentemente, en ciertas tecnologías, por ejemplo, la nuclear, dada su disponibilidad prácticamente garantizada, sería adecuado hacer contratos bilaterales y de amplia temporalidad, especialmente para el mercado doméstico y, así garantizar al grueso de los consumidores un precio sin volatilidad o para los consumidores electrointensivos y así no poner en riesgo su competitividad.
  • Limitar ingresos a ciertas tecnologías anteriores a un cierto año de funcionamiento. Se está estudiando, pero lógicamente presenta serias dudas, desde el punto de vista legal y, no deja de ser una actuación por acontecimientos, es decir, estilo parche y no profunda, no consensuada, no analizada sosegadamente, etcétera, aun cuando pueda ser oportuno.
  • Retirar algunas tecnologías de producción del mercado eléctrico. Ya se ha planteado en su momento hacer dos mercados diferentes, uno para las térmicas y otro para el resto. Entiendo que es una solución que debería analizarse, adecuarse y establecerse.

En resumen, hay que revisar el mercado eléctrico para hacerlo más eficiente y hacer algunas actuaciones que eviten en el futuro situaciones como las actuales agravadas con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, actuaciones que hay que efectuar a corto plazo. Pero, a medio y largo plazo, esta guerra también nos tiene que hacer pensar a España y a Europa en la dependencia energética de otros países y acelerar todas las alternativas autosuficientes.

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