La transición urbana gallega

Ese mercante mal estibado que es Galicia provoca que el trayecto del desarrollo dibuje una escora cada vez más acusada, ya sea en términos de población, infraestructuras, desarrollo, implantación de empresas, disponibilidad y acceso a más y mejores servicios

personas haciendo el Camino de Santiago

A principios de los años noventa, Guillermo de la Dehesa, recién aterrizado en la primera línea ejecutiva del Banco Pastor desde la Secretaría de Estado de Economía del Gobierno de Felipe González, aludía con frecuencia a Galicia como una gran ciudad atlántica, con un desarrollo urbano por acabar de configurarse desde áreas como A Coruña y Ferrol hasta Vigo. Se trataba, a su modo de ver, de una estructura urbana natural que el propio desarrollo económico y demográfico se encargaría de moldear, casi en paralelo a la AP-9. Estaba el economista madrileño ante una proyección que, hoy en día, tiene todo el sentido, resulta casi lugar común en los debates entre urbanistas, pero que expuesta hace más de treinta años sonaba a conjetura, deseo o aspiración.

Galicia es hoy más urbana que nunca, y esa ciudad atlántica en transición concentra desarrollo económico y polos empresariales, población, innovación y servicios. El eje dibujado por De la Dehesa en los noventa lidera la economía gallega, en síntesis. Pero también provoca que existan dos velocidades entre el interior y la costa. Dos Galicias, en resumen, quizá cada vez más distantes y distintas en términos de riqueza. 

En las áreas urbanas de más de 50.000 habitantes reside el 69% de la población española y se concentra el 76% del empleo, por lo que su papel es esencial en la actividad económica, en la sostenibilidad ambiental y en la cohesión social. Lo dicen los propios Atlas de Áreas Urbanas que edita periódicamente el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana. Sensu contrario, esos análisis también aluden a que la mayor parte de los municipios no urbanos de España tiene una dinámica demográfica regresiva en estos primeros años del siglo XXI. En concreto, casi un 70% de estos municipios pierden población y más de un 3,2% lo hace de forma muy acusada, con disminuciones superiores al 50%. La comunidad gallega no es indiferente a esta realidad, pero con sus particularidades. Y de introducir matices relevantes en esta gran instantánea social se encarga esta edición del Atlas Urbano de la Sostenibilidad en Galicia, la tercera ya del proyecto editado por Economía Digital Galicia. 

El análisis que nos ocupa toca las áreas urbanas en su concepto amplio, por primera vez, más allá de las siete ciudades. Los autores del estudio que tiene el lector en sus manos vienen a dar la razón a aquellos planteamientos que en los noventa puso encima de la mesa Guillermo de la Dehesa y aseguran que la Galicia urbana conforma un sistema de periferias activas que ya no pueden entenderse como simples ciudades o incluso ciudades dormitorio convencionales. La dispersión suburbana y la expansión residencial en estos núcleos, continúan, refuerzan la idea de un sistema urbano extendido que trasciende con claridad los límites municipales tradicionales. 

Otra idea fuerza que aporta el análisis de esta edición del Atlas Urbano de la Sostenibilidad en Galicia. En el contexto europeo, nuestra comunidad representa un caso ilustrativo de urbanización distribuida, con una red de ciudades medianas que actúan como polos de atracción demográfica, económica y cultural, en consonancia con la visión de la Nueva Agenda Urbana de la Unión Europea, capaces de sostener su competitividad sin generar desequilibrios territoriales excesivos. 

Esta vez, en la tercera edición, el estudio anual que edita Economía Digital Galicia ha querido acercarse a esta realidad tan presente y que tanto condiciona a la vez el devenir de la economía gallega. Las siete áreas urbanas más allá de las delimitaciones administrativas que conforman las ciudades gallegas.

Lo contamos hace un año, pero observando los datos de la segunda edición del atlas. Pese al lienzo general que se presenta en estas páginas, ese mercante mal estibado que es Galicia provoca que el trayecto del desarrollo dibuje una escora cada vez más acusada, ya sea en términos de población, infraestructuras, desarrollo, implantación de empresas, disponibilidad y acceso a más y mejores servicios. Ese territorio dual, con una Galicia interior, rural y envejecida y otra atlántica, urbana y dinámica, se mantiene en gran medida si se mira a las áreas urbanas. Son siete las ciudades y sus áreas de influencia, pero dos las velocidades, como bien describen los autores de esta edición del Atlas Urbano de la Sostenibilidad en Galicia.

Pocos son los que dudan a estas alturas que la Galicia urbana debe liderar el proceso de cambio, marcar la ruta, porque tiene la responsabilidad de construir un futuro colectivo y más habitable. ¿Estamos en el buen camino? ¿Estamos todos a una en este proceso, a todas luces una transición urbana?

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