BNG y PSOE diseñan estrategias opuestas para derribar al PP de la Xunta

Ana Pontón lleva tiempo vistiéndose de presidenciable e interpelando al voto del cambio y galeguista, sin entrar abiertamente en la batalla por la izquierda; Besteiro programa una campaña de menos a más, apoyada en Pedro Sánchez, y asumiendo que habrá ataques a BNG y Sumar

Alfonso Rueda, Ana Pontón y José Ramón Gómez Besteiro / EP

Alfonso Rueda, Ana Pontón y José Ramón Gómez Besteiro / EP

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La demoscopia sitúa como alternativa a la continuidad del PP en la Xunta a una alianza entre BNG y PSOE, esta vez con los papeles cambiados respecto al bipartito que conformaron entre 2005 y 2009 el socialista Emilio Pérez Touriño y el nacionalista Anxo Quintana. El reto no es sencillo, pues las mismas encuestas otorgan a la candidatura de Alfonso Rueda la mayoría absoluta, aunque más ajustada que en las tres últimas autonómicas que ganó el PP con Alberto Núñez Feijóo. El convencimiento de que es posible una mudanza en San Caetano 15 años después es clave para la izquierda a la hora de movilizar el voto, especialmente el socialista. Las contribuciones de la crisis de los pélets y de los resultados del estudio preelectoral del CIS pueden ayudar.

BNG y PSOE afrontan la misión desde estrategias muy dispares, condicionadas por la posición que ocupan cada uno en la carrera hacia el 18 de febrero y por su distinto tipo de electorado. Incluso los líderes, una vez retornado José Ramón Gómez Besteiro al fragor de la batalla, condicionan el ritmo. El candidato socialista, ex secretario xeral del partido y ex presidente de la Deputación de Lugo, estuvo apartado de la vida política durante casi ocho años, envuelto en los procesos judiciales que abrió la sancionada jueza Pilar de Lara y que quedaron en nada. En su regreso, apoyado por su nombramiento como delegado del Gobierno y su presencia en el Congreso, tiene todavía un grado de conocimiento alto entre los gallegos –de un 86%, según el CIS– pero inferior al de Pontón y al de Rueda.

El optimismo del PSOE: subir en todas las provincias

Este factor, además de un votante que tiende a movilizarse tarde, ha convencido a los socialistas de que buena parte de sus opciones se jugarán en la campaña. Besteiro continuará apoyándose en el Gobierno de Pedro Sánchez, con el continuo desembarco de ministros y del propio presidente trayendo a la memoria el desfase demoscópico de las elecciones generales. Una de las ideas fuerza es la de un Gobierno en Galicia con influencia en Madrid, y cómo eso se traduce en inversiones, por ejemplo, con el buque para la Armada anunciado por Sánchez para que construya Navantia en Ferrol.

Esta estrategia choca con dos escollos que los socialistas tendrán que salvar. El primero, que la mayoría de los votantes priorizará los temas propios de Galicia al margen de las dinámicas estatales a la hora de decidir qué papeleta deposita en la urna. Al menos, así los confesó un 79% a los encuestadores del CIS. El otro, que tradicionalmente se mueve un pequeño porcentaje de votos durante la campaña. Este sábado, en un acto en Lugo, Pedro Sánchez apeló al voto de un 30% de indecisos que el PSOE quiere captar.

El PSOE confía en que tendrá una tendencia al alza en toda Galicia, pero señala a Lugo y a las urbes de A Coruña y Pontevedra y sus áreas metropolitanas como espacios relevantes para que sus apoyos crezcan. En Ourense el escenario es más complicado porque el partido está descosido, pero el efecto de Democracia Ourensana también restará apoyos al Partido Popular. Todas las fuerzas del actual Parlamento gallego ven probable que los de Gonzalo Pérez Jácome obtengan un diputado.

El BNG se quita el techo

El BNG tiene a su electorado movilizado, capacidad para organizar actos multitudinarios y una líder con alto grado de conocimiento entre la población y buena valoración. Ana Pontón lleva vistiéndose de presidenciable desde el último debate sobre el estado de la autonomía, cuando presentó ante el Parlamento las líneas maestras de un programa de Gobierno. Si a Besteiro lo mueve la remontada, a la portavoz nacional del BNG la mueve la confianza en que está a un paso de la presidencia. Antes de que se convocarán las elecciones, ya había instalado este relato, incluso en la propia actividad parlamentaria.

Ana Pontón y Xosé Manuel Beiras visitaron la sede de Inditex como líderes del Bloque con dos décadas de diferencia
A la izquierda, Ana Pontón en una visita a la sede de Inditex. A la derecha, Xosé Manuel Beiras, en 2001, con Amancio Ortega. Fotos: BNG/Agencia EFE

El título de primera fuerza de la oposición permite al BNG intentar aglutinar el voto del cambio, elevando un techo tradicionalmente bajo. La fe en que los nacionalistas pueden superar holgadamente los 20 diputados es otra línea en la hoja de servicios de Ana Pontón. Tiene como contrapartida que facilita una mayor movilización de los votantes del PP, pues los de Alfonso Rueda recuerdan con habilidad los vínculos del Bloque con Bildu o con ERC para interpelar a los suyos. El mejor resultado de lo formación frentista, los 19 escaños de 2020, coincidieron con una mayoría aplastante de Feijóo.

Pontón interpela directamente a Rueda, incluso cuando pide concentrar el voto en el BNG, pues pretende contraponer modelos. Promueve un partido útil para desarrollar las potencialidades de Galicia desde Galicia, frente a la idea de una Xunta influyente en Madrid de Besteiro. El empeño en ilusionar con un «tiempo nuevo», uno de los lemas del ascenso del BNG, confronta con la garantía de un cambio seguro y fiable que intenta proyectar Besteiro.

¿Llegará la batalla de la izquierda?

La fragmentación del voto de la izquierda juega a favor del Partido Popular, que ha tenido la capacidad en Galicia para absorber la mayor parte de los apoyos que tuvo Ciudadanos y de convertir en irrelevante a Vox. Todo apunta a que la formación de Santiago Abascal lo seguirá siendo en las próximas elecciones. No sucede lo mismo con Sumar, que obtuvo dos diputados por Galicia en las últimas elecciones generales. Las escasas probabilidades que tiene el movimiento de Yolanda Díaz de entrar ahora en el Parlamento gallego, según las encuestas, podrían provocar la fuga de un buen número de votos que no se traducirían en escaños.

El BNG, que apela una y otra vez a concentrar el voto del cambio en sus filas, asegura que se dirigirá a toda Galicia, sin ánimo alguno de abrir una batalla con Sumar. «Los votos son de los ciudadanos, no de los partidos. Tenemos un proyecto para todos independientemente de lo que hayan votado anteriormente, también para quienes hayan votado al PP y se sientan galeguistas o se sientan decepcionados con la actuación de la Xunta», dice una portavoz del partido.

En el PSOE todo apunta a que serán más pragmáticos. Este mismo sábado Gómez Besteiro aludió directamente al BNG: «Tenemos esa potencia de ayuntamientos, Xunta de Galicia y Estado unidos en un proyecto común. Es una fuerza absolutamente imparable. Pero el Partido Popular no quiere. El BNG quiere, pero no puede. Solamente nosotros somos los que queremos y podemos, porque tenemos un magnífico equipo de gente preparada, de gente solvente, de gente con experiencia. El cambio tiene que ser hacia la seguridad, hacia un proyecto de personas solventes que lo dirijan en la dirección adecuada«.

No está claro si este tipo de mensajes llegarán también a Sumar, socio de gobierno en el Ejecutivo central. Fuentes próximas a los socialistas explican que la relación con la formación de Yolanda Díaz es buena, pero reconocen que muy probablemente sus apoyos se convertirán en votos perdidos que allanen el camino a la continuidad del PP. «No es el momento, pero seguramente habrá otros momentos en campaña para interperlar a que ese voto no se pierda», admiten.

Dos números clave: el 45 y el 30

Además del deseo de vencer al inexpugnable PP gallego, BNG y PSOE comparten la idea de que una alta participación conseguirá que se produzca el cambio en la Xunta. Movilizar es una prioridad para ambos. Otra de las claves a la que apuntan las fuentes consultadas es que el PP baje del 45% de los votos. «Si está por debajo, pierde el Gobierno», aseveran. Feijóo ganó por primera vez en 2009 por un solo diputado con el 46,6% de apoyos. En 2020 estaba casi en el 48%.

Manuel Fraga salió derrotado en 2005 consiguiendo un 45,03% de las papeletas. Claro que entonces el escenario de partidos era muy diferente y solo había tres que superasen el 1%. La caída de Fraga requirió además que el PSOE obtuviera el 33% de los votos, una cifra de la que está muy alejada la primera fuerza de la oposición en Galicia desde hace más de una década, pero que se antoja clave para conseguir los escaños necesarios para el cambio. El BNG tiene una estimación del 29,3% en el CIS, pero es la única encuesta que le da un porcentaje tan elevado.

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