El libro ‘Talento desperdiciado’ desmonta el gran mito de la educación

El catedrático de Psiquiatría de la UAB, Adolf Tobeña, presenta su tercer título para ED Libros: 'Talento desperdiciado. Brevario de desatinos educativos'

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Hace cinco años, a Adolf Tobeña le solicitaron una conferencia de última hora sobre el campo de la educación en el Palau de la Música. El título del acto, «Orientar talento«, enganchó al catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autonóma de Barcelona (UAB), que se puso manos a la obra para elaborar una charla con la que acabó desmintiendo grandes leyendas del mundo de la pedagogía.

«Les expliqué que el origen de la agudeza mental está sobretodo en la biología, en el cerebro y en el sistema hormonal e inmunológico que nos toca a cada uno por la lotería», recuerda Tobeña ahora que el revuelo que causó hace un lustro su conferencia se convirtió en la gasolina que puso en marcha su nuevo libroTalento desperdiciado. Brevario de desatinos educativos, en el que desmonta varios mitos, entre ellos el más grande del campo.

Si partimos de que la destreza no se adquiere, sino que viene de fábrica, estamos dando por malo el relato de la escuela, que más bien pasa por pretender que todos los seres humanos son iguales y que si a todos se les enseña lo mismo aumentan las probabilidades de que todos prosperen como adultos. Y, sin realmente buscarlo, eso –dar por malo el modelo– es lo que hizo el catedrático tanto en aquella conferencia como en el libro que inspiró.

Su tercera publicación para ED Libros (le preceden La pasión secesionista y Neuropolítica), Talento desperdiciado es un ensayo científico sobre «el talento y las bases del talento, de cualquier tipo de talento», avanzó Tobeña en una entrevista con periodistas del grupo editorial Economía Digital. Y es que, para el autor, la escuela «se dedica más a otras cosas que a propiciar el talento», pese a tener un «papel fundamental» en este sentido.

El gran mito de la educación que el también investigador en neurociencia desmonta en su texto es el de la homogeneidad de las capacidades de los estudiantes de escuela y colegio, lo que constituye la baza del modelo educativo aquí y en el mundo, pese a las muchas leyendas urbanas que señalan que los nórdicos, por ejemplo, son mejores para educar que el resto (algo que el autor, de paso, también rebate).

Pero lo de Tobeña no es un ejercicio dirigido solo a la educación española, sino a la mundial: su objetivo, ha dicho, es presentar las pruebas científicas que demuestren que el sistema actual no tiene recorrido, para que en unas décadas este conocimiento se ponga en práctica. Y el primer paso que sugiere es admitir, de una vez por todas, que no somos todos iguales, como indica la ciencia, y que es un despropósito educarnos bajo ese precepto.

El talento viene de fábrica, no de la escuela

La agudeza mental «no se adquiere en casa, con mentores o en la escuela», afirmó Tobeña, «sino que se lleva, digamos, de fábrica, en esencia». «Tenemos datos muy firmes que explican que es más importante lo que se lleva que lo que se trabaja, respecto de la velocidad mental, la brillantez, de hacer funcionar la maquinaria del pensar», dijo, apostillando que lo mismo sucede con el carácter, que «también tiene carga biológica de base».

El catedrático invita a los educadores a «dejar de pensar que todos son iguales, que es la hipótesis de base de todos los pedagogos». Esta es «una asunción incorrecta que desde la ciencia hemos rebatido», porque «los modelos ideológicos de los pedagogos imponen que el material sobre el cual debe trabajar la escuela es virginal y totalmente modelable hacia el infinito, y eso es un error monumental».

Para que la escuela tenga un enfoque respaldado por lo que nos dice la ciencia, habrá que eliminar esta concepción de uniformidad de los estudiantes y apostar más por enseñar a todos una misma base para luego pasar a exprimir los fuertes de cada persona, en vista de que sus aptitudes comienzan a florecer durante los años de formación primaria, y los mismos profesores son capaces de darse cuenta de ello.

Pero, para llegar allí, será también necesario dar el poder de decisión a los expertos, que son los maestros, y arrebatárselo a los ideólogos, que son todos los que no trabajan en educación pero que toman decisiones que dejan huella en las aulas. «Quien sabe de escuela son los maestros y los profesores; no los que elaboran leyes o informes», insistió Tobeña.

«Quien sabe de verdad cómo instruir a los jóvenes son los buenos maestros y los buenos profesores, porque también para eso hay carga biológica: hay gente que nace con talento para instruir, y quienes deberían tener el máximo protagonismo son los profesionales y no los ideólogos», concluyó. Estas y otras ideas, explicadas en detalle y con ayuda de material gráfico, en las páginas de Talento desperdiciado.


Talento desperdiciado. Brevario de desatinos educativos está a la venta en ED Libros a partir del 20 de septiembre. Para comprar, acudir a este enlace.

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