El Molino, entre el jazz y el fuego

El histórico cabaret barcelonés se reinventa mientras se le acaba la carencia pactada con los acreedores

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Imaginen la escena. Dos cincuentones reposados sobre una gran barra de una sala desértica. Apenas una pareja y un grupo de vedettes que se acercan, divertidas, a alternar con los clientes. Cinco minutos sin demasiada predisposición y se marchan a cenar al frankfurt de la esquina. Media hora después, ambos hombres, ya maduros, y los enamorados han abandonado el club. No es ni la una de la madrugada y el club de fiestas ya está desierto.

No hablamos de un antro en El Raval. Se trata de El Molino, el teatro de burlesque más famoso de Barcelona. Antaño lugar de reunión, desde que reabrió en 2010 no ha arrancado. En 2013 suspendió pagos y hasta noviembre de 2014 no superó el concurso de acreedores. Se le agota el tiempo. Si el bar no carbura, los espectáculos tampoco enganchan. Lejos quedaron los tiempos de Christa Leem en los 70 y 80.

7,4 millones a partir de noviembre

El local es regentado por Elvira Vázquez a través de Ocio Puro SL. Hace 18 meses, el Juzgado de lo Mercantil número 6 aprobó el convenio con los acreedores. Con una deuda de 7,4 millones con el Banc Sabadell, la entidad concedió una prórroga de dos años para iniciar los pagos. En noviembre acaba el periodo de carencia y empezarán a llegar las facturas, que se prolongarán durante 10 años.

El edificio busca desde entonces un inversor que le dote de músculo económico. «No creo que lo consigan, llevan muchos años persiguiéndolo», explica una persona vinculada al proceso judicial. Lo cierto es que el inmueble ha sido ofrecido a varias compañías del sector, entre ellas el Grupo Costa Este –propietario de discotecas como Opium y Bling Bling o de la sala de fiestas Astoria-. «No nos interesa, ni el edificio ni la zona en la que está ubicado», deslizan.

La afluencia desde entonces no ha sido la esperada. «Normalmente el patio de butaca está semivacío», explica una vedette. En ocho meses empezará el auténtico reto. «Lo más probable es que al final le prendan fuego para cobrar la indemnización», explican, exageradas, fuentes conocedoras de la situación.

Buscar otro enfoque

El burlesque ya no enamora y otros teatros y cabarets ni ven a El Molino como competencia. «Se nota que es de otra época y no engancha mucho, aunque es un buen espectáculo», escriben los usuarios en las redes sociales. Por ello, Ocio Puro se ha propuesto darle un giro de 180 grados.

Desde su refundación, el grupo ha ampliado el espectro de eventos. «Organiza desde ciclos de rumba, afterworks, y hasta conciertos infantiles», señala un asistente habitual. Aunque la gran apuesta son las noches de jazz. Cada martes, artistas de todo el mundo se reúnen en una de las pocas salas en las que se puede disfrutar del género en Barcelona.

La revitalización de El Molino, de la mano de El Paral·lel

Contactados por Economía Digital, desde el teatro han lamentado que pese a «parecer muy interesante, en estos momentos no podemos atenderles». Sin embargo, Elvira Vázquez –de quién cuentan que es una persona muy agradecida con todo aquél que la ha ayudado en el proyecto- explicó las claves de cómo debe ser el nuevo El Molino en una entrevista a El Punt Avui en 2010.

Una cosa quedó clara: debe ir de la mano de la rehabilitación de la avenida del Paral·lel.  «Los políticos no se pueden permitir olvidar de este espacio estratégico, entre la feria y el puerto», alertaba. «Ignorarlo sería un error, y ya trabajamos en un proyecto que generará ocupación y creará nuevos equipamientos para la ciudad», explicaba entonces.

Como bien sabe, las Mama Chicho y el destape televisivo acabaron con El Molino. «El nuevo espacio deberá ser moderno, con un variedad de espectáculos para ser viable; ya no puede ser lo que fue», sentenciaba. Tiene, al menos, hasta noviembre para conseguirlo.

Carles Huguet

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