El peso de los ex militantes de Izquierda Unida se deja sentir
Podemos aglutina muchas procedencias, pero probablemente la más importante es la de los abstencionistas políticos
La dirección general, encabezada por Pablo Iglesias, es el resultado de unas primarias en las que venció el colectivo o tendencia Claro Que Podemos (CQP), el único que presentó una candidatura integral, es decir, una lista completa para los 25 puestos disponibles. De la misma manera, se impusieron en Barcelona y Madrid, previa presentación en los medios de comunicación de la mano de Iglesias. Por eso, Jorge Sánchez, militante del círcula de Barcelona, percibe que «la gente se queja del dedazo de Pablo».
En cambio, Rivola, responsable del área de trabajo de organización en el consejo ciudadano de Barcelona, mantiene que el proyecto de CQP contempla la colaboración de todos. Además, contrapone el caso de Andalucía y Madrid, donde Izquierda Anticapitalista ha tenido más peso y «quiere dar continuidad a su manera de trabajar, lo que también ha hecho sentirse excluida a mucha gente».
Representar a todo el mundo
Así, mientras Podemos aglutina cada vez a más gente que requiere organización, también crece la dificultad de que todo el mundo se sienta representado. En ese sentido, César Castañón, también miembro del consejo ciudadano de Barcelona con CQP, enfatiza lo «fundamental» de mantener el contacto con los círculos, ya que «al convertirnos en una máquina de guerra electoral» existe el riesgo de «perder la capacidad de generar ilusión colectiva».
Bajo el eslogan sí se puede se aúnan decepcionados del PSC o PP, antiguos votantes de ICV, EUiA… pero la mayoría son ex abstencionistas. «No vienen de ninguna parte, eso es lo maravilloso porque no tienen experiencia pero tampoco vicios», valora Rilova.
Votar puede ser útil
Castañón, que forma parte de la comisión de contenidos del círculo, de actividades de formación y de debate, explica que antes «solo se podía elegir entre Coca-Cola o Pepsi», pero ahora la gente ve que «votar sirve para solucionar sus problemas».
Es el caso de Marta Oliván, responsable del área de trabajo de extensión de relaciones entre los círculos y el consejo ciudadano. Conoció a Pablo Iglesias por Youtube, hace un año. «Suscribo todo lo que dice, pensé, necesito canalizar mi frustración», ha contado. Nunca había militado en un partido, estaba en paro y se apuntó a la comisión de organización en la primera asamblea. Es lo que en Podemos llaman desprofesionalizar la política.
Una procedencia difícil de definir
Podemos bebió mucho de los movimientos sociales –«horizontalidad, asamblearismo»–, señala Sánchez. Rivola narra su propia experiencia que, como muchos compañeros, tiene raíces en Frente Cívico, sin aspiraciones electorales, y recuerda cómo su entonces compañero del movimiento, y ahora secretario de proceso constituyente y programa de Podemos, Juan Carlos Monedero, le advirtió de que «iba a salir otra cosa y a los que estáis descontentos con Frente Cívico os va a encantar». De la misma manera, algunos dieron el paso desde Procés Constituent, impulsado por el economista Arcadi Oliveras, y la monja Teresa Forcadell.
«No hay un marco sociológico cerrado con el que definir al simpatizante de Podemos», ha contado Castañón, que ahora trabaja en su posgrado, y proviene de los movimientos estudiantiles y de Izquierda Anticapitalista, al igual que Sánchez. «No todo el 15M está en Podemos, ni todo Podemos estuvo en el 15M, pero sin el 15M no hubiera existido Podemos», ha aclarado Sánchez, que participó de las acampadas de 2011.