Los socios colocan a Sánchez entre la espada y la pared

El margen del presidente del Gobierno para activar una "mesa para la reconstrucción" se estrecha sin tan siquiera haberse visto con el PP

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El acuerdo transversal que propone Pedro Sánchez a todas las fuerzas políticas no parece tener recorrido. Sin siquiera haber constituido aún su improvisada «mesa para la reconstrucción social y económica del país», en la que pretende sentar y poner de acuerdo a todos los partidos que quieran sumarse, el presidente del Gobierno ya tiene ante sí las contradicciones propias de todos los grupos del Congreso, y que pueden sintetizarse en un igualmente complejo dilema: o ignora al centro-derecha, o rompe con sus socios.

Por un lado, PP y Ciudadanos han sido tajantes en su negativa a suscribir pactos de índole económica y social que recojan las posiciones de Unidas Podemos y las tesis de los nacionalistas. Por el otro, los independentistas que facilitaron en enero su investidura exigen alejarse de las propuestas de la derecha. Todo esto, sin que Sánchez haya logrado aún reunirse con Pablo Casado, con quien no conversará hasta el lunes a las 11.00 horas. La del líder del Partido Popular será la última reunión de la ronda de contactos previa a la constitución de una mesa sobre la que se sabe poco más que nada.

El Gobierno acompaña la improvisación de estos pactos de reconstrucción con un mecanismo de negación de la cruda realidad política. Cuenta como «presentes» en el diálogo a todos los partidos con los que se ha reunido —todos menos PP, a falta de que se concrete el encuentro, y la CUP y Vox, que se desmarcaron de la iniciativa—, a pesar de que la práctica totalidad de las fuerzas políticas han expresado serias dudas sobre la falta de propuestas concretas e incluso de calendario. El único «sí» de los partidos con el que cuenta Sánchez es el de sentarse a hablar. Lo demás son crecientes discrepancias.

No obstante, el Ejecutivo anuncia a bombo y platillo una frágil disposición de los actores políticos. Tras las dos jornadas de rondas de contactos con los partidos, la portavoz María Jesús Montero asegura que el gran acuerdo avanza en buena dirección. Se hace bandera de una armonía que, sin embargo, los partidos desmienten. Se acumulan las líneas rojas de unos y otros, pero el gabinete de Sánchez se empeña en minimizarlas para felicitarse porque la mayoría de las formaciones han confirmado que no tienen problema con sentarse a negociar.

ERC y Bildu revientan la estrategia de Sánchez

Dos de las formaciones esenciales para que saliera adelante la investidura de Sánchez en enero han puesto ahora al presidente contra la espada y la pared. Si la derecha pide alejarse de Podemos y del nacionalismo, el nacionalismo pide alejarse de la derecha. Lo ha trasladado así el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que tras reunirse con el jefe del Ejecutivo dijo que «la presencia de Vox y de sus amigos del PP y Cs» haría «difícil» la viabilidad de la mesa. «Lo único que han ofrecido PP y Vox hasta ahora son corbatas negras y banderas a media asta», resumió.

Rufián apostó por que la mesa de reconstrucción «tenga en cuenta el espíritu de la moción de censura» a Mariano Rajoy, y señaló que el único límite de ERC para acometer este diálogo es el de «las invasiones competenciales». Los republicanos sí estarán «en cualquier espacio para hablar de políticas que ayuden a la gente y para empezar a consensuar políticas» relativas a la crisis económica y social, dijo Rufián, con el subtexto de que, a su juicio, ese no es el afán de la derecha. También reclamó que se reactive a la mayor brevedad posible la mesa de diálogo del conflicto catalán, paralizada por la pandemia.

Su posición es similar a la de EH Bildu. La portavoz de los separatistas vascos, Mertxe Aizpurua, confirmó que el partido «no va a estar en un diálogo que tenga como objetivo reforzar el régimen del 78», pero que sí está dispuesto a dialogar sobre soluciones «que permitan salir de la crisis respetando los derechos de los trabajadores y de los más vulnerables, así como de los pueblos».

Posiciones, las de ERC y Bildu, que van en línea con las trasladadas por JxCat y el PNV en sus reuniones con Sánchez el pasado jueves, en las que, matices aparte, la respuesta a Sánchez ha sido la misma: los nacionalistas no están por la labor de reeditar unos Pactos de la Moncloa y defenderán a toda costa la España de las Autonomías. Con respecto a las medidas económicas y sociales, cada partido tiene una visión distinta acorde con sus sensibilidades.

Lo que une a todos los partidos a los que ha apelado Sánchez, de izquierda a derecha, es la demanda de concreción. Tal como ya hicieron los líderes de PP y Cs, y otros de los partidos con los que ha hablado el presidente estos días, los portavoces de las formaciones del Grupo Mixto —UPN, CC, NC, PRC, Foro Asturias y Teruel Existe— lamentaron que el Gobierno no avance aún el calendario, la hoja de ruta o los contenidos que se debatirán en la mesa para la reconstrucción, dejándoles en la confusión sobre lo que se quiere pactar y lo que cada uno puede aportar para buscar soluciones a la crisis.

Las claves de la reunión con PP

Una vez confirmada la fecha del encuentro entre Casado y Sánchez, el PP insistió en que solo ofrecerá apoyo al Gobierno «para acabar con la pandemia», pero no «para imponer el modelo económico de Podemos«. Lo dijo Teodoro García Egea este viernes, señalando que Pablo Iglesias pretende «reinventar la rueda», por ejemplo, con el ingreso mínimo vital que «ya pagan las comunidades autónomas», según un comunicado de los populares lanzado el viernes. «El PP no va a estar junto a Iglesias y Sánchez», advirtió el secretario general del PP.

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