La muerte silenciosa, uno de los peores desenlaces del coronavirus

La hipoxemia se produce cuando la sangre deja de transportar el oxígeno suficiente a los órganos, una de las consecuencias de la Covid-19

Personal sanitario de Madrid trabajando en los cuidados de los pacientes ingresados por coronavirus./ EFE

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La pandemia de coronavirus ha obligado a médicos y científicos a investigar a marchas forzadas todas las consecuencias que la enfermedad tiene sobre el cuerpo humano. La muerte silenciosa es uno de los desenlaces más dramáticos, que se produce cuando la sangre deja de transportar el oxígeno suficiente a los órganos.

Conocida oficialmente como hipoxemia, es uno de los síntomas más sorprendentes de la Covid-19 porque no muestra signos de sufrimiento en el paciente. De ahí que se la conozca popularmente como neumonía feliz. Sin embargo, el cerebro va perdiendo poco a poco su capacidad para funcionar hasta que se produce una pérdida de conciencia. “No hay dolor, ni angustia», ha explicado Luis Puente Maestu, jefe de Neumología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, en una entrevista a Europa Press.

El especialista ha relatado las consecuencias de esta dolencia que empezó a detectarse ya en los primeros compases de la pandemia. Se produce en casos muy graves de neumonía, cuando el pulmón se inflama y tiene dificultades para tomar oxígeno de la atmósfera. Como consecuencia la sangre llega con menos oxígeno hasta los principales órganos del cuerpo humano.

“La hipoxemia, sobre todo la aguda, es un fenómeno que pone en peligro la vida de quién la padece y es por tanto una urgencia que requiere tratamiento con suplemento de oxígeno, y atacando a la causa que produce esa disfunción pulmonar», ha enfatizado el doctor.

Los pacientes con trombos pulmonares, los más afectados por la muerte silenciosa

La pulmonía silenciosa produce mayores complicaciones en los enfermos que desarrollan trombos en los vasos pulmonares como consecuencia del coronavirus, provocando la disfunción del pulmón. «Estos pacientes suelen estar algo más graves», ha subrayado Maestu.

La hipoxemia es una consecuencia difícil de detectar por los médicos, aunque es posible observarla si se asocia a otros síntomas como la disnea, las dificultades para respirar. La tos o la fiebre prolongada son otros indicios que los doctores pueden utilizar para lograr el correcto diagnóstico de este tipo de neumonía.

La asociación de la muerte silenciosa con el coronavirus no ha cambiado demasiado los protocolos sanitarios para hacer frente a la enfermedad. Sin embargo, sí que se trata de suministrar oxígeno a los pacientes mediante formas distintas a la intubación, una de las medidas más agresivas que solo se pone en marcha cuando no hay otra alternativa.

«En general, un paciente con COVID-19 no debutará con una hipoxemia grave, sino que será un proceso en el que sentirá disnea, tos, fiebre o mialgias y acudirá al médico, que es quien debe evaluar el cuadro”, ha aclarado el especialista.

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