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La Asamblea de Madrid debatirá en el pleno de este jueves una proposición no de ley impulsada por Más Madrid, grupo que lideró hasta la semana pasada Iñigo Errejón, para poner fin al convenio singular que el Servicio Madrileño de Salud (Sermas) suscribió con la Fundación Jiménez Díaz.

Esta iniciativa legislativa va más allá del convenio con la mencionada fundación porque pone en duda el actual sistema de salud madrileño, basado en la libre elección y con un modelo mixto en el que conviven hospitales de gestión pública con hospitales de gestión indirecta.

El argumentario que se esgrime en contra del sistema de libre elección carece de fundamento. En primer lugar, se mantiene que los cinco hospitales de gestión privada cobran más de la administración en función de cuantos más pacientes atienden, mientras que no ocurre lo mismo con los públicos. Esta premisa resulta falsa. Con el sistema de libre elección, es tan cierto que se facturan los servicios que se prestan a precios públicos, como que los servicios que se llevan a cabo en otros hospitales a pacientes de las concesionarias son facturados a estas concesionarias por el Sermas y descontados de su financiación capitativa.

Miles de pacientes dejaron de tratarse en hospitales públicos porque eligieron otros hospitales de gestión indirecta, pero ello no supuso una penalización en el presupuesto de los primeros.

El segundo argumento es que los trasvases de pacientes están concentrados en especialidades con menos riesgos y de menor complejidad, de manera que los hospitales privados se llevarían a los más rentables. Este planteamiento también es falso. Las concesionarias atienden a todo tipo de pacientes que lo solicitan porque en su cartera cuentan con todas las especialidades.

La universalidad de la asistencia es la norma. Y en el caso del Sermas, la decisión del centro sanitario donde se atiende el paciente es exclusivamente suya.

Cartera de servicios

El tercer argumento es que los hospitales de gestión indirecta tienen una cartera de servicios limitada. También es falso. Por ejemplo, la Fundación Jiménez Díaz ofrece todas las especialidades de la cartera de servicios del sistema nacional de salud. En el caso del Hospital Rey Juan Carlos se atiende a pacientes con procesos de alta complejidad.

El cuarto argumento es que los madrileños eligen ser atendidos en un hospital diferente del que tienen asignado porque las demoras porque el tiempo de demora para ser atendido es inferior. En este caso, la premisa es cierta. De los 70.520 pacientes que permanecían en lista de espera para consultas al concluir el año pasado, solo 7.204 (menos del 10%) esperaban a ser atendidos en los hospitales públicos de gestión indirecta.

La demora para ser intervenido quirúrgicamente también era mucho menor en los hospitales de gestión indirecta. Destacan los 11,91 días del Hospital Infanta Elena o los 11,68 del Hospital Juan Carlos, cuando la media del Sermas era de casi 65 días.

Hay un quinto argumento que también resulta cierto que es que la satisfacción de los clientes para su fidelización. Los hospitales e gestión indirecta lideran los índices de recomendación. Además, sus índices de reclamaciones están por debajo de la media.

Economía Digital

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