Última carta antes del cierre: la subasta de activos marcará el destino de esta empresa tras la quiebra
Como le pasó a muchas firmas de moda, la compañía empezó a caer en 2020 con el estallido de la pandemia
La continuidad de esta empresa depende de la subasta
En las empresas, la quiebra suele asociarse con un final, con una señal de fracaso sin solución. Sin embargo, en muchas ocasiones, la quiebra puede marcar también un punto de inflexión para realizar una transición hacia un nuevo comienzo. Este es el caso de Valentina, una de las marcas de moda españolas pioneras en el canal digital, que actualmente enfrenta su etapa más crítica con la subasta de sus activos.
Cuando hablamos de la quiebra en términos jurídicos, se da cuando una empresa no puede hacer frente a sus deudas y se declara insolvente. En España, este proceso se realiza legalmente a través del concurso de acreedores, un proceso que tiene como objetivo ordenar los pagos pendientes y proteger a los acreedores, a la vez que intenta, en algunos casos, salvar la actividad de la empresa.
El proceso puede concluir de dos formas: con la aprobación de un plan de reestructuración que permita continuar con la actividad bajo nuevas condiciones o, como ha sido en el caso de Valentina, con la liquidación de la empresa. En este último escenario, se venden todos los activos (inmuebles, mercancía y propiedad intelectual de la marca) con el objetivo de saldar las deudas acumuladas.
La quiebra de Valentina
En el año 2015, unos hermanos de Elche, Beatriz y Jesús Sánchez, fundaron Valentina, que nació como una marca nativa digital de moda low cost. Con apenas 200 euros de inversión inicial, lograron construir una comunidad fiel a través de las redes sociales, ofreciendo prendas accesibles, una amplia gama de tallas y una atención al cliente muy cuidada.
En su primer año, su facturación pasó de 10.000 euros a 1,3 millones, y en 2019 alcanzó la impresionante cifra de 8 millones de euros.
Sin embargo, como le sucedió a muchas marcas textiles, la caída llegó en 2020 con el estallido de la pandemia. A pesar de haber sido concebida como una marca digital, Valentina había apostado poco antes por la expansión física, abriendo una decena de tiendas en ciudades clave del país. Este movimiento estratégico se vio duramente afectado por los confinamientos.
La matriz de la firma, Teaser Marketing Online SL, trató de esquivar el temporal durante los siguientes años, pero en 2022 ya acumulaba pérdidas superiores a 1,2 millones de euros. En 2023, intentó ejecutar un plan de reestructuración para enderezar la situación, pero los esfuerzos no dieron resultado.
Finalmente, a principios de 2025, la compañía solicitó el concurso voluntario de acreedores, y el proceso de liquidación se activó. Ahora, tras la quiebra, se encuentra en subasta pública a través del portal IAG Auction.
La subasta ofrece una nueva oportunidad
La subasta comenzó el pasado 14 de julio y permanecerá activa hasta el miércoles 30 de julio a las 12:00h. Según las bases publicadas, la marca Valentina posee un valor comercial estimado de 1,04 millones de euros. El activo subastado incluye no solo el nombre comercial, sino también bases de datos de clientes, canales digitales, redes sociales, y el know-how que la firma acumuló durante una década de operaciones.
El desenlace de esta subasta marcará el destino definitivo de Valentina. Si algún comprador decide pujar y hacerse con la marca, podría intentar relanzarla bajo un nuevo modelo de negocio o integrarla dentro de una estructura empresarial más sólida. Si nadie puja por la firma, la historia de Valentina quedaría como uno de los muchos ejemplos de cómo el entorno económico y las decisiones estratégicas pueden romper un proyecto prometedor, provocando su quiebra.
Más allá de su quiebra, Valentina deja una huella en el ecosistema empresarial español. Su éxito inicial demostró que era posible lanzar una marca rentable desde cero, aprovechando el poder de las redes sociales, la venta directa al consumidor y una propuesta de valor enfocada en cercanía y accesibilidad.
Lo que ocurra la próxima semana será clave para saber si Valentina podrá reescribir su historia o quedará como un capítulo cerrado en la moda digital española.