Los Pujol pierden los nervios con la prensa

Los hijos y nietos del ex presidente se enfurecen por la 'pena de Telediario', que apenas comienza

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Después de 23 años en la cumbre del poder casi absoluto en Catalunya y diez años más con una marcada influencia en todas las decisiones trascendentes, los Pujol han comenzado a perder los nervios por la pena de Telediario que ha comenzado a sufrir toda la familia.

El primer encontronazo con la prensa se produjo el domingo pasado frente a la residencia en Bolvir (Girona), una pequeña población de la Cerdanya. Dos equipos de periodistas y cámaras de televisión esperaban la salida de Jordi Pujol o de su hijo, Jordi Pujol Ferrusola, imputado por la Audiencia Nacional por un presunto delito fiscal y blanqueo de capitales.

Los policías autonómicos avisaron a los periodistas. “Tengan cuidado con lo que puede pasar”. Minutos después de la salida de Pujol Ferrusola y su hijo de la casa, desde donde huyeron en estampida con una puerta del coche abierta, los periodistas descubrieron que las ruedas de los vehículos estaban sin aire y las válvulas habían sido destrozadas.

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El tenso bautizo

Ese día la familia celebraba el bautizo de una bisnieta de Jordi Pujol y los periodistas fueron a localizarlos. Había un gran interés por captar imágenes de la familia que vieron pasar por sus cuentas de Suiza y Andorra más de 1.800 millones de euros.

Los Pujol habían convocado en secreto a todos los familiares por Whattsapp, según publica La Vanguardia, con la intención de que no se desvelara el lugar del encuentro. De hecho, tuvieron que cambiar de iglesia a última hora. Pero los periodistas dieron con el restaurante DAS y llegaron en plena celebración. Uno de los nietos de Pujol comenzó a amenazar en castellano a los cámaras y fotógrafos.

También hicieron fotos de los periodistas para tener pruebas de lo que consideran es una invasión a su intimidad. Pujol Ferrusola, salió del restaurante con la cara tapada y amenazó a una fotógrafa de ABC en un lenguaje más propio del extraradio barcelonés que del barrio donde acuna la burguesía catalana: “¡Chapa la cámara, prima! ¡Chápala!”.

Pese a las advertencias y amenazas, los Pujol no llegaron al enfrentamiento directo ni rompieron las cámaras al estilo Isabel Pantoja y Julián Muñoz, cuando eran investigados también por delitos fiscales y blanqueo de capitales.

La fiesta fue organizada por la madre de la niña, Mercè Pujol, hija del imputado Jordi Pujol Ferrusola, y su marido, Ignacio García de Quevedo, un millonario mexicano dedicado a las finanzas. Los invitados asistieron estupefactos ante el enorme interés mediático. No acudió el ex presidente de la Generalitat ni su mujer, Marta Ferrusola, aislado en la casa de la Cerdanya.

El dedo amenazante

Un equipo de La Sexta también fue a buscar a Oriol Pujol a su residencia en su casa de Urús (Girona). Sorprendido por la cámara de televisión, Pujol no dudó en apuntar con su dedo amenazante a los periodistas: “No entris a casa, eh!” (No entres en casa).

Según el informe policial, la vivienda no pertenece a Pujol Ferrusola sino al empresario Sergi Alsina, uno de los cerebros de la trama de las ITV.

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