Moncloa maneja septiembre para remodelar el Gobierno y usarlo de revulsivo

Los nervios se apoderan del PSOE, aunque todos son conscientes de que si Sánchez cambiara ahora de caras sería asumir la derrota de las elecciones andaluzas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), junto con la número dos del partido, Cristina Narbona (3i) y su portavoz en el Congreso, Héctor Gómez (3d) antes de su encuentro este miércoles con diputados y senadores del PSOE para analizar la situación política en la recta final del curso parlamentario. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

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Suenan tambores de guerra entre los socialistas en Moncloa: los nervios comienzan a apoderarse de dirigentes por las sospechas de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, planea dar un revulsivo, y entre sus bazas se encuentra una remodelación de su cuota del Ejecutivo en verano. Pero lo más probable, según barajan, es que si llega a consumar la jugada no tenga lugar en julio -tal y como hizo hace un año-, sino más bien en septiembre.

Los motivos son claros: de hacerlo al arranque del curso, el líder socialista podría utilizarlo como revulsivo para afrontar el tramo final de su legislatura, donde llega con el agua al cuello después de las elecciones andaluzas y las negociaciones parlamentarias cada día más justas de apoyos. Además, comienza el ciclo electoral de nuevo: apenas quedan unos meses para las elecciones municipales y autonómicas del próximo mayo.

No sólo eso, sino que hacer un lavado de caras ahora implicaría, de facto, asumir lo que ha evitado hacer en la última semana: el batacazo de la derrota de las elecciones andaluzas, donde el PSOE ha cosechado su peor resultado histórico en una comunidad autónoma donde gobernaron durante 40 años.

«Sánchez no avisa»

Las fuentes consultadas admiten que no hay nada oficial, y si se pregunta, «lo niegan». Pero saben que no es suficiente. «Sánchez no avisa». «Nos enteraremos todos a la vez [por la prensa y los propios miembros del partido]», deslizan con ironía. Así sucedió hace justo un año: un sábado, el 10 de julio, varios ministros que se habían acostado con esa responsabilidad se habían levantado cesados de sus cargos.

No hubo miramientos. De aquella salieron de Moncloa la vicepresidenta Carmen Calvo; el ministro de Fomento, José Luis Ábalos; la titular de Educación, Isabel Celáa; la responsable de Exteriores, Arancha González-Laya; y los ministros de Ciencia, Justicia y Cultura: Pedro Duque, Juan Carlos Campo y Manuel Rodríguez Uribes, respectivamente. También supuso el adiós del jefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo.

Desde el otro lado de la coalición tampoco saben qué esperar y no se atreven a opinar, en conversación con Economía Digital. Su cuota está blindada por el acuerdo de gobierno y ahí no puede entrar Pedro Sánchez. Pero en el Partido Popular también trabajan en esta línea y dan por hecho que el presidente del Gobierno utilizará algún golpe de efecto a lo largo del verano. Sea esto, sea algún anuncio impactante durante el Debate sobre el Estado de la Nación.

Elude contestar

Precisamente, la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del PP es lo que más está dañando, a tenor de las encuestas, a Sánchez en estos momentos. Los problemas derivados de las consecuencias económicas de la guerra, sumados a los problemas de unidad del Gobierno, han derivado en una pérdida de apoyos para el PSOE que ha cristalizado con las elecciones andaluzas.

Este viernes, Pedro Sánchez eludió contestar directamente si hacía autocrítica de los comicios de Andalucía, y también evitaba mencionar si pensaba llevar a cabo esta remodelación. En la rueda de prensa posterior al Consejo Europeo en Bruselas, se limitó a echar balones fuera.

Sánchez ha negado por activa y por pasiva que vaya a adelantar las elecciones y ha asegurado que va a terminar la legislatura cuando corresponde, en diciembre de 2023. Lo que sí se teme en Ferraz y en el grupo parlamentario es que, si no se toca el equipo de Moncloa, sea el suyo. Aunque, como recuerdan, «nadie puede saber nada».

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