El presidente de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, junto a Arnaldo Otegi. Marc Puig (ERC)

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El presidente del Gobierno ha aceptado la hecatombe electoral del PSOE el 28M y ha convocado elecciones asumiendo la responsabilidad de la derrota. Uno podría pensar que Pedro Sánchez ha aprendido de los ‘errores’ que le han conducido a perder cinco gobiernos autonómicos y 15 capitales de provincia y que puede replantearse la gobernabilidad de España. Pero todo lo contrario. Sanchez no ha cambiado y, si repite otra legislatura, lo hará con más Bildu y más ERC.

Esta cruda certeza se basa en las premisas que han llevado al presidente del Gobierno a convocar elecciones para este 23 de julio de forma urgente y sorpresiva. Moncloa, como ha explicado ECONOMÍA DIGITAL, ve que el cómputo global de las elecciones municipales de este domingo no es del todo mala. La derecha, aunque fortalecida, no suma lo suficiente para gobernar. Ese es el escenario que hay que mantener antes de que el apoyo al PSOE y a la izquierda se deteriore aún más, un escenario inevitable si los comicios se alargaran hasta diciembre.

Sánchez y Moncloa asumen que su socio principal va a ser Bildu

Sánchez quiere así retener los votos del PSOE cosechados el 28M y da una oportunidad a Yolanda Díaz y a Podemos para que, en 10 días, pacten y aspiren a ser tercera fuerza por delante de Vox. Ese sería un escenario óptimo, pero en Moncloa calculan que, aún en la tesitura del divorcio de las tres izquierdas, la derecha no suma. Y en este escenario, Pedro Sánchez solo podría construir una nueva investidura con el apoyo de Bildu y ERC, además de naturalmente Podemos/Sumar. Y si se certifica que Bildu va a dar el sorpasso a PNV en País Vasco, Bildu va a ser, todavía más, el socio principal del PSOE. Veamos las cifras.

Según una proyección realizada por Miguel Jiménez (El País), de repetirse el 28M en unas generales, el PP sería la fuerza más votada con 143 escaños, y Vox sumaría 15 diputados. La suma de ambos se coloca en 157 diputados, a 18 de la mayoría absoluta. El PSOE de Pedro Sánchez sacaría 122 escaños, y Unidas Podemos apenas 8. Luego hay otros 50 escaños no definidos, que se otorgarían a partidos regionalistas, nacionalistas, independentistas y confluencias de Sumar.

Visto estos resultados, cualquier otra opción más allá de reincidir en los pactos de legislatura con Bildu y ERC están fuera de rango. Un gobierno de gran coalición con el PP o un gran pacto de legislatura sería imposible, puesto que en Moncloa asumen que, en ningún caso, ni con acuerdo en la extrema izquierda ni sin él, el PSOE podría ser primera fuerza (recordemos que los populares han sacado 800.000 votos a los socialistas y estos descartan revertir esta tendencia en 54 días).

Primera alternativa, pues, descartada. Como segunda opción, un acuerdo de socios moderados, es inviable tras la desaparición de Ciudadanos y el insuficiente peso del PNV, que está perdiendo la hegemonía en el País Vasco en favor de Bildu precisamente. Y la tercera opción, que el Gobierno de coalición actual repita con el apoyo camuflado de independentistas en forma de ‘abstención’, tampoco sería viable puesto que no sumarían más síes que el bloque de la derecha: para ello, el partido de Yolanda Díaz debería alcanzar 36 diputados, tres más de los que tiene en la actualidad Unidas Podemos. Complicado.

El férreo bloque independentista

El mayor seguro de Pedro Sánchez son los partidos independentistas. Tienen asegurados unos 50 diputados por Cataluña y País Vasco, que se mantienen estables a pesar del ciclo político y que se reparten ERC, Junts y Cup por un lado y Bildu y PNV por otro. Esta es la gran baza de Sánchez; es muy difícil gobernar sin ellos en la actualidad.

Por eso, a pesar del ‘mea culpa’ entonado por Pedro Sánchez ayer, no hay ninguna opción de que el presidente del Gobierno tenga en mente una vía de legislatura diferente a la trabajada durante estos últimos cuatro años. Es más, según la fotografía resultante de los comicios locales, Bildu, ERC, Junts o PNV tendrán todavía más peso e influencia que en la legislatura que acaba de terminar, en caso de que la derecha de PP y Vox no sume lo suficiente.

La opción desechada por Pedro Sánchez

Pero, ¿es qué había otra opción? Algunos pensaron que el resultado del 28M estaba indicando a Pedro Sánchez que España censuraba su estrategia de gobernabilidad con unos partidos que están vocacionalmente en contra del Estado, la soberanía nacional, la jefatura de Estado y la Constitución. Esos son ERC, Bildu y Junts, pero también obviamente Izquierda Unida.

Había entonces una posibilidad para el socialista Sánchez, que es lo que además le iban a pedir probablemente los barones (descabezados). Ello es, romper la coalición con los de Ione Belarra y Pablo Iglesias, asumir que su agenda radical había sido rechazada por la ciudadanía, y levantar un muro con Bildu hasta la necesaria expulsión de toda traza de terrorismo etarra de sus listas y su ideario. Llamar al PP entonces para forjar acuerdos grandes pactos de Estado hasta las elecciones de 2023: Poder Judicial, Presupuestos 2024… Y dar ese giro a la imagen del PSOE, acorde con lo que exigen sus territorios, y presentarse a las elecciones generales de diciembre como un nuevo Sánchez.

Pero el presidente, igual que rehuyó una reflexión en este sentido tras la repetición electoral de 2019, ha dado a entender con la convocatoria anticipada de elecciones, que no tiene ninguna intención de virar su gobierno. Y, en el caso de que consiga volver a gobernar, no debemos llevarnos ninguna sorpresa: será un gobierno con menos PSOE, quizás menos Podemos pero más Bildu. Esta es la vía elegida por el líder de los socialistas hasta el día que abandone la política española. Si había alguna duda al respecto, ayer la despejó con la convocatoria electoral.

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