El efecto Trump golpea a las marcas de USA en España

Un estudio de Kantar ha revelado las reacciones adversas a las políticas de aranceles proteccionistas elaboradas por Donald Trump

Archivo – El presidente de EEUU, Donald Trump.

La imposición de nuevos aranceles por parte del presidente estadounidense Donald Trump ha desencadenado una reacción significativa entre los consumidores españoles. Según un estudio elaborado por Kantar y adelantado por Inforetail, un 42% de los españoles afirma que dejará de consumir productos y servicios procedentes de Estados Unidos como respuesta directa a estas políticas comerciales proteccionistas.

Un comportamiento reactivo que, sin embargo, no es exclusivo de España. En otros países como China o Canadá, los niveles de rechazo son incluso mayores, con un 81% de consumidores chinos y un 57% de canadienses dispuestos a boicotear los productos estadounidenses. La percepción negativa sobre la política arancelaria norteamericana está generando un movimiento global de rechazo al consumo de bienes procedentes de Estados  Unidos.

¿En qué consisten los nuevos aranceles de Trump y cómo afectan a España?

A grandes rasgos, esos aranceles anunciados por Donald Trump forman parte de una estrategia más amplia para proteger la industria nacional estadounidense frente a lo que considera competencia desleal del exterior. Estos impuestos, aplicados a productos importados, encarecen su precio final para los consumidores y reducen la competitividad de las empresas extranjeras en el mercado estadounidense.

Una política sumamente proteccionista que, sin embargo, tiene efectos colaterales, ya que afectan negativamente a las exportaciones de los países objetivo y, a medio plazo, pueden repercutir también en los bolsillos de los consumidores estadounidenses al encarecer productos que ya no llegan a precios competitivos. Además, suelen generar respuestas en forma de represalias comerciales por parte de otros gobiernos, agravando los conflictos económicos entre países.

Con lo que Trump no contaba, precisamente, es con el hecho de que la reacción adversa pueda afectar a la economía estadounidense. Sin ir más lejos, en España, el 79% de la población se muestra preocupada por cómo estas medidas afectarán a su vida cotidiana, especialmente por la posible subida de precios. De hecho, casi 9 de cada 10 encuestados, un 89% creen que tendrán que cambiar sus hábitos de consumo debido a esta nueva presión económica.

Unas percepciones negativas que van seguidas de un evidente pesimismo de cara al futuro, ya que son pocos los españoles que consideran que esta situación pueda cambiar a corto o medio plazo: solo un 14% de los españoles cree que la situación económica mejorará en el próximo año, posicionando a España como uno de los países más pesimistas junto con Japón, Francia, Países Bajos y Corea del Sur.

Las reacciones adversas frente a la respuesta del Gobierno español a las políticas proteccionistas

Ante esta situación, los españoles tienen opiniones divididas sobre la gestión del conflicto por parte del Ejecutivo nacional. Mientras que un 54% se muestra descontento con la respuesta del Gobierno, un 46% considera que ha actuado correctamente. Sin embargo, el rechazo a las exigencias estadounidenses es mayoritario: solo un 11% cree que España debería ceder a las demandas de EE.UU., mientras que un 47% apuesta por tomar represalias mediante impuestos u otras medidas fiscales.

Sin embargo, y aunque la política exterior estadounidense se percibe como principal responsable del aumento de precios, las marcas no quedan exentas de culpa. Más de la mitad de los consumidores españoles, un 53%, considera que las empresas están aprovechando la crisis para inflar sus márgenes y subir los precios.

Este dato pone a las compañías en una situación delicada: la desconfianza del consumidor crece y las marcas corren el riesgo de ser percibidas como oportunistas. Según el director general de Kantar España, Guillermo Belenchón, “los consumidores sienten que la presión económica no solo proviene de las decisiones políticas, sino también de la forma en que las marcas están gestionando la situación”.

Y es que lo que antes era una decisión meramente económica o funcional, ahora se ha transformado en un acto con carga política y emocional. El boicot a productos estadounidenses no es solo una reacción a los aranceles, sino una expresión de descontento con el panorama internacional y una forma de ejercer presión desde el consumo.

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