El arte también puede ser hackeado. Y este es el resultado
Una exposición en CaixaForum de Barcelona explora cómo la actitud del hacking también se puede aplicar al arte y nuevas expresiones culturales

Una muestra para conocer la cara más rupturista del arte. Foto CaixaForum
Cuando hablamos de hackear siempre nos referimos a la intromisión ilegal en ordenadores, a alterar móviles y robar datos personales o informáticos.
Pero esta expresión también es válida para señalar una interrupción de cualquier naturaleza o experiencia, como las artísticas.
O como dicen en CaixaForum, es “una forma de confrontarnos con una realidad alternativa”.
Esa es la idea de la muestra ¡Ratas! ¡Ratas! ¡Ratas! La gramática poética del ‘hack’, que este miércoles 9 se ha inaugurado en CaixaForum de Barcelona.
Arte alternativo
Usando la expresión hacking como gesto poético y acto revolucionario, sirve para presentar relatos alternativos, como una estrategia de emancipación que sea “un contrapoder de los relatos hegemónicos”.
La expresión ‘Ratas, ratas, ratas’ proviene del primer hacking, cuando casi fastidian la primera transmisión inalámbrica de la historia
Para explorar este mundo de la contracultura se presentan diez obras entre piezas audiovisuales, fotografías e instalaciones.
Estas obras provienen del MACBA y de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación La Caixa, además de préstamos del Museo Reina Sofía
El primer ‘hacking’
El título de la muestra, ‘Ratas, ratas, ratas’, se refiere a la jugarreta que hizo el inventor Nevil Maskelyne a la primera transmisión inalámbrica que estaba a punto de realizar Guglielmo Marconi, quien intentó adelantarse con un mensaje en morse que no llegó a emitirse.
Ese se considera el primer hack de la historia.
Las obras que se pueden ver en CaixaForum
La idea no es seguir un circuito preestablecido, sino dejarse llevar por las obras para entender su abundancia de significados e interpretaciones.
Algunas se centran en la capacidad mediadora “de lo poshumano”, como la de Elena Asins (pionera del arte cibernético), otras como la de Eve Sussman exploran la gramática del algoritmo con una obra audiovisual que es reeditada una y otra vez.
El colectivo hongkonés Zheng Mahler presentan a un personaje holográfico que muta, crece y desaparece en una nube de datos.
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Dos piezas de Gordon Matta-Clark representan la poética del relato múltiple, mientras que los paneles fotográficos de Werker Collective intercalan imágenes de archivo y material de propaganda de la época soviética.
Martha Rosler aparece en una videoperformance leyendo la revista Vogue mientras se intercalan imágenes de un taller clandestino en Manhattan, y otras obras usan el hack para criticar la influencia de los medios de comunicación, como la performance de 1966 de Öyvind Fahlström de la manifestación por la Quinta Avenida con pancartas de Bob Hope y Mao Tse-Tung.
En ese tenor está la representación de una rueda de prensa de Antoni Muntadas, quien también formó parte del colectivo Grup de Treball, que entre junio y julio del 73 publicaron 27 anuncios en La Vanguardia con el objetivo de interferir en la realidad.